La escritora Clara Sánchez ha publicado este martes, 2 de abril, su última novela 'El amante silencioso' (Planeta), una historia de sectas, culpa y amor que constituye una metáfora sobre cómo la manipulación ha movido el mundo a lo largo de la historia a través del "arsenal sentimental que pone en juego".
"En realidad el mundo es una secta formada por microsectas como las empresas, los equipos de futbol, la familia, puesto que ahí las relaciones sentimentales y manipuladoras pueden ser muy fuertes a favor o en contra, y la microsecta de la pareja, en la que florece una relación amorosa maravillosa o infernal", ha explicado la escritora en una entrevista a Europa Press para LA CRÓNICA.
Sánchez, ganadora del Premio Planeta 2013 por 'El cielo ha vuelto', narra en este libro la historia de Isabel, una mujer que viaja a Kenia en busca de Ezequiel, un joven captado por una secta al abandonarlo su novia, una aventura con la que trata de redimir su sentimiento de culpa por el suicidio de su hermano tras pertenecer a uno de estos colectivos.
Así, la protagonista, "desganada por la vida", emprende este viaje y la búsqueda del joven para aliviar su culpabilidad, una carga que le impide vivir tranquila porque no llegó a acercarse a su hermano, en el que ve un mundo abierto para compensar a su hermano y encontrar su propia redención.
Esta aventura, en la que Isabel conoce muchos lugares y personas que le hacen bajar la guardia, cobra especial relevancia el amor, que acompaña a la manipulación como uno de los engranajes centrales de la novela, "al igual que en la vida, porque nos permite establecer un tú a tú de tipo emocional".
"Todos los personajes hacen lo que hacen movidos por el amor, algunos porque lo han perdido y otros porque quieren conseguirlo. Digamos que el amor es el motor de la vida y un gran superpoder que tenemos los seres humanos para adueñarnos de otra persona", ha añadido la autora.
Asimismo, en un país con una sociedad dispar, compuesto por muchas capas sociales en las que están presentes ONG, aldeas "miserables", diplomáticos y hoteles lujosos, entre otras cosas, Isabel tiene que aprender a discernir la verdadera mentira, un hecho que le permite redimirse a medida que avanza la novela "porque va quitándose una venda de los ojos, viendo que no somos lo que parecemos, desarrollando su sistema de alerta sobre las personas y, al mismo tiempo, va enamorandose".
En este sentido, la escritora ha apuntado que, aunque Isabel acude a Kenia para salvar a Ezequiel, ambos personajes terminan salvándose a sí mismos a través de lo que van aprendiendo a lo largo de la historia porque "a quien no se salva solo nadie puede salvarlo".
PERSONAJES INSPIRADOS EN LA REALIDAD
Por otro lado, la autora ha aseverado que todos los personajes africanos de la novela son personas reales(aunque con papeles diferentes a los representados en el texto), que conoció durante un viaje a Kenia y que ha restacado para desarrollar esta historia, en la que el escenario cobra una especial importancia y en la que la realidad, que "seguramente sería más catastrófica", supera a la ficción.
Así, uno de los personajes principales de la novela, Maína, el líder de la secta que capta a Ezequiel, es en realidad "un hombre anciano muy sabio cuyas frases se reflejan en la novela y que apuntada que los europeos, cuando se han deshecho de las necesidades básicas, empiezan a preocuparse por lo absurdo".
La autora, para la que la novela escrita por mujeres aún no ha alcanzado el mismo respeto que la de los hombres, transforma para la novela "de hombre bueno a perverso" a Maína, ya que, según ha indicado, el líder de este tipo de colectivos es "alguien muy perspicaz que conoce bien los engranajes de las personas a las que quiere manipular y que no tiene ningún escrúpulo para llevarlo a cabo".
En este sentido, la escritora de Guadalajara ha mostrado su preocupación por el desarrollo de las sectas en países como Estados Unidos y España, donde, según ha señalado, han resurgido por las condiciones sociales, así como por el hecho de que este tema no salga en los medios de comunicación.
"Siempre ha habido grupos ideológicos que en el fondo son una secta, también un club de futbol, incluso un grupo de Whatsapp. Vivimos agrupados y somos suceptibles a pertenecer a cualquier tipo de secta porque somos muy vulnerables al reconociento de los demás", ha concluido.