En plena invasión de parques solares sobre la provincia de Guadalajara, y también en buena parte de Castilla-La Mancha, los suecos marcan otro camino diferente.
Lo de «hacerse el sueco» en esta ocasión no supone que los nórdicos sean indiferentes al medio ambiente, sino que dan por cierto el riesgo que supone esta forma de producir energía eléctrica: la posibilidad de terminar por quedarse sin muchas buenas tierras de cultivo, radicalmente necesarias en la actualidad. Bajo ese criterio, en la región sueca de Escania ya han dicho basta y están prohibiendo la implantación de nuevos parques solares.
El cambio de criterio en Suecia ha llegado a la grande, porque también era grande el parque solar que se pretendía. Más concretamente, era el mayor de cuantos se habían planteado hasta ahora en aquel país… y ha sido prohibido por la autoridad regional, según informaba el pasado jueves el diario «El Economista».
Mientras, en Castilla-La Mancha, no hay objeción alguna a la instalación de miles de elementos para producir este tipo de energía, que requiere la ocupación extensiva del terreno. Se están admitiendo propuestas que incluso suman varios sectores diferentes pero colindantes, con tal de que cada expediente no supere los 50 megavatios, pues para potencias superiores es el Estado el que tiene que conceder el permiso y el trámite se complica.
APAG ya alertó del peligro
En el caso de Guadalajara, la continuada aprobación de nuevos parques solares ha provocado más de un movimiento en contra, ya sea en el valle del río Ungría (desde ámbitos ecologistas, esencialmente), también por la alarma de algunos vecinos (como en Cabanillas del Campo, junto al campo de golf) e incluso por parte de los agricultores, con APAG a la cabeza, ante el riesgo cierto de ver comprometida su actividad. De los parques de fotovoltaica más recientemente aprobados daba cuenta LA CRÓNICA esta misma semana.
Tampoco es que el parque descartado en Escania fuese descomunal, puesto que se trataba de generar 168 megavatios en la localidad de Svedberga, al sur de Suecia. Han optado por preservar el suelo para la producción de alimentos, en parte por el temor al desabastecimiento que está generando la guerra en Ucrania.
En Guadalajara seguimos yendo en dirección contraria.
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