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17 noviembre 2024
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Zalazar, símbolo del ‘Alba’, recuerda al ‘Queso Mecánico’ 30 años después: «Jugábamos de igual a igual ante cualquiera»

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ALBACETE, 6 (EUROPA PRESS)

Año 1991. Albacete se prepara para vivir un acontecimiento histórico. Una utopía impensable poco tiempo atrás. ¿Los protagonistas? Un puñado de jugadores de fútbol irrepetible, un entrenador único, un presidente acertado en la gestión y, por supuesto, la afición. Toda una ciudad volcada con su equipo.

Pocas personas no sabrían decirte algo aún a día de hoy de aquel Albacete Balompié, rebautizado como el ‘Queso Mecánico’. Se cumplen 30 años de la temporada en la que el club ascendió por primera vez a la máxima categoría del fútbol español.

Muchos son los recuerdos de aquel Albacete entrenado por un joven y desconocido Benito Floro que cogió al equipo en Segunda B una temporada antes. Dos años después ya jugaba contra el ‘Dream Team’ de Johan Cruyff o el Real Madrid.

En el campo, muchos nombres propios: Catali, el capitán; Conejo, el mundialista portero costarricense; los canteranos Coco o Antonio; la zurda de Menéndez… Pero por encima de todos estaba un uruguayo que había jugado en Peñarol, Cádiz y Español. Difícil no acordarse de José Luis Zalazar, un cañonero espectacular, un pasador preciso y un símbolo en la historia del Alba.

«Llegué con mucha incertidumbre porque no sabía dónde llegaba. Sabía que había hecho una gran temporada en Segunda B. Me llegó la oportunidad y tuve que decidir. O seguía en España o me volvía a Uruguay. La decisión fue una de las mejores que he tomado en mi carrera, o la mejor», recuerda Zalazar para Europa Press.

Desde el comienzo, pese a no conocer a Floro, fue una pieza clave. «Me decían que el equipo jugaba muy bien, que iba a ser importante para mi juego y tomamos la decisión de venir», afirma. Todo salió rodado. «Ya en pretemporada se veía que el equipo tenía una cosa muy importante, un entrenador con las ideas claras de cómo jugar, su sistema y sus jugadas de estrategia. Y unos jugadores que creían en él», destaca.

El juego del equipo era aplaudido, según los que lo vivieron, en campos contrarios. «Íbamos a cualquier campo y jugábamos de igual a igual contra cualquiera», recuerda el uruguayo.

Son muchos, también él, los que califican a Floro como «un adelantado en el fútbol». «Ha sido el mejor entrenador que he tenido, era tremendo, un adelantado en la alimentación, en los entrenamientos y en la estrategia. Se reían de nosotros porque hacíamos muchos saques de banda, algo que nos llevó a hacer muchísimos goles. Ahora todos los equipos tienen un entrenador personal para ese tipo de jugadas. Él lo hacía ya en 1991».

Gran parte del juego pasaba por sus piernas. «Cuando llegué me dijo que el equipo dependía mucho de las jugadas de estrategia y que iba a ser el encargado de todo así que tenía unos días para aprenderme todas las jugadas y ensayar. Yo, loco de la vida. Era algo novedoso y me encantaba. Era estar concentrado en el movimiento de los compañeros y el golpeo, que yo lo tenía».

El Albacete se fue afianzando en las primeros puestos. Pero no fue hasta el final cuando certificó el sueño. El penúltimo partido jugaron en Vigo, contra el Celta. Ganaron 0-2. «Floro nos dijo cómo íbamos a ganar, cómo se iba a desarrollar el partido. Así fue. Todo lo que te decía salía. Me parece una pena que no siga entrenando. Para mí fue un fenómeno», recuerda.

El caluroso 9 de Junio la ciudad era un hervidero. Una victoria en el Carlos Belmonte contra el Salamanca les daba el ascenso. El equipo nunca se concentraba antes de los partidos en casa. Pero ese día lo hicieron en el Parador de la ciudad para intentar desconectar.

«Yo venía de una trayectoria importante pero estaba de los nervios. Recordaba siempre unas palabras de un amigo mío que me dijo que si no notaba ese cosquilleo y nerviosismo en cada partido me retirara. Y me puse a pensar en eso. Llegamos con mucha fuerza y moral. Con el autobús no se podía llegar al estadio, estaba toda la gente en la calle».

Dentro, las gradas con más gente de lo permitido. Sobre el césped, el Alba no falló. Dos goles de Zalazar y a Primera. Llegó la locura, la fiesta y las famosas palabras de Catali en el balcón del Ayuntamiento: «Europa, prepárate», gritó el capitán. No estuvieron lejos. Lo rozaron, quedando a un sólo punto.

La primera temporada de un equipo castellanomanchego en toda la historia de la máxima categoría deslumbró. Se incorporaron ilustres como Geli, Oliete, Aquino o Urzaiz. En la memoria de Zalazar, muchos momentos. «Éramos un club que caía bien. Yo recuerdo la máxima ovación que me dieron fuera de casa fue en la Catedral contra el Atlethic. Veníamos de no perder en 15 partidos. Perdimos y cuando terminó el partido la ovación fue tremenda».

Comenzó entonces a sonar aquello del ‘Queso Mecánico’ para calificar al equipo. Nadie sabe muy bien de dónde vino. La mayoría de gente apunta a medios de comunicación nacionales. Aunque Benito Floro dice recordar usarlo él en los entrenamientos por la Naranja Mecánica con la que se conocía a la selección holandesa.

7-1 CONTRA EL BARÇA Y ANTIDOPING CON KOEMAN Y LAUDRUP

Pese a la magnífica temporada, hubo un partido con resultado abultado. Un 7-1 en el Camp Nou. Zalazar recuerda una anécdota que ejemplifica el trabajo de Floro.

«Me tocó en el control antidóping con Koeman y Laudrup. Benito terminaba el partido y nos hacía correr 15 minutos, baño y masaje antes de irnos. Koeman me dijo: ‘¿El entrenador cómo os hace correr? ¿No le da vergüenza después de perder 7-1?’. Llamaba la atención aquello porque no salíamos del campo hasta las 12 de la noche. Él decía que si lo ponían a correr después de perder 7-1 no lo haría. Yo decía que eran nuestros métodos de trabajo… ‘Muy bien, mucha suerte’, me dijo Koeman mientras se reía. Por esos métodos decían que éramos muy mecanizados».

Aquellos años fueron de comunión entre la ciudad y el equipo. El rap del Alba, el himno en los bares, los jugadores firmando en centros comerciales, el ‘No pasa nada, tenemos a Conejo’ en las gradas. Cosas que aún resuenan en una ciudad no acostumbrada a demasiados éxitos futbolísticos.

«La gente veía que éramos jugadores cercanos, que no se nos habían subido los éxitos a la cabeza, que seguíamos siendo los mismos de siempre. Cada fin de semana era una fiesta», recuerda Zalazar.

Quince, trece, doce, ocho, trece y once, 72 en total, esas fueron las cifras de goles que Zalazar hizo en sus 6 primeras temporadas en Albacete.

Aquél de la 92-93 contra el Atlético de Madrid desde el medio campo del Belmonte es uno de los más famosos. Pero el catálogo de faltas o golpeos desde fuera del área es extenso. «Todo el mundo recuerda el gol contra el Atleti, pero tuve suerte de hacer goles muy bonitos. En Barcelona por ejemplo después de ir perdiendo 0-3, empaté en el último minuto».

Tras pasar por el Rácing de Santander, Zalazar volvió al Alba, con poca participación, en la 98-99. Terminaría, rondando los 40, jugando en Tercera junto a su amigo Catali, en el Quintanar del Rey.

Después, entre otras actividades, fundó una escuela de fútbol base en la ciudad que lo vio triunfar. Ahora vive en Málaga y trabaja como representante de jugadores. Entre otros, de sus hijos. El menor de ellos, Kuki Zalazar, ha debutado esta temporada con el Valladolid.

El Albacete no juega en Primera desde el año 2005. Este curso pelea desde el inicio por no descender a la categoría de bronce. «Es una situación complicada, lo que tiene que hacer el equipo es confiar en sus posibilidades. Creo que no se planificó bien la temporada, sin criticar a nadie porque tengo muy buena relación con todos, pero se pudo hacer una plantilla mejor».