Patrulla de la Guardia Civil en la CM-1001, cerca del lugar de la incautación, en una imagen de 2012. (Foto: Google Maps)

Ajeno a la despoblación que asola el norte de la provincia de Guadalajara, esa Serranía que sólo revive en parte durante los fines de semana, un búlgaro de 30 años se mueve por una carretera autonómica con una furgoneta llena de trastos. El carácter minucioso de los agentes de la Guardia Civil que le echaron el alto, junto con su buen olfato en sentido literal y figurado, hicieron ver que ahí había algo más que un conductor un tanto extraño y en tránsito.

Tanto fue así que el conductor terminó detenido por transportar nada menos que 66 kilos de cogollos de marihuana cuando circulaba por la carretera CM-1001, a la altura del término municipal de La Toba.

El «buen olfato» de los agentes

Todo se desarrolló hacia la una y media de la tarde del pasado lunes, 6 de junio. Una patrulla, con base en Cogolludo, procedió a identificar al conductor de un vehículo a la altura del kilómetro 46, un sujeto que se mostró muy nervioso y con muy poca capacidad y ganas de hablar en español.

Al abrir la puerta trasera de la furgoneta, menos dudas y más certezas: los dos guardias civiles comprobaron que desprendía un fuerte olor, presumiblemente a marihuana, por lo que decidieron trasladar a esta persona y su furgoneta a las dependencias de la Guardia Civil en Cogolludo, para realizar un registro más exhaustivo, ya que a simple vista sólo se apreciaba un enorme revoltijo.

Una vez en las dependencias policiales y tras descargar la mercancía, realizaron una minuciosa inspección del vehículo, hasta dar con un doble fondo. Fue al retirar los paneles de la furgoneta cuando afloraron 55 paquetes, con un peso «estándar» de 1.200 gramos cada uno, que contenían cogollos de marihuana listos para su distribución. Dieron un peso total de unos 66 kilogramos.