Las noticias, a veces, tienen su envés. Esa otra cara de la información no tiene por qué desdecir lo ya sabido, pero sí que lo pone todo un contexto más ajustado a la realidad. Y con más enseñanzas.
Es lo que se puede decir de una reciente operación de la Guardia Civil, que ha desmantelado la enésima plantación de marihuana en la provincia. Lo que no se sabía, porque las fuentes oficiales no lo comunicaron, es que estábamos ante un inesperado ejemplo de reciclaje, más allá de la ecología.
Los clubes de alterne, los torrentianos «puticlús», son una de las variedades más visibles, pero ni mucho menos las únicas, de los sórdidos prostíbulos de siglos pasados que en el XXI se mantienen como negocios a la luz del día y, sobre todo, al caer de la noche.
En la ciudad de Guadalajara hay algún prostíbulo más que notorio y que no han clausurado jamás los alcaldes del PP o del PSOE, que en eso usan por igual el papel de fumar para lo que el lector ya se imagina.
Pues bien, el antiguo «Bellavista» de la A-2, que llegó a conocer una última etapa como night club bajo la advocación de San Gregorio, sí que cerró sus puertas. No por decisión gubernativa, sino por causas imaginamos que más coyunturales.
Y a puerta cerrada, pero con okupante chino, es como en los últimos tiempos habían encontrado para el vetusto inmueble su nueva utilidad: el cultivo de droga en su interior. Dar cariño a la plantas de cannabis sativa está más perseguido que hacer lo propio, previo pago, con los puteros.
El resto es más conocido, porque de eso informó extensamente LA CRÓNICA.
Al ciudadano chino le incautaron cogollos por incauto, ya que una patrulla de la Guardia Civil le vio deambulando por el exterior del antiguo puticlub con una caja en las manos. De ahí a percibir el intenso olor a «maría» que emanaba del interior de la casa sólo había un paso… o unos cuanto más. Eran 1.228 plantas las culpables.
El cuidador ha caído. Los responsables más altos, no. En eso también el negocio de la prostitución y el del cultivo de marihuana guardan semejanzas.