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21 noviembre 2024
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Un cuadro del Museo del Prado tienes que olerlo, no sólo verlo

Hasta el 3 de julio, quienes contemplen "El Olfato" en la pinacoteca madrileña no se guiarán sólo por sus ojos, sino también por lo que les dicte la nariz. Ahora, lo de asomar la nariz por el Museo del Prado es algo más que una castiza expresión.

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El Olfato, de Jan Brueghel el Viejo y Rubens, ya es por sí mismo un cuadro excepcional. Además, desde este lunes, 4 de abril, quienes lo contemplen en el Museo del Prado no se guiarán sólo por sus ojos, sino también por lo que les dicte la nariz. 

Hasta el próximo 3 de julio, este lienzo protagoniza “La esencia de un cuadro. Una exposición olfativa”, de la que es responsable Alejandro Vergara, jefe de Conservación de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte del Museo Nacional del Prado, y Gregorio Sola,
Perfumista senior de Puig y Académico de la Academia del Perfume, quien ha creado 10 fragancias relacionadas con elementos presentes en la pintura. Ahora, lo de asomar la nariz por el Museo del Prado es algo más que una castiza expresión.

La cosa es seria, aunque pueda resultar divertida. Y no es ninguna broma, porque estamos hablando del arte y las sensaciones. En esta obra, que evoca el jardín de árboles y plantas
singulares que Isabel Clara Eugenia y su marido tenían en Bruselas a principios del siglo XVII, se representan más de 80 especies de plantas y flores. También andan por ahí algunos animales relacionados con el olfato, como el perro sabueso o la civeta, así como diferentes objetos relacionados con el mundo del perfume: guantes perfumados, recipientes con sustancias fragantes, un ambientador que se calienta en un lujoso brasero y alambiques para destilar las esencias.

Como decimos, el perfumista Gregorio Sola ha creado 10 fragancias relacionadas con elementos presentes en la obra El Olfato, que es parte de la serie de Los cinco sentidos que Jan Brueghel el Viejo pintó en 1617 y 1618 y en las que las figuras alegóricas fueron realizadas por su amigo Rubens.

Así, el perfume Alegoría nos invitará a detener la mirada sobre el ramillete de flores que huele la figura alegórica; Guantes, reproduce el olor de un guante perfumado de ámbar según una fórmula de 1696; Higuera nos animará a reconocer esta planta en la escena; Flor de naranjo, dirigirá nuestra atención hacia los alambiques se usaban para destilar este producto… y así, hasta 10 fragancias que acompañan al sentido de la vista.

El autor, su obra… y los aromas

La serie, que se expone en la misma sala, probablemente fue un encargo de la infanta Isabel Clara Eugenia y de su esposo Alberto de Austria. La pareja eran los soberanos de los Países Bajos meridionales, para quienes Brueghel trabajó como pintor de corte.

Los objetos que se ven en estas escenas reflejan el coleccionismo y gusto de las cortes europeas de la época. En 1636 los cinco cuadros se encontraban en Madrid, en la colección del rey Felipe IV, quien los instaló en una sala decorada con dos estanterías de ébano y bronce junto a cuadros atribuidos a Durero, Tiziano y Patinir entre otros. Se encontraban entre las principales joyas del monarca.

Brueghel fue uno de los pintores más apreciados de su tiempo. Hijo de Pieter Bruegel (padre e hijo escribían su nombre de forma diferente), se formó con su abuela, la miniaturista Mayken Verhulst. De 1589 a 1596 residió en Roma, Nápoles y Milán y trabajó para Ascanio Colonna, (también patrono de Cervantes) y Federico Borromeo, entre otros. Este último escribió que su pintura reflejaba la belleza y variedad de la naturaleza.

La mayor parte de la carrera de Brueghel se desarrolló en Bruselas y Amberes. Fue uno de los primeros especialistas en pintar flores. En una ocasión afirmó que tardaba en finalizar sus cuadros porque incluían especies que florecían en diferentes épocas del año. Su particular manejo de la pasta pictórica evoca la consistencia de las formas vegetales y nos transmite una asombrosa empatía con ellas. 

Uno de los difusores empleados para recrear los aromas de El Olfato, de Jan Brueghel el Viejo y Rubens. (Foto: Museo del Prado)
Uno de los difusores empleados para recrear los aromas de El Olfato, de Jan Brueghel el Viejo y Rubens. (Foto: Museo del Prado)

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