El lenguaje realmente inclusivo sería el que nos incluyera de un modo eficaz e inapelable a todos los que por aquí vivimos. Eso, que ya estaba en la gramática incluso antes de Nebrija, parece que está por descubrir. Quizá por eso nos cueste tanto usar, y practicar, la primera persona del plural.
En Guadalajara somos unos guarros, cada uno en la medida de sus posibilidades y sus indolencias.
En los últimos años, hemos tenido de chivo expiatorio consistorial al concejal Francisco Úbeda, que bastante ha hecho el hombre muchas veces con contenerse y no explotar. Si lo hubiera hecho, la recogida de los restos habría sido una carga más de trabajo para las brigadas de limpieza. Mejor, por tanto, que se haya contenido.
A falta de monumentos rutilantes que mostrar, el próximo concejal de Turismo, que ya no será tampoco la pasaportada Isabel Nogueroles, bien podría trazar un itinerario por los contenedores de basura de la ciudad. Son el pasmo de Oriente y Occidente para que el que quiera dejarse sorprender.
Si usted es de natural perezoso, ahí tiene un puñado de fotos en nuestra galería gráfica. Y si es de los lectores diligentes, no dude en hacer las que usted considere con su teléfono y mandarlas a LA CRÓNICA, desde este enlace, para que las incorporemos y podamos flagelarnos mejor.
Somos un guarros. Todos. Unos, por serlo y ejercerlo. Otros, por consentirlo. Los que mandan, por no acertar a evitarlo. Sobre todo, si como dice el dueño de los sofás de una de las fotografías –en explicación poco amable a través de Facebook–, al dejarlos en la vía pública durante horas siguió las indicaciones del servicio (tardío) de recogida. Habrá que pensarse para qué hay un Punto Limpio en la carretera de Fontanar, el cual también pagamos entre todos y al cual incluso algunos nos tomamos la molestia de llevar lo que pensamos puede estorbar en la acera y ofender al prójimo.
El sábado, nuevo Ayuntamiento. O viejo Ayuntamiento. En cualquier caso, con los mismos problemas mientras no consigamos arreglarlos. Entre ellos, el olvido de la más mínima urbanidad.