Anda el Ayuntamiento afanoso esta semana para conseguir iluminar Guadalajara y llegar a tiempo de la Navidad. En la mañana del miércoles, la alcaldesa Guarinos comparecía junto con su concejal más festivo y sonriente para dar la buena nueva del alumbrado municipal. Mientras, en la Plaza Mayor no se cabía, de tanto zafarrancho.
Así estaba la Plaza Mayor en la mañana del 4 de noviembre de 2024. Después que en Madrid y después que en «Las Vegas».
El Paseante de LA CRÓNICA ya lo explicó hace un año, sentando cátedra y estableciendo para los restos cuál ha de ser el canon de esta capital cuando de ponerle brillo y cariño a la Navidad se trata.
Desde hace días, coincidiendo en el tiempo como decimos con la también precursora Madrid, en este bar del centro han vuelto a las andadas que son, ni más ni menos, que vaciar cajas y más cajas de botellines y tercios para formar un árbol que es parte del paisaje, año tras año. Y los clientes, claro, está lo festejan, porque el resultado es el que se aprecia en la imagen que acompaña este artículo.
Ni Fernando ni Jacinto, que son los responsables de ese y otros empeños en la empinada calle de Luis de Lucena, dan premio para el que acierte el número exacto de botellas utilizadas. Son muchas, como bien se ve.
Lo del regalo no es necesario cuando se cavila que mientras la habilidad, la paciencia y la silicona sigan haciendo su misión, año tras año, es que ellos y nosotros están/estaremos viendo este pequeño espectáculo.
Como ya se explicaba en 2023 en estas mismas páginas digitales «con unas fechas mucho más adelantadas que las de la municipalidad, han plantado en su local este detalle navideño, compuesto por unas 600 botellas reales, con sus etiquetas y todo, tomadas de las cajas del almacén y organizadas por tamaños y niveles, para que nada se descuadre ni se descomponga. Todo un mérito en el procedimiento que, si fuera aplicable a la organización general del país, haría de España la gran nación que dicen algún día fue».
Dicho queda. Y que sea por muchos años más.