El Umbral del Ocejón que es Tamajón recibió el 29 de diciembre, con más olor y temperatura de primavera que de invierno, el VI Certamen de Villancicos que organiza la villa agallonera. El Centro Cultural se llenó con el calor de los villancicos desprendía la alegría de hasta cuatro rondas. El pueblo de Tamajón las recibió a todas con la misma ilusión por celebrar la Navidad y al año nuevo de siempre. El alcalde de la villa agallonera, Eugenio Esteban, dio la bienvenida a las más de doscientas personas que llenaron el salón de actos, les deseó unas felices fiestas y próspero año nuevo, y leyó un cuento, escrito por él mismo, que cuenta la fábula de un tomillo, desarraigado de su sierra natural, y trasplantado en un invernadero, donde nunca volvió a ser el mismo.
Desde Cantalojas llegaban los Cencerrones, que no han faltado un solo año de estos seis a su cita con Tamajón. No en vano, uno de sus integrantes, Antonio Garrido, es cofrade de honor de la Hermandad de la Virgen de los Enebrales desde 2017. Subieron al escenario de Tamajón haciendo sonar sus cencerros, y una vez arriba, dieron una vuelta sobre las tablas, como hacían los pastores de la localidad serrana para adorar al niño. “En Cantalojas, los pastores, el día de Navidad, pedían permiso a las autoridades para entrar en la nave central de la Iglesia, hasta el presbiterio, haciendo sonar sus cencerros, como hacemos nosotros hoy, y daban una vuelta al nacimiento, en señal de respeto. Además, ese día, era tradición engalanar a dos carneros mansos, con flores y otros atuendos, y que permanecieran en la Misa atados”, contaba Garrido.
Los Cencerrones celebran su propio festival de villancicos en el puente de la Constitución, con cada vez más éxito de público, pero son fieles a Tamajón, “un pueblo al que nos sentimos muy vinculados”, terminaba Garrido. Como cada año, cantaron 'La pastorada', acompañados por instrumentos de percusión y de cuerda, y otros dos villancicos más, de tema pastoril, 'Vengan todos los pastores', y 'Soy un pobre pastorcito', como les es natural.
En segundo lugar actuó, por primera vez en Tamajón, la Ronda La Calandria de Cifuentes. Su portavoz es el animoso Faustino Batanero, que viaja por la provincia portando siempre entre manos su enorme zambomba. “No queremos que decaiga la alegría de la Navidad. Vamos a dar la nota, hoy también en Tamajón, pero tocando y cantando”, puntualizaba ayer con humor alcarreño. La Calandria cantó 'Los pastores alcarreños', 'La alegría' y, por supuesto, 'La Virgen camina a Egipto', “que es nuestro emblema”. Los cifontinos actuaron con las mismas ganas que allá donde van, animando al público que llenaba el salón de actos del Auditorio de Tamajón. Afortunadamente, en el pueblo de las cien fuentes, las rondas de Navidad no han decaído.
“Empezamos el día 8 de diciembre, y terminamos en Reyes. Antes, los vecinos nos daban bollos, mandarinas y vino; ahora, aunque aquello ya no se estila, seguimos saliendo, que es lo importante, miércoles y viernes sin falta, y algunos días más. No queda calle del pueblo sin rondar, un día por el cuartel, otro por la residencia, otro por la plaza… Además, La Calandria tiene el futuro asegurado, pues con los más mayores cantan y tocan un buen número de niños. Hacen sonar los huesos o la azada –cualquier cosa vale para llevar el ritmo, como se hacía antes con pucheros, almireces o las tapaderas de las cacerolas- que acompañan a otros instrumentos más “académicos”, como violín, rabel, guitarra, bandurria o acordeón.
La Ronda de Hita cantó 'Abre la puerta María', 'Los pastores dichosos' y 'El villancico de Teruel'. Se dio la curiosa circunstancia de que, en el grupo, coincidieron cuatro generaciones de la misma familia. El bisabuelo, Santiago Esteban, tocaba la bandurria, y, detrás de él estaban su hija, nieta y bisnieta. Y en el recuerdo, el tatarabuelo de la familia, Pedro Esteban, que aparece en una foto de la antigua Rondalla de Hita, tomada en el año 1910. Fue Pedro quien la salvó de la quema en la Guerra Civil, cuando tuvo que huir de casa, guardándola en el forro de una vieja chaqueta, donde apareció años después.
Cerró el certamen la Real Zambombada de Atanzón, otra localidad en la que no se pierde la costumbre de cantarle a la Navidad. “Todavía hay unas rondas terribles”, cuenta divertido Valentín Pérez, otro de los músicos que es hermano de honor de la Virgen de los Enebrales. De un tiempo a esta parte, además, es costumbre salir a comer las uvas a la Plaza. “El Ayuntamiento pone sidra y dulces, y allí empieza el jolgorio”. Ayer cantaron tres villancicos, 'Olé, olé', 'La Ronda de Atanzón' y 'Durmiendo al niño'. “En Tamajón estoy como en casa. No fallamos. Mientras esté Eugenio Esteban, su alcalde, y nos llame, vendremos. Nos recibe con los brazos abiertos y con una alegría contagiosa”, concluye.
Cuando terminó el certamen, las rondas compartieron por cortesía del Ayuntamiento de Tamajón, una merienda abundante, y sobre todo, hermanamiento y cánticos.