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30 octubre 2024
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Robaron 123 teléfonos móviles, de pueblo en pueblo

En Guadalajara, según ha podido confirmar LA CRÓNICA, lograron hacerse con 5 smartphones en el campo de fútbol municipal de Cabanillas del Campo.

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La Guardia Civil ha detenido a los integrantes de una banda sumamente peculiar, ya que se dedicaba a robar teléfonos móviles en los vestuarios de campos de fútbol y para ello han recorrido numerosas provincias españolas, entre ellas la de Guadalajara. Se les atribuyen al menos 123 sustracciones por todo el territorio nacional, ya que han dejado huellas de su paso en Toledo, Ávila, Salamanca, Burgos, Valladolid, Madrid, Ciudad Real y Cuenca, además de Guadalajara.

Se ha detenido a cuatro personas, tres hombres y una mujer, con edades entre los 22 y 38 años. Han sido recuperados 40 teléfonos móviles y unos 6.500 euros en metálico.

Puestos a reventar taquillas, no hacían ascos tampoco al dinero que encontraban ni a otros objetos de valor, aunque lo preferente era hacerse con los teléfonos móviles de las víctimas. En el caso de Guadalajara, según ha podido confirmar LA CRÓNICA, lograron hacerse con 5 smartphones en el campo de fútbol municipal de Cabanillas del Campo.

La operación se inició con la denuncia por el hurto de 12 teléfonos móviles en el campo de fútbol de La Puebla de Montalbán, en Toledo. Mientras varios jóvenes entrenaban en el recinto deportivo, un grupo de personas aprovecharon para acceder al interior de las instalaciones y robar de las taquillas móviles, dinero en efectivo y objetos de valor que guardaban en ellas.

Esta insólita banda de ladrones llegaba a hacer cientos de kilómetros al día para elegir los complejos deportivos en los que robaban, tanto en entrenamientos de los días laborables como en partidos de fin de semana.

Las víctimas pertenecían a todas las categorías, desde equipos amateur a filiales de clubs profesionales con jugadores de categorías inferiores del Real Valladolid, Atlético de Madrid o CD Alcorcón.

Tras conseguir su botín abandonaban el campo de fútbol de manera disimulada. Obviamente, los jugadores no se apercibían del robo hasta que terminaban de entrenar o disputar el partido, lo que daba un margen decisivo a estos delincuentes.


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