Es apenas un metro cuadrado de lienzo. Para los amantes de los grandes formatos, el Museo Nacional del Prado guarda ejemplos inmensos en sus proporciones y también en su valor artístico, mucho más grandes. Pero quien quiera tomarse unos minutos para leer esta noticia podrá encontrar motivos, sobrados y relevantes, para darse una vuelta cuanto por la pinacoteca. Más concretamente, por la sala 7A del edificio Villanueva. Desde ahora, más de cuatro siglos después de que saliera del taller del pintor, este David vencedor de Goliat ha cobrado nueva vida. Toda la que tenía en un principio, dando a lo claroscuros de este óleo su auténtico valor.
El paso del tiempo y las anteriores restauraciones se habían hecho notar, enterrando la composición bajo capas de suciedad y de barnices oxidados y desvirtuando la relevancia del fondo. Ya apenas se podían distinguir en ambas figuras las zonas fuertemente iluminadas.
Como destacan desde el propio museo «la tonalidad amarillenta del viejo barniz transformaba el cromatismo original de Caravaggio aportando a los tonos claros y luminosos de las carnaciones y las vestiduras una gama cálida que alteraba totalmente a la idea del artista. A su vez, la pérdida de transparencia del barniz desdibujaba los volúmenes y eliminaba los elementos situados en el fondo o en la penumbra. En estas condiciones tan solo se podía apreciar la escena representada por Caravaggio de forma parcial».
Este es el antes y el después:
Los estudios técnicos de reflectografía infrarroja y radiografía han permitido conocer el estado de conservación de la pintura y el proceso creativo del artista.
Gracias a su excelente estado de conservación se pueden apreciar las veladuras y los medios tonos, capas sutiles y frágiles que encierran una gran información sobre la técnica del genial artista.
En cuanto al proceso creativo, se advierten cambios notables en la composición como el asombroso rostro de Goliat aún vivo, con una expresión dramática, con los ojos desorbitados y la boca abierta en un gesto de espanto. Uno de los elementos más impactantes fue el cuerpo en escorzo de Goliat, concretamente sus nalgas en la zona de la derecha del cuadro, continuando con su pierna, que aparece levantada por detrás de David hacia la parte superior del cuadro, una imagen que muestra el cuerpo derrotado de Goliat tras ser alcanzado por la honda del joven pastor. Igualmente se recupera el espacio que rodea la cabeza de Goliat y su pecho apoyado en el suelo, así como el brazo que pasa por detrás de la pierna de David saliendo hacia delante con el puño de su mano.
Otro elemento totalmente insospechado y que ha aparecido con la limpieza ha sido la luz clara que rodea la cabeza del joven, una luz que queda cortada en diagonal por una sombra oscura que da la dimensión del espacio del fondo. También la limpieza ha dado como resultado la recuperación de los sucesivos planos de la composición y del aire que circula alrededor de la figura de David, antes inexistentes. Además, puede apreciarse la complejidad de la composición por el pequeñísimo espacio en el que Caravaggio ha colocado a los dos personajes, en un espacio rectangular como si de una caja profunda se tratase.
Gracias al estudio radiográfico se ha podido advertir la existencia de dos daños muy concretos que debieron producirse de forma accidental. El de mayor importancia se encuentra en la manga de la camisa de David y el otro en su rodilla continuando por el hombro de Goliat. Ambos presentaban restauraciones muy antiguas que invadían la pintura original, recuperada en la actual restauración con la eliminación de los repintes. Las faltas de color de estas dos zonas se integraron en la superficie pictórica mediante el proceso de reintegración cromática.
En palabras de Almudena Sánchez, responsable de la restauración de esta obra: “Esta restauración nos muestra un nuevo Caravaggio, aportándonos una imagen de la pintura hasta ahora desconocida, la auténtica imagen de esta gran obra maestra que después de tanto tiempo en la sombra, recupera la luz con la que fue concebida”.