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15 noviembre 2024
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Sé original: Menorca en invierno, en moto… y sin prisas

Un mirador, un instante, cualquier excusa es buena para hacer un alto en el camino y no perder detalle de esos pequeños rincones que aún quedan por descubrir de la isla de Menorca, en moto, en invierno y durante dos espectaculares jornadas.

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Menorca es uno de los reductos mediterráneos del slow tourism. Y aun así, permite combinar motor, dos ruedas y un entorno único para recorrerlo, sin prisas, durante dos sorprendentes jornadas.

Un mirador, un instante, cualquier excusa es buena para hacer un alto en el camino y no perder detalle de esos pequeños rincones que aún quedan por descubrir…

El punto de partida de nuestra aventura es el puerto de Ciutadella, donde varias navieras conectan Menorca con Mallorca y Barcelona. La antigua capital de Menorca es una ciudad que captura la esencia de la isla con sus callejones de piedra, sus pórticos, su vibrante plaza del mercado y la imponente Catedral de Santa María. Tomaremos la ME-1, la carretera principal que se extiende como una columna vertebral por la isla, donde te adentras en un entorno salpicado de olivos y pinos mediterráneos que susurran con la brisa.

La siguiente parada es EsMercadal, un pueblo acogedor en el corazón de la isla. Esta es una oportunidad perfecta para hacer una pausa y visitar una de sus pastelerías tradicionales. Aquí, los dulces típicos menorquines como los carquinyols, pequeños manjares de almendra, te ofrecen un vistazo al alma gastronómica de Menorca.

Después de reponer fuerzas, subiremos alMonte Toro, la cima de Menorca. La subida es suave, con curvas que desvelan poco a poco la inmensidad del paisaje. Al llegar a la cumbre, te espera una vista panorámica que abarca la isla entera, desde las costas rocosas del norte hasta las calas doradas del sur. En días despejados, es posible divisar incluso la vecina isla de Mallorca. Esta parada es un recordatorio de la rica espiritualidad y la historia de Menorca. El descenso del Monte Toro por la PM-710 te lleva de nuevo a Es Mercadal y de allí iremos en dirección Fornellstomando la ME-15 hacia Fornells, un trayecto que ofrece vistas al mar y campos ondulantes. Fornells es un pintoresco pueblo de pescadores que ha conservado su esencia a lo largo de los años. Camina por su puerto, y no dejes este lugar sin probar la caldereta de langosta, uno de los platos estrella de la isla.

De allí tomaremos la ME-7 dirección Mahón, siendo esta una carretera tranquila y con una naturaleza abrumadora. Llegaremos a la capital de la isla, que te recibe con su espectacular puerto natural, el más grande de Europa y segundo del mundo, solo superado por Pearl Harbour. Este enclave combina historia y modernidad, que se adivina al primer vistazo. La Fortaleza de La Mola vigila la entrada al puerto y es un testimonio de la importancia estratégica de la ciudad. Después de recorrer sus murallas y pasajes, siéntate en un restaurante frente al mar y deléitate con la vista del puerto, con sus barcos meciéndose al compás de las olas.

Para finalizar la jornada, toca retomar el trayecto por la C-721 desde Mahón, hacia Es Castell, el punto más oriental de España. Este pueblo es conocido por sus vistas privilegiadas al amanecer, pero a cualquier hora, el puerto de Cales Fonts ofrece un espectáculo pintoresco con sus casas de colores y restaurantes que se asoman al mar. Pasea por este rincón y disfruta del ambiente tranquilo, ideal para cenar, tomar unas fotos o simplemente contemplar el horizonte antes de retomar la carretera de vuelta a Ciutadella.

Comenzaremos la segunda jornada partiendo por la carretera local Camí de Cala Morell, en dirección al norte, bordeando un paisaje que cambia de los campos dorados a los acantilados. La ruta se abre paso entre valles y colinas hasta llegar a Cala Morell, un lugar de ensueño conocido por su entorno rocoso y aguas profundas de azul cobalto. Es imprescindible visitar la necrópolis de Cala Morell, un conjunto de catorce cuevas excavadas artificialmente en la roca de un pequeño barranco y que forman uno de los mayores y más espectaculares cementerios prehistóricos de la isla.

Volviendo a la ME-1, tomaremos un desvío en Ferreries hacia la ME-22 que lleva a Cala Galdana, una de las playas más emblemáticas de Menorca. Esta cala es un paraíso semicircular de arenas blancas y aguas de un azul turquesa que invita a detenerse y disfrutar de su calma. Desde el mirador cercano, la vista es simplemente hipnotizante: la cala abrazada por acantilados cubiertos de pinos.

De regreso a la ME-1, entraremos en Es Mercadal para llegar a Alaiora través del precioso Camíd’enKane, un pueblo que rebosa historia y tradición. Sus callejuelas empedradas y fachadas encaladas invitan a un paseo relajado, donde puedes detenerte en una de sus cafeterías para probar algunos dulces típicos como los formatjades, rubiols, o flaons. No te pierdas la oportunidad de visitar alguna tienda de artesanía y llevarte un recuerdo, como las famosas abarcas menorquinas hechas a mano.

De nuevo en la ME-1, la próxima parada nos llevará a Punta Prima. Desde su orilla se divisa el islote s’Illot des Cagaire y la isla s’Illa de l’Aire. Es un lugar fantástico para hacer un alto y disfrutar de una impresionante comida frente al faro, que sigue siendo la torre más alta de las Islas Baleares construido en piedra, con una escalera de caracol de 165 escalones. Tras el almuerzo, nada mejor que proseguir la marcha en dirección a Binidalí, por el Camí de SantCliment. Llegaremos a una preciosa y pequeña cala, desde la que por la parte derecha de esta se puede ver una caseta y tomar fotos de la playa.

Antes de volver, y dado que no queda lejos, conviene acercarse a Cala en Porter, siguiendo la Carretera de Binidalí y ME-12. Este rincón costero se encuentra flanqueado por verticales acantilados altos, cuyas peñas del margen derecho están coronados de vegetación y las del flanco izquierdo de viviendas residenciales. Destacando casi en su punta Covad’enXoroi, hoy en día una discoteca con vistas panorámicas espectaculares y con una historia de leyenda.

El trayecto de regreso a Ciutadella es un momento perfecto para tomar conciencia de lo visto. Los colores, los sabores, las vistas sin igual, el encanto genuino de los pueblos y las preciosas calas con ese azul tan cautivador. Si hay tiempo, se puede contemplar el atardecer desde el Faro de Punta Nati y el increíble camino que lleva hasta él.

Sin darnos cuenta, hemos vuelto a Ciutadella, a tiempo para disfrutar de otra cena relajada en su centro histórico, cerrando un día de exploración y un fin de semana viviendo Menorca para no olvidarlo nunca.


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