Los que no son periodistas y se empeñan en decir a los que intentan serlo cómo deben ejercer su oficio no dejan de recordarles que lo importante es pisar la calle para poder informar de lo que allí ocurre. Ellos ignoran que no por estar más cerca del protagonista de una información se está más cerca de la verdad.
Y sin embargo, a veces es la calle la que se mete en el periódico.
Esta mañana, cuando el primer redactor llegó a LA CRÓNICA, él ya estaba allí. De todo su ser sólo asomaban un par de botas, bajo el reguño indefinible que lo cobijaba.
Dormía, parece que malamente, sobre un banco de la plazuela.
Malamente, porque de vez en cuando recomponía la postura para no clavarse siempre la misma arista de la misma madera.
Malamente, porque dormir al raso no es cómodo ni para los hijos pijos hartos de cocaína y billetes de 100 euros que quieren vivir de sus padres mientras ellos no tengan el prudente acierto de morirse.
Malamente, sin Rosalía que le cante, porque estar solo y llevar toda tu vida encerrada en una maleta no es lo que una madre desea cuando pare.
Bastaba asomarse a la ventana con una cámara provista de teleobjetivo para hacer la foto y dejarlo todo reflejado, como mandan los cánones. Ahí está la imagen. Aquí está la noticia.
Cuando pasen 24 horas y un poco más, en ese mismo banco se sentarán peñistas ahítos de alcohol. Puro éxtasis.
Cuando pase un día más, los tres viejos marroquíes que visten sayones y añoranzas seguirán charlando ahí, tras cumplir en la cercana mezquita con lo que manda su religión.
Cuando pase una semana o un mes o un año seguiremos sin saber quién era ese hombre que dormía en un banco, ni sus porqués, ni sus sueños, ni sus pesadillas. Mala información, siempre incompleta. Como es costumbre.
Al menos esta vez no es una nota de prensa copiada y pegada lo que se escribe, ni la declaración fatua de un político, ni la estadística mal interpretada que a casi nadie interesa. Porque detrás de un clic no siempre hay un lector inteligente, que aquí la culpa estaría mejor si estuviese repartida.
El periodista, siempre por encima del bien y del mal, ni siquiera bajó a la calle para darle las gracias a aquel sujeto por haberle facilitado una noticia más auténtica que todas las que estaban por venir ese día, el de la fiesta mayor de la capital donde él tambien a veces vive y a veces duerme.
Esto es Guadalajara y su noticia el 8 de septiembre de 2019, día de la Virgen de la Antigua, Patrona de la Muy Noble y Muy Leal ciudad que nos cobija.
Cuando el periodista volvió a asomarse, el hombre ya no estaba.