El grupo de investigación ‘Invasiones Biológicas’ (InBio) lleva funcionando desde el año 2009. Actualmente está formado por cuatro investigadores de la plantilla del Departamento de Ciencias de la Vida (Álvaro Alonso, Asunción Saldaña, Elena Granda y Pilar Castro Díez-coordinadora-), además de un doctorando (Alberto Romero Blanco), un investigador postdoctoral (Adrián Lázaro Lobo) y dos asistentes de investigación (Paula Cruces y Álvaro Lázaro). Además, colaboran habitualmente con investigadores de otras instituciones españolas y pertenecen a InvaNet, una red de investigadores españoles en invasiones biológicas.
El grupo InBio centra sus estudios en especies exóticas (especies originarias de regiones remotas que han sido introducidas en otra región), sean o no invasoras (con capacidad para expandirse lejos de la zona de entrada, desplazar a especies nativas y alterar los ecosistemas). Sus últimos estudios se han enfocado en los impactos de estas especies en los ecosistemas y en los servicios que éstas prestan a la sociedad. Por ejemplo, en los ecosistemas acuáticos, han estudiado cómo un caracol acuático invasor, originario de Nueva Zelanda, Potamopyrgus antipodarum, altera los ecosistemas. Debido a la altísima densidad que pueden alcanzar sus poblaciones, esta especie desplaza por competencia a otras especies de invertebrados acuáticos; aunque este caracol es consumido por peces nativos, la alta resistencia de su concha lo convierte en un alimento poco digerible. No obstante, han encontrado algunos efectos beneficiosos para la sociedad, como su capacidad para diluir la incidencia de ciertas enfermedades parasitarias o su idoneidad como organismo modelo en toxicología ambiental.
En el ámbito de los ecosistemas terrestres, han descubierto que las plantas invasoras tienden a acelerar los ciclos de nutrientes y a incrementar la cantidad de nitrógeno almacenado en los ecosistemas. También han visto que los árboles exóticos contribuyen a mitigar el cambio climático mediante la absorción de CO2 atmosférico, a controlar la erosión del suelo, a promover su formación y su fertilidad, aunque, al mismo tiempo, pueden aumentar el riesgo de incendios. A escala nacional, han constatado que la mayoría de las especies exóticas de áreas forestales de España están expandiendo sus poblaciones, aunque las que tienen más éxito son los que toleran mejor la sequía. Actualmente, estudian la capacidad de los árboles exóticos y nativos de España de retirar carbono de la atmósfera y almacenarlo en su biomasa y en el suelo, así como los efectos del cambio climático sobre estos procesos. Con ello contribuyen a una mejor gestión de los bosques encaminada a mitigar los efectos del cambio climático.
En cuanto a las dificultades que el grupo tiene, la más patente es la complejidad de compatibilizar la actividad investigadora con una alta carga docente y una creciente carga de trabajo burocrático. Por otro lado, los contratos de investigación de los que suelen disponer son breves y cuentan con una financiación discontinua, asociada a proyectos de 2-3 años. De ahí que su principal factor limitante sea la escasez de recursos humanos, lo que limita las posibilidades de realizar campañas de campo intensas, en lugares lejanos a la universidad, o de realizar estudios a largo plazo.
El trabajo de concienciación e información del grupo también es muy importante, ya que dar a conocer los impactos ecológicos y socioeconómicos de las especies exóticas invasoras es fundamental para concienciar a la sociedad de la importancia de hacer un uso responsable de las mismas y evitar la introducción de nuevas especies. Por ejemplo, es habitual que muchas familias compren una mascota (una tortuga, un periquito, un mapache, etc.), pero cuando el animal crece o cuando se cansan de él puede terminar abandonado en el medio natural. Esto constituye un acto irresponsable hacia la mascota y los ecosistemas, ya que el animal exótico puede competir con las especies nativas, depredarlas o transmitirles enfermedades.
Atentos a nuestros jardines
Igualmente, hay que ser cautos con las plantas exóticas que seleccionamos para nuestros jardines, pues algunas de ellas pueden ser portadora de enfermedades, o podrían perturbar el funcionamiento del ecosistema nativo si se establecieran en él.
Por otro lado, el conocimiento que generan sobre la diversidad de servicios que aportan los bosques exóticos y nativos contribuye a mejorar su gestión y a minimizar conflictos de interés. Por ejemplo, las plantaciones de eucaliptos generan beneficios para los sectores económicos que obtienen productos de ellas. Sin embargo, estas plantaciones pueden alterar las propiedades del suelo y promover los incendios, sobre todo si no están bien gestionadas. Por ello, la administración debe ser consciente de todos los perjuicios y beneficios que generan a corto y a largo plazo, de cara a promover políticas y planes de gestión que contemplen a todos los potenciales sectores beneficiados y perjudicados por estas especies.
Por último, en el contexto actual de cambio climático, conocer la respuesta de las diversas especies frente al calentamiento o a eventos climáticos extremos puede anticipar problemas, como el decaimiento de masas forestales, y aportar directrices de gestión que minimicen los riesgos.
Los resultados de sus investigaciones se publican en revistas científicas de ámbito internacional, así como en congresos científicos, tanto nacionales como internacionales. La comunicación hacia la sociedad general (divulgación) se realiza participando habitualmente en eventos de divulgación científica, como la Semana de la Ciencia, o la Noche de los Investigadores, en revistas de divulgación científica, entradas en blogs de divulgación, tweets, YouTube, etc. Asimismo, difunden a través de redes sociales (Twitter, Facebook, en el perfil ‘Especies Invasoras’) y en su página web, algunos de sus resultados más relevantes.