A la 11 de la mañana de este jueves comenzaba en la concatedral de Santa María la misa funeral por el alma de Francisco Tomey Gómez, el destacado político fallecido en la madrugada del miércoles en Guadalajara. El féretro estaba cubierto por la bandera de España
En el templo se han dado cita un gran número de cargos políticos de las últimas décadas del PP. De otros partidos la presencia ha sido mucho menor, entre ellos el también expresidente de la Diputación Provincial por el PSOE, José Carlos Moratilla o José Alonso, exconcejal socialista en el Ayuntamiento de la capital. No han faltado numerosos amigos del finado y funcionarios de la institución que presidió durante 16 años.
Como viene informando LA CRÓNICA, Francisco Tomey fallecía de un infarto en la madrugada del 2 de octubre de 2024.
Como semblanza de su figura, recordamos algunas de las líneas escritas poco después de trascender la noticia por el director de este periódico, Augusto González Pradillo:
A sus 78 años, mantenía sin ningún menoscabo la lucidez que siempre le caracterizó, algo que acreditaba ante cualquiera de sus muchos conocidos, tras una trayectoria política que le convirtió durante dos décadas en forjador de buena parte de la Guadalajara que aún conocemos.
Desde la presidencia de la Diputación Provincial, entre 1983 y 1999, consolidó el poder territorial del Partido Popular en una dimensión que no se ha repetido. Eran los tiempos en que la política se hacía a golpe de teléfono desde un despacho de la casa-palacio de la Plaza de Moreno o a pie de calle y de plaza de pueblo, indistintamente.
En aquellos años previos a la telefonía móvil y tan lejanos aún del auge de las redes sociales, pudo y supo mantener una entente con la otra figura política de aquellos años, el socialista Javier de Irízar, que ocupaba la Alcaldía de la capital. Entre ambos muñeron acuerdos y entendimientos bien diferentes a los radicales enfrentamientos que hoy son habituales.
En aquel PP sucesor de AP, si a Manuel Fraga se le asociaba con la red de paradores que instauró, a Paco Tomey se le identificó durante mucho tiempo con su empeño de que ningún pueblo de Guadalajara careciera de un frontón, a cargo de la corporación provincial. Lo logró, como otros objetivos de más enjundia en los ya muy lejanos tiempos del canon energético, esa fuente de ingresos institucionales que pasó a peor vida. La presencia de la Diputación en la ciudad de Guadalajara (polideportivo San José, Centro San José, escuelas, conservatorio…) fue otra prueba, una más, de su astucia política, con su punto de osadía.