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20 noviembre 2024
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Toros en Alcalá: Sí, se puede

En Alcalá no hubo gritos políticos sino aplausos cerrados: los primeros, en memoria de los muertos por la pandemia; después, hasta hacer salir al tercio a Javier Cortés, tan castigado por la mala suerte; a partir de ahí, aplausos merecidos para festejar el empeño de tres toreros honestos y la boyantía de al menos dos de los astados traídos por Victorino Martín.

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Al grito de «Sí, se puede», se llenaron las plazas de media España hace años. En 2021, son otras plazas las que se van llenando porque, en efecto, sí se puede. A diferencia de lo que ha ocurrido con Guadalajara, en Alcalá de Henares un empresario ha puesto en pie dos corridas de toros de las que merece ir a ver. Y allí estaban este sábado, en justa correspondencia, aficionados alcarreños con ganas de vitorinos.

En «La Estudiantil», que es como dan en llamar a este coso, no hubo gritos políticos sino aplausos cerrados: los primeros, en memoria de los muertos por la pandemia; después, hasta hacer salir al tercio a Javier Cortés, tan castigado por la mala suerte; a partir de ahí, aplausos merecidos para festejar el empeño de tres toreros honestos y la boyantía de al menos dos de los astados traídos por Victorino Martín.

«Hermenéutico» se llamaba el toro con el que las corridas volvían a Alcalá después de 6 años, 6 de ausencia. «Hermenéutico», sí, para que luego digan que los nombres de los toros se ponen por joder o, si acaso, por molestar. En fin… el que no sepa lo que significa hermenéutico, que lo busque en el diccionario.

A semejanza de la centenaria plaza de Las Cruces, la todavía muy joven de Alcalá sufre también un grave deterioro, por la desgana municipal de mantener en orden su propio patrimonio. El ruedo, en cambio, estaba de lo más pintón, perfecto para la lidia. Y lidia hubo, salvo en el sexto.

Cariño para Javier Cortés

Era el día destinado para que Javier Cortés triunfara, a favor del cariño del público y tras la machada de hacer el paseíllo con la cornada fresca de la víspera, en salva sea la parte. Pero el que salió a hombros fue Román.

Cortés demostró que en ese cuerpo menudo y de apariencia frágil hay encerrado un torero cabal. El de Getafe dejó sin picar a su primero. «Torero, la faena no te la quita nadie», le grito un espectador desde el tendido tras el pinchazo cobrado en su primera entrada para matar. Vano temor. Al segundo intento, una estacada de efecto fulminante llenaba de pañuelos los tendidos, como colofón a una faena entregada, con series abrochadas por magníficos pases de pechos. En su segundo, un cardenito apañado con la monovara que ya es norma incluso para los albaserradas, todo intento de naturales se quedaba en las zapatillas y no hubo forma. Los seis pinchazos, además, terminaron de zanjar el asunto y de hurtarle la puerta grande a la que aspiraba.

Parece un grabado antiguo pero es Javier Cortés en Alcalá, el 28 de agosto de 2021, toreando un vitorino, la muleta bien baja y el hocico del toro haciendo surcos en la arena. (Foto: La Crónic@)
Parece un grabado antiguo pero es Javier Cortés en Alcalá, el 28 de agosto de 2021, toreando un vitorino, la muleta bien baja y el hocico del toro haciendo surcos en la arena. (Foto: La Crónic@)

Puerta grande para Román

Fue Román, decimos, el que se llevó el triunfo de la noche, porque la velada fue a la luz bastante mortecina de los focos. Y al torero valenciano, que se pierde a veces en el bulle bulle de intentar alegrar a los tendidos por la tremenda, hay que reconocerle un mérito superlativo: abrir el tercio del tercero con tres tandas de naturales largas y sentidas… ante «Escritor», un jovencito nacido en febrero de 2016. Poco antes, los aficionados ya se habían calentado la manos de aplaudir al joven varilarguero que dejó el puyazo de la corrida y los dos grandes pares de Antonio Molina. Y aplausos, también, para el toro en el arrastre. En el último, cuya lidia fue un desastre, el inesperado estoconazo le dio una oreja al valenciano y le abrió la puerta grande, una más para la estadística.

Rafaelillo fue capaz de sobrevivir a las 14 costillas rotas en la terrible cogida de Pamplona, en 2019, en los ya lejanos tiempos previos al coronavirus. Ahí sigue el diestro murciano: da gusto verle entero, tan de una pieza como siempre. A él le correspondió el único vitorino áspero de la corrida, el que abría plaza. En su caso, la ovación llegó por el mero hecho de llevárselo a los medios con un trasteo del que salió indemne. Imposible hacer faena, recibió una ovación desde el tercio. En el que hacía cuarto, el mérito no estuvo en porfiar sin logro alguno pero sí la estocada, pura verdad.

A estas alturas de la pandemia y del telediario, o la fiesta se recompone o se descompone. La tauromaquia, desde su propio nombre, tiene en la casta brava su esencia. Hace un par o tres de lustros, un vitorino cinqueño era imposible de torear, cuando los cuatreños eran todos puras alimañas con dinamita en las venas. Sobre la arena lo que había esta vez era ganado próximo al sexto cumpleaños en el dehesa, de no haber encontrado forma de venderlos antes del matadero. Y sin embargo, pocos fueron los apuros vistos, para lo que sus ancestros solían.

El toro bravo y la fiesta que en él se sustenta están, como casi siempre han estado, en una encrucijada. Habrá que ver si de esta también sale.



Plaza de toros “La Estudiantil” de Alcalá de Henares.

Sábado 28 de agosto. Menos de media entrada en el aforo permitido.
6 Toros de Victorino Martín, parejos en su correcta presencia y de buen juego en general. Destacaron la clase del cuarto, el buen pitón derecho del segundo y la bondad del tercero.
Rafaelillo (rosa y oro): Ovación y oreja tras aviso.
Javier Cortés (grana y oro): Oreja y ovación.
Román (rioja y oro): Oreja y oreja. Salió a hombros.

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