Ya han abierto sus puertas casi todas las piscinas, públicas y privadas. Según datos facilitados del último balance de ingresos por el director médico del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, el doctor Antonio Juan, “en el año 2022 ingresaron en el hospital ocho personas con lesión medular traumática causada por zambullida. Las ocho personas afectadas fueron hombres, con edades comprendidas entre los 16 y los 47 años, con un promedio de 24,9 años, edad sensiblemente inferior a la de cualquier otro subgrupo de pacientes con lesión medular de causa traumática”. En concreto, “tuvieron lesiones cervicales, en la parte más alta de la columna vertebral”, ha afirmado el director médico del centro, Antonio Juan, quien ha observado que “el 75 por ciento de los pacientes que ingresaron por esta causa se habían lesionado al zambullirse en una piscina, es decir, en un medio aparentemente controlado”.
Las lesiones cervicales son las potencialmente más graves de entre las diferentes lesiones medulares, puesto que las que se producen a la altura de las primeras vértebras cervicales pueden afectar a la respiración, incluso ser causa de muerte.
“En aquellas en las que el paciente sobrevive son causa de diferentes grados de tetraplejia, o sea de afectación de la movilidad de brazos y piernas, además de causar disfunciones en la micción y en la defecación (vejiga e intestino neurógenos) y en la actividad sexual. Por tanto, dejan secuelas que afectan muy seriamente al estilo de vida de las personas que sufren este tipo de lesiones. En el caso de lesiones cervicales incompletas, la recuperación esperable es mayor y menores las secuelas, eso sí, tras una larga y dificultosa rehabilitación”, ha explicado el doctor.
Desde la Federación Nacional ASPAYM, su presidenta Mayte Gallego ha señalado que “año a año vemos cómo estos accidentes de terribles consecuencias se deben no solo a una falta de prudencia, sino a un exceso de confianza”. Para Gallego, “los datos de este año así lo corroboran: lo vemos en el perfil de las personas ingresadas; chicos jóvenes que se lesionan incluso en zonas aparentemente más seguras, como las piscinas frente a los espacios abiertos”.
La presidenta de Federación Nacional ASPAYM insiste en que “es importante moderar nuestro entusiasmo” y ha recordado las dos precauciones esenciales a la hora de lanzarse al agua para prevenir una lesión medular: “Debemos asegurarnos previamente de la profundidad real y tirarnos siempre con las manos por delante”, ha recalcado.
Extremar la precaución
Por su parte, la presidenta de la Sociedad Española de Rehabilitación y Medicina Física (SERMEF), la doctora Carolina De Miguel, ha instado “a toda la población a extremar la precaución en cualquier medio acuático y a seguir dos sencillas pautas para prevenir estas lesiones: conocer la profundidad de la superficie acuática y evitar tirarse de cabeza. Los médicos rehabilitadores, entre muchas otras patologías, tratamos las lesiones medulares, y destacamos que se pueden evitar siendo prudentes. Cuando estamos en estos entornos veraniegos las personas tendemos a estar más relajadas, pero es necesario no bajar la guardia. Diversión y relax con prudencia es posible”.
La presidenta de la SERMEF ha subrayado que “en el mar o en el río, cuando el agua está turbia y no se ve el fondo, puede haber una rama o una roca oculta” y ha destacado que “se ha de tener en cuenta que las olas y las corrientes pueden cambiar la distancia al fondo, aunque nos bañemos dos días consecutivos. En las piscinas también hay que tener precaución”.
“Recomendamos introducirse en el agua de forma tranquila y con cuidado, valiéndose de los bordes del perímetro acuático y evitar riesgos lanzándose al agua de cabeza, de pie estilo palillo o dando volteretas o giros. También es necesario evitar lanzarse desde demasiada altura”, ha afirmado De Miguel.
Disfrutar respetando las normas
Por su parte, desde la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo, su presidenta Isabel García Sanz, recomienda consultar al personal encargado de los servicios de socorrismo y leer los avisos de seguridad antes de zambullirse. Insiste en la importancia de “respetar las normas y señalizaciones de las piscinas y las playas para evitar accidentes con consecuencias irreversibles”.
Para disfrutar del agua de manera responsable, García ha hecho hincapié en “conocer la profundidad de la zona de baño y evitar las zambullidas en aguas turbias, pues la falta de visibilidad puede ocultar objetos o estructuras subacuáticas peligrosas”. Algunas piscinas y playas tienen señalizaciones específicas que indican que lanzarse al agua no está permitido debido a su peligrosidad.
Ha hecho asimismo un llamamiento a la prudencia y a tomar conciencia de los riesgos. “En la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo trabajamos para promover la seguridad en los espacios acuáticos; donde la responsabilidad individual de cada persona desempeña un papel crucial para evitar accidentes”, ha reconocido.
Los profesionales insisten en que lo primero que hay que hacer cuando ocurre un accidente es sacar a la persona a tierra y ponerle en una superficie rígida, moviendo el cuerpo en bloque para que no se produzcan lesiones de cuello y no mover la columna. Comprobar que puede respirar y, si no puede, liberar su vía aérea. Además, recuerdan que no hay que trasladarle a un centro sanitario en un vehículo particular sino llamar a los servicios de emergencia ya que, si el traslado no se realiza en las condiciones adecuadas, las lesiones que son incompletas pueden acabar por hacerse completas.
A su vez, el doctor Juan Jesús Hernández, del área de Salud de Cruz Roja, ha insistido en la importancia de “disfrutar del tiempo libre, pero con seguridad”. Para ello, ha recordado que se debe conocer y tener presente en todo momento la conducta AVA de prevención (advertir el riesgo, valorar los posibles peligros y adoptar una actitud segura).
“Siempre es mejor la prevención, porque ‘Prevenir es vivir’, y esto no implicar reducir el disfrute ni ser negativos. Lo que no se nos puede olvidar es que esa pequeña inversión de tiempo en prevención, en valorar a qué me expongo, evita complicaciones que pueden dar al traste con nuestras vacaciones, y que incluso pueden generar consecuencias para toda la vida, tanto para la persona como para su entorno más cercano”, ha concluido.