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21 noviembre 2024
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Ver y vivir BERLÍN: pequeña guía para una ciudad que son muchas ciudades en una

Con Berlín nos encontramos ante una ciudad monumental, en todo el sentido de la palabra, llena de atractivos... que hay que saber localizar, para disfrutarlos.

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Acostumbrados a las ciudades meridionales, de calles estrechas y cascos históricos constreñidos a veces entre murallas, los españoles muchas veces no ocultan su perplejidad ante lo que Berlín les ofrece. Aquí nos encontramos ante una ciudad monumental, en todo el sentido de la palabra, llena de atractivos… que hay que saber localizar, para disfrutarlos.

Si nos acogemos a la inteligencia artificial, tan de moda últimamente, y le pedimos consejo sobre qué hacer en la capital de Alemania, nos encontraremos sugerencias como esta:

«Nuestro recorrido por Berlín comienza en la icónica Puerta de Brandeburgo. Este antiguo símbolo de la división de la ciudad durante la Guerra Fría ahora representa la reunificación de Alemania«, nos dice nuestro robotizado interlocutor en Internet.

Quizá sea de precepto que lo hagas, y que llegues hasta allá a través de Unter den Linden, que es una versión teutónica de la Castellana o de la Diagonal.

Tanto los guías de los free tours como Chat GPT se empeñan en remitirte, una y otra vez, a una ciudad que dejó de existir con los bombardeos del carnicero Harris, el jefe de las fuerzas áreas británicas, y que acabó por rematar la Guerra Fría, de uno y otro modo, en ambas partes del Telón de Acero. «No puedes visitar Berlín sin explorar los vestigios del Muro de Berlín, que dividió la ciudad durante casi tres décadas. Dirígete al East Side Gallery, donde artistas de todo el mundo han transformado un tramo del muro en una galería de arte al aire libre. Luego, visita Checkpoint Charlie, el punto de control más famoso del muro, y aprende sobre las historias de las personas que intentaron cruzarlo en busca de libertad«, insiste la supuesta inteligencia artificial.

Ya va siendo hora de que caigas en la cuenta de que cuando hablan de Mitte se están refiriendo al centro histórico de la ciudad. En realidad, Berlín es la suma de una veintena de ciudades que fueron absorbidas y que hoy son sus barrios. Así se explica, entre otros motivos, la gran extensión de esta urbe. Y que han pasado ocho décadas desde su destrucción y que Berlín es lo que es gracias a su afán por renovarse y revivir. Eso, mucho más allá de los tópicos, es lo más valioso que te ofrece.

Entre la Isla de los Museos y el Barrio Turco

La contrapartida a la IA la aportaremos nosotros con la IN, que es como nos atrevemos a bautizar a la inteligencia natural que cualquiera y, sobre todo, los lectores de LA CRÓNICA, tienen sin límites. Por eso, comencemos con nuestra andadura, diferente, por Berlín…

Antes que ir a los lugares de obligado cumplimiento, si el tiempo acompaña y hace sol, hagamos turismo alternativo. No estamos proponiendo (por ahora) recurrir al itinerario más underground de Berlín (que también veremos) sino a sustituir la prisa terrible del visitante acelerado por el slow tourism, que aquí también es posible, en toda su amplitud.

Por eso, un buen principio quizá sea orientarnos hacia la Isla de los Museos, pero sin entrar en ella. Ya habrá tiempo, como veremos en otro reportaje.

Descansa del vuelo en avión y reposa tus posaderas, que para eso están, sobre la hierba del parque James Simon, mirando desde la distancia el Museo Bode o la Antigua Galería Nacional, con el cauce del Spree haciendo de frontera.

Los que te rodean, berlineses tirando a jóvenes, deben ser felices, porque lo parecen. Y a partir de aquí es cuando empiezas a absorber datos por tus pupilas (e incluso por la pituitaria) para intentar entender qué tienes ante tus ojos:

  • En Berlín hay más niños que perros, lo cual es una diferencia sustancial respecto a España, que marcará el futuro de ambas naciones.
  • En Berlín hay menos ruido callejero que en cualquier ciudad española. Y no es sólo porque los alemanes hablen bajito (lo hacen, sí, hasta que se enfadan) ni porque la Zona de Bajas Emisiones sea eficaz y el tráfico rodado menos apabullante de lo esperado. La amplitud de las calles respecto a la altura de los edificios –excepto los rascacielos, claro– evita que el bullicio retumbe, lo dispersa.
  • En Berlín no hay contenedores de basura en la calle y hay que madrugar para ver a los barrenderos, aunque la ciudad está limpia. En cada bloque la basura permanece en los patios interiores y se recoge una o dos veces por semana, clasificada para su reciclaje.
  • En Berlín puedes entenderte bien en inglés y si tu inglés es tan celtibérico que resulta incomprensible, es probable que te atiendan en español en cuestión de segundos. El berlinés de pura cepa es seco en su forma de expresarse, pero no descortés; muchos de los que te cruces en tu estancia tienen otro origen nacional. O sea, sin problemas.

Asomándonos al Berlín más inesperado


La hierba, que sirve para sentarse, tiene otros usos recreativos que a nadie se le escapan. Y menos que a nadie, a muchos de los habitantes de Neukölln o de Kreuzberg, los dos barrios por los que se transita sin solución de continuidad en lo que para el viajero es el célebre Barrio Turco.

Admiralbrücke es nuestro nuevo destino, el puente en el que a lo largo de la tarde se concentra el personal para ver, beber, alternar, charlar, coincidir o, simplemente, estar. ¿A que eso suena conocido? Es la manera mediterránea de ocupar la calle, pero condicionada aquí por la climatología, tan dura buena parte del año que la primavera es una explosión de ganas de vivir que se mantiene hasta que llega el invierno.

«Para experimentar la cultura contemporánea de Berlín, explora el animado barrio de Kreuzberg. Conocido por su diversidad, ambiente alternativo y escena artística, Kreuzberg alberga una gran cantidad de bares, clubes y galerías. Pasea por las calles, prueba la deliciosa comida callejera y sumérgete en la energía única de este barrio multicultural«, nos aclara el bot. De los okupas quedan pocos, pero la contracultura aún se deja ver y el espíritu de libertad, también.

De hecho, sobre Berlín cabría hacer una metáfora chusca pero ilustrativa. Cualquiera que tenga perro podrá comprobar que la correa extensible es, con toda probabilidad, de una empresa alemana muy conocida. Al igual que para tu mascota, que se mueve a sus anchas pero sólo hasta cierto punto, las leyes existen entre estas calles, aunque en su aplicación no requieren de la rigidez que se le presupone al orden prusiano.

Al metro se sube sin tornos en las estaciones.

También con bicicleta, si así lo consideras.

Y con perro.

Nadie se molesta ni nadie molesta.


Una nota al paso: Un país en el que un político ladrón está tan mal visto como un ciudadano incumplidor facilita que puedas ir con botellas de cerveza por la calle sin asomo de incivismo y que tu amor por la ecología y todo lo sostenible sea compatible con la ausencia de contenedores iglús estorbando en las aceras: los cascos se dejan debajo de la primera papelera a tu alcance, para que quien lo necesite los recoja y los canjee, a unos céntimos la pieza, y eso le ayude para ir tirando.


Hecho este preámbulo, ya habrás acumulado energías suficientes para enfrentarte, quizá en la siguiente jornada, con el resto del ritual turístico según los parámetros que nos marca nuestro desconocido oráculo bajo la Inteligencia Artificial:

«Pasea por el Parque Tiergarten, el pulmón verde de Berlín, y admira esta majestuosa estructura neoclásica que te transportará al pasado mientras te maravillas con su imponente presencia. Muro de Berlín y Checkpoint Charlie: No puedes visitar Berlín sin explorar los vestigios del Muro de Berlín, que dividió la ciudad durante casi tres décadas. Dirígete al East Side Gallery, donde artistas de todo el mundo han transformado un tramo del muro en una galería de arte al aire libre. Luego, visita Checkpoint Charlie, el punto de control más famoso del muro, y aprende sobre las historias de las personas que intentaron cruzarlo en busca de libertad. Memorial del Holocausto y el Museo Judío: En memoria de las víctimas del Holocausto, visita el Memorial del Holocausto, también conocido como el Monumento del Holocausto. Este impresionante conjunto de 2.711 bloques de concreto te invita a reflexionar sobre el pasado oscuro de la humanidad. Después, explora el Museo Judío, que cuenta la historia de la comunidad judía en Alemania desde la Edad Media hasta la actualidad. Alexanderplatz y la Torre de la Televisión: Si buscas la bulliciosa vida urbana, dirígete a Alexanderplatz, una plaza animada en el corazón de Berlín. Aquí encontrarás una gran variedad de tiendas, restaurantes y cafés. No te pierdas la oportunidad de subir a la Torre de la Televisión, la estructura más alta de la ciudad, para disfrutar de unas vistas panorámicas impresionantes».

El parque más sorprendente de Berlín:

Cuando la primavera, el verano y lo más tibio del otoño acompañan, los parques de Berlín cobran una vida inusitada. Aunque el Tiergarten lo domina casi todo, por su fama y por su tamaño, hay una alternativa menos conocida pero también muy atractiva: el Gärten der Welt.

Estos «Jardines del Mundo» realmente lo son, porque suponen poder pasear relajadamente de una a otra cultura sin salir de la capital germana y con todo lo que quieras andar, puesto que ocupan una superficie de alrededor de 40 hectáreas.

Se inauguraron en 1987, entonces como Parque Marzahn y aún bajo el gobierno de la RDA. Desde entonces, no ha hecho más que mejorar, con jardines japoneses, balineses, orientales, coreanos así como los jardines renacentistas italianos. Destacar que tienen el mayor jardín chino de Alemania y un laberinto de setos. Además, el teleférico IGA te ofrece una panorámica total de los Jardines del Mundo.

Junto con todo lo anterior, y a salvo de las inclemencias del tiempo o de la época del año que elijas para viajar, hay otras dos referencias que te dejarán satisfecho y que no deberías soslayar: la Isla de los Museos y el Forum Humboldt. Tanto la una como el otro justifican por sí solos el viaje. Y Berlín, ya lo estás viendo, es eso mucho más.


Dónde comer:

¿Tienes prisa y poco dinero? No tengas dudas de probar las celebérrimas salchichas con su indescriptible salsa curry en los puestos callejeros, que tienes por miles en toda la ciudad. No todos son iguales ni tienen la misma calidad, pero es probable acertar.

Con un poco más de perspicacia, aprovecha alguno de los antiguos mercados reconvertidos en mostrador de todas las cocinas nacionales imaginables. Un buen ejemplo es el «Mercado 9» en la Eisenbahnstraße de Kreuzberg, reabierto en 2011 y nunca falto de clientes, al reclamo de su gran variedad de oferta y con un ambiente muy festivo. Esta es una buena referencia, pero hay más.


Para no fallar: Si quieres vivir una experiencia única, en Berlín opera una empresa singular, llamada Fork&Walk. Es la iniciativa de un australiano que, junto con sus colaboradores, organizan tours gastronómicos memorables. Es una forma divertida y muy, muy, muy disfrutona de conocer la ciudad, sus historias y la gastronomía que te ofrece, tanto la callejera como la más reposada. Hay enfoques distintos y diversos precios. Absolutamente recomendable.


Junto con lo anterior, hay terrazas de sobra, caras y menos caras, para ponerte a la mesa y paladear delicias locales y la adaptación de la comida internacional a los gustos alemanes. Por ejemplo: si es mayo e incluso junio, en plena temporada de los espárragos podrás vivir días y más días comiendo spargel de casi infinitas maneras, ya sean verdes o blancos, en sopas, a la plancha, a la brasa e incluso como protagonista de una pizza. Déjate llevar por los menús disponibles y ¡buen provecho!

Dónde dormir:

A la hora de buscar hotel manda el gusto personal tanto como el bolsillo. Para los españoles, a los que nos puede el corazoncito también, hay buena representación de las empresas hoteleras con origen hispano. Una de ellas es Abba, que tiene abierto en una de las zonas más elegantes de la ciudad, Charlotemburg, un establecimiento de 4 estrellas, con calidad en sus habitaciones a un precio contenido, a cinco minutos andando de la estación de Savignyplatz, rodeada de librerías de prestigio junto a restaurantes y edificios de aire francés.

Fachada del hotel Abba Berlin. (Foto: La Crónic@)

Cómo viajar:

Para llegar a Berlín desde Madrid hay pocas dudas, dadas las tres frecuencias diarias que aporta Iberia Express, algunas de ellas a bordo de Airbus 321 Neo recién estrenados. Con esta o con otras compañías, en menos de tres horas estarás en destino, en el BER, el aeropuerto de Brandeburgo.

Dado que está a una considerable distancia del centro, a la llegada te recomendamos que dediques unos minutos a localizar el Welcome Center que esta en la planta 0 de la Terminal 1 y comprar allí la Berlín WelcomeCard, que te permitirá desplazarte desde el propio aeropuerto y moverte luego por el transporte urbano berlinés durante tu visita todo lo intensivamente que quieras.


Más información:

La mejor manera de adentrarse en las infinitas posibilidades de Berlín es recorrer la web de Visit Berlin, en español y con múltiples sugerencias:


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