Parece un cuento de Navidad, pero en dramático. Nada de optimismo o ternura y sí un torrente de aparente sinrazón. Todo tan absurdo como que un asesinato en la provincia de Guadalajara, ocurrido el 25 de diciembre de 2024, pase desapercibido durante semanas, sin una reseña que llevarse a los ojos.
A que lo sucedido pasara desapercibido ha ayudado, obviamente, la falta de comunicación oficial y que en este suceso se vieran implicadas dos comunidades autónomas. Y las fechas navideñas, con sus vacaciones para el cada vez más menguado personal de las ya casi inexistentes redacciones.
Lo incontestable es que el pasado día de Navidad acababa con su vida un hombre de 61 años, al lanzarse a las aguas del embalse de El Atazar. El suicida eligió ese paraje próximo a la localidad madrileña de Buitrago de Lozoya después de asesinar a su madre, de 94 años de edad, en su domicilio de El Casar. Hay más de 40 kilómetros entre uno y otro lugar. Los hechos han sido confirmados por LA CRÓNICA en fuentes cercanas a la investigación.
El cadáver del hombre fue recuperado después de varias horas. El de la infortunada presentaba síntomas evidentes de haber sido asfixiada. Las posibles explicaciones para lo inexplicable estaban dentro de un sobre, al lado de la fallecida.
Un suceso que no enturbió las festividades navideñas, por su desconocimiento general, y que en el día de Reyes nos devuelve crudamente a la realidad, al menos para los lectores de este periódico.