Los responsables del Museo del Prado han arriesgado con su última novedad. Un azul restallante arropa, resalta o destroza (según el ojo y las sensaciones de cada cual) buena parte de lo mejor de la pintura gótica existente en España y que se muestra en las dos salas que acaban de ser reformadas en la pinacoteca madrileña.
La nueva propuesta para las salas 51 A y 51 B del edificio Villanueva se somete al juicio de los visitantes desde este miércoles, 9 de marzo de 2022.
«Dimensión sensorial»
Con el color azul de las paredes han pretendido «potenciar el fuerte cromatismo inherente a la mayoría de las pinturas góticas y reforzar la idea de que las obras no fueron concebidas sólo como objetos en sí mismos sino también como sujetos dependientes de entornos dotados de una fuerte dimensión sensorial».
Más allá de las paredes «la remodelación de estas salas, regida por criterios de coherencia estructural y temática, propone nuevas formas de mirar y comprender la pintura gótica a través de la explicación de ideas y conceptos y la narración de historias».
Quizá lo más importante, anécdotas cromáticas aparte, es que con motivo de esta instalación se han completado varias restauraciones significativas, como el Santiago Peregrino de Juan de Flandes o La Virgen con el Niño atribuido a Pere Nicolau.
