Torra, presidente de la Generalidad de Cataluña, fue el elegido por Europa Press para el primer desayuno informativo tras el verano. Madrid, Paseo de la Castellana y hotel Villamagna. Prensa. Poca compañía. Ausencias medidas. Seguridad doble, por ataques y fugas. ‘Pato cojo’ en Moncloa. Reojo al reparto de poltronas. Y, ¡cojón de pato!, el Procés con sentencia.
Importaban las ausencias, que eran muchas y mostraban la falta de armonía en el revoltijo de grupos y siglas que bullen en Cataluña entre ERC y los restos de CiU.
Torra empezó agradeciendo que le permitieran mostrarse tal cual, sin el maltrato que cree hay contra él. Saludo y pinceladas biográficas: Quiso ser editor de libros, no político; y trabajó en Suiza. Después, inmersión en el victimismo plañidero clásico. De cabeza. Desde una visión deformada que usó como motivo para una decisión personal: Se implicó en el independentismo “tras la humillación que supuso la sentencia contra el Estatut”.
Aunque licenciado en Derecho, prescindió de la realidad jurídica para, atrabiliario, lanzarse a un discurso impropio de la autoridad del Estado que es. Con preguntas y frases fuera de sitio. Pero sin propuestas. Ni respuestas. “¿Por qué unos políticos deciden emprender el movimiento hacia la independencia? ¿Respeto a la lengua? La sentencia del TC implicaba la ruptura de Cataluña con España y hace que Cataluña mute hacia el independentismo. La ley es la ley, pero hay derechos y libertades que están por encima de la ley. Con el hachazo al Estatut se da marcha atrás. En 2017 se rebasaron todas las líneas rojas contra un pueblo que quería votar. Violencia de la policía. Sánchez pidió a Rajoy lo que ahora él no da. Frente a las urnas, porras y ley.
Hasta el momento el plañido era sólo esperpento. Después, en el gimoteo metió la sentencia del Tribunal Supremo sobre el Procés, que espera próxima. Y siguieron las preguntas, pero con amenazas: La sentencia contra nuestros compañeros presos, si no es absolutoria, abrirá una nueva etapa ¿Por qué Cataluña quiere hacerse una república independiente? Las propuestas y valores que nos mueven son democracia, republicanismo, derechos humanos y resistencia civil ¿Cuánta democracia es capaz de asumir el gobierno español? ¿Por qué rendirse? El republicanismo permitirá una salida. Ni el pueblo catalán ni yo aceptaremos ninguna sentencia que no sea absolutoria. Si no se les deja libres (a los presos) no lo aceptaremos. Lo volveremos a hacer. Es mi deber y lo cumpliré. Con esta sentencia, España demostrará su calidad democrática. Como president daré una respuesta a la sentencia con un programa que vuelva a poner la independencia como objetivo. Hace 15 meses votamos la censura contra Rajoy. Le dimos la confianza a Sánchez, fue un reto. En reunión con Sánchez reconocimos que había problema político, no penal. Planteamos 21 puntos a Sánchez. Un relator. Las 300 propuestas actuales de Sánchez son un retroceso. En consecuencia, no podemos dar nuestra confianza y haremos lo que creamos mejor.
Ahí acabo el discurso. En el turno de preguntas, más de lo mismo. Con algunos apuntes sacados por el director de Europa Press: ERC puede tomar su decisión. No se atrevió a oponer: La voluntad popular a la legalidad; el derecho de España a defender el soberanismo. La imposición del independentismo a los catalanes no independentistas. Ni la ruptura social a la concordia. Rehusó precisar si va a asistir al juicio por los lazos amarillos, donde está investigado. Contrario al objetivo de déficit y medidas fiscales. Si hubiera condena (a los políticos presos), más allá de las multas y amenazas con las que el Estado pretenda alterar el mandamiento de los catalanes, le preocuparía que el presidente del Gobierno no defendiera el derecho de los ciudadanos catalanes. Cree que no hay riesgo de ruptura entre convergentes y que de las facciones residuales de CiU debe salir un partido. No se tendría que haber producido presión para los políticos; no puede aceptar que sea un juicio justo (Ante la afirmación de que los presos no están presos por capricho, sino por lo que han hecho).
Acabó con tres respuestas, tres trallazos, que definen a Torra:
1- Hemos estado pensando cómo va a ser la respuesta institucional a la sentencia, luego habrá una reacción popular, será la desobediencia civil; hay derecho a la huelga y a la libertad de expresión.
2- Respecto a un nuevo referéndum, consensuar si hay un objetivo de independencia y no aceptar una sentencia condenatoria antes de decidir qué herramientas usar.
3- Sobre su disposición a saltarse la ley, su deber y lealtad es frente a los catalanes.
Una vez más, la misma sensación de otras veces. Plañidos fuera de onda.
Convenía conocer la opinión de un político catalán joven, que ha de encarar el futuro. Localizado, apretón de manos y pregunta a bocajarro:
– No. Conozco la situación; y a Torra.
En la calle había seguridad. Pero no miembros del Gobierno haciendo honores, ni representantes de la oposición. Ni siquiera el apoyo, como otras veces, de ERC.
El discurso, preocupante en persona y situación distintas, había unido la situación de unos políticos presos a la sentencia sobre el Procés del Tribunal Supremo, que se espera; y a una reacción popular peligrosa. Parecía, y era, una amenaza evidente. Pero Torra preside la Generalidad de Cataluña en una situación tan especial que le resta auctoritas (sustituye al fugado Puigdemont). Por si fuera poco, cargó su monserga con un contenido opinable.
Como resultado: Torra, amenaza y esperpento.