El Partido Popular sólo ha conseguido este lunes el apoyo de Vox en su intento de reprobación del alcalde Guadalajara, Alberto Rojo. La excusa para plantearlo eran los dos asesores que contrató Ciudadanos y que resultaron ser hermanos de dos de los concejales de ese grupo, que forma parte con el PSOE del gobierno municipal.
Pasaban ocho minutos de la ocho de la mañana del último lunes de noviembre de 2019 cuando los concejales del Ayuntamiento de Guadalajara estaban en sus asientos (salvo Lucía de Luz, que lo seguía desde casa, por videoconferencia) dispuestos todos para una batalla que nadie creyó nunca que fuera especialmente sangrienta. Arañazos sí que hubo. Consecuencias para el futuro de la ciudad, ninguna.
Abrió el turno de intervenciones Jaime Carnicero y lo hizo apuntando directamente a Alberto Rojo: "No por mucho repetir que uno es alcalde significa que lo sea. Es alcalde quien da la cara, hay que ser alcalde con todas las letras. Tiene que dar la cara, al menos, por sus propios concejales, por los que le sostienen; usted no ha dado la cara tampoco por el Grupo Ciudadanos, usted no ha hablado (…) Ha usado la misma técnica que su jefe, Pedro Sánchez, que no dado la cara y ha preferido no hablar de los ERE".
Posteriormente, el propio alcalde de Guadalajara sostendría que sí ha estado dispuesto a hablar durante estos meses, pero que ningún periodista de la ciudad le ha preguntado nunca por esa cuestión. Esa intervención final puede el lector escucharla en su integridad en el enlace adjunto.
Para Carnicero, aquí ha habido "una cuestión objetiva de nepotismo", aunque acto seguido intentara azuzar la discordia entre los socios de gobierno: "Señores de Ciudadanos, ustedes han sido las víctimas por expreso deseo del alcalde de nuestra ciudad, Alberto Rojo", que los habría dejado desamparados.
La réplica desde los "naranja" llegó por boca de Fernando Parlorio, el único de los tres concejales sin hermanos implicados. Fue duro y sobrio al mismo tiempo, sin dejar de aludir a las relaciones familiares internas del PP ni a los 221.518 euros que cuesta cada año el Grupo Popular a las arcas municipales, incluido un asesor que es cargo político en otra institución y que, según insistió, no estaría ni apareciendo por el Ayuntamiento. Carnicero intentó devolverle la pelota situando en más de 240.000 euros el total anual de los salarios de los concejales de Ciudadanos y de sus asesores.
Así las cosas, Sara Simón optó por calificar de "cínico" al muchas veces aludido Carnicero justo antes de recurrir de nuevo al Mercado de Abastos como arma arrojadiza. Los grupos más minoritarios, si fueron actores, no tuvieron muchas líneas de guión en este psicodrama municipal. Ni Jorge Riendas ni José Morales le encontraron mucho fundamento al madrugón, mientras que Antonio de Miguel leyó una intervención en la que denostaba a los políticos, aun siéndolo.
Alberto Rojo tomó la palabra para una intervención sin más arista que una frase, que sorprendió más que las otras: "Su palabra para mí ya no tiene ningún valor, señor Carnicero" sentenció.
Y se levantó la sesión. La del innecesario madrugón del 25 de noviembre de 2019.