Thomas Keil nunca se cansa de esta experiencia: durante el viaje de subida al Hafelekar hay que atravesar a menudo una espesa capa de niebla antes del momento mágico: la cabina sale de las nubes y entra en un mundo soleado con un cielo de color azul intenso. “Este cielo…”, cuenta entusiasmado, “los días de buena visibilidad desde aquí se ven casi todas las montañas de Karwendel. Y a los pies, el valle”.
Experiencias como estas enriquecen la vida laboral diaria de Keil desde hace 18 años: empezó como maquinista en los remontes del Kitzsteinhorn de Kaprun, y en el año 2015 llegó a Innsbruck. Aquí trabajó primero como revisor en el funicular Nordkettenbahn y ahora ya es subdirector. “Me gusta trabajar con las personas que nos visitan”, cuenta, “y con mi cargo tengo la suerte de tener un trabajo que combina a la perfección el contacto con la gente y la tecnología”.
Vistas sobre las montañas de Karwendel
“UN MAR DE COLORES”
La cordillera Nordkette destaca sobre todo por sus grandes contrastes – sin duda una razón por la cual es casi un lugar de culto entre los habitantes de la región. “La Seegrube es un mar de colores durante el otoño”, dice Keil, “y más arriba, en Hafelekar, por encima del límite del bosque, en septiembre el paisaje ya empieza a teñirse de blanco.” Un cálido veranillo de San Martín y las primeras nevadas, la animada vida en las calles de Innsbruck y la serena cruz en la cima de una montaña, el ajetreo de la ciudad y el silencio total: todo a pocos minutos en funicular. Se puede decir sin riesgo a equivocarse: Keil trabaja donde otros pasan sus vacaciones.
ESPECTACULAR TECNOLOGÍA
Thomas Keil es el responsable de un conjunto de funiculares realmente extraordinarios: el funicular Hungerburgbahn, con su futurístico diseño de la famosa arquitecta Zaha Hadid, lleva a los visitantes de la ciudad desde el centro hasta el mundo de alta montaña. Allí los pasajeros hacen un transbordo para continuar el viaje de subida con el funicular Nordkettenbahn hasta la estación de Seegrube y, finalmente, a la estación de Hafelekar, la puerta de entrada a las montañas de Karwendel. Tiempo total del viaje desde el centro de la ciudad hasta la cumbre: media hora escasa.
«Más arriba, en el Hafelekar, por encima del límite del bosque, en septiembre el paisaje ya empieza a teñirse de blanco”.
SUAVES COLINAS Y ABRUPTA BELLEZA
Keil ha vivido en pocos sitios donde el cambio de estaciones se presente de forma tan sorprendente como en el parque natural Karwendel. En el mismo sitio donde la cordillera Nordekette puede acumular entre seis y siete metros de nieve durante un “buen invierno” y las pistas se llenan de esquiadores alpinos y snowboarders, en verano el paisaje se convierte en un paraíso verde cubierto de prados sembrados de flores silvestres y grandes extensiones de bosques de pino. Y entre las dramáticas formas rocosas de las cumbres, el cielo de un color azul intenso que solo se ve en las montañas.
Quienes busquen un reto deportivo, pueden subir desde la ciudad a las cumbres de la cordillera por diferentes rutas bien señalizadas. Una ruta considerada bastante fácil es el camino “Perspektivenweg”, que empieza en la estación Seegrube, a 1.900 metros de altitud. El recorrido no exige una gran forma física y ofrece a los senderistas diferentes plataformas-miradores para poder disfrutar de unas vistas de ensueño a lo largo de la ruta.
Para los viajeros que suban con el funicular Nordkettenbahnen hasta la estación Hafelekar, Keil tiene una recomendación personal: a 15 minutos de la estación superior hay una vía ferrata que permite escalar de cumbre en cumbre. ¿Pero no hay demasiada gente? Keil sonríe: “Los senderistas son en gran parte habitantes de la región. Muchos de los turistas suben aquí para disfrutar del sol en las terrazas.”
Invierno en la cordillera Nordkette
Prados alpinos
ÍBICES SALVAJES VISTOS DE CERCA
¿Es necesario subir hasta grandes altitudes para familiarizarse con la flora y fauna alpina? ¡En absoluto! El Zoo Alpino – el gran zoo al aire libre de Innsbruck situado al pie de la cordillera Nordkette – alberga un gran número de animales salvajes, entre ellos, linces, águilas y marmotas. Algunas de estas especies se pueden observar en libertad, con un poco de suerte.
Al igual que el grupo de íbices que se acostumbra a poder ver en la entrada de la estación superior del funicular. Allí los animales buscan protegerse del frío en invierno, y en verano encuentran aquí un espacio en la sombra. Pero no acuden aquí solamente por las temperaturas: “vienen aquí para lamer las paredes de cal del edificio protegido de la estación”, cuenta Keil, “les encanta.” A veces, de noche, se puede ver algún que otro zorro. El Karwendel es un entorno salvaje.
Íbice en libertad
MONTAÑAS QUE EMPIEZAN EN LA CIUDAD
La gran variedad de los paisajes naturales – áridos y exuberantes, abruptos y suaves – seduce a los viajeros que acuden aquí. Un clima fresco con mucho sol, un mundo alpino con atractivos valles y cumbres escondidas por la niebla. Montañas que empiezan en la ciudad.
No importa si se trata de habitantes de la región o visitantes venidos desde lejos, con o sin experiencia en montaña y escalada, Thomas Keil recomienda a todo el mundo hacer una excursión a las montañas de Karwendel – y mejor si suben directamente al “Kar”, así es como él llama cariñosamente a la montaña situada a las puertas de Innsbruck.