El Ayuntamiento de Guadalajara ha decidido cerrar la capilla Luis de Lucena ante el «riesgo inminente» para los visitantes dado el mal estado de la parte trasera de la antigua gasolinera de Diges. Afecta, por tanto, al único acceso a este monumento, aunque no a la integridad del mismo.
La primera derivada de la medida es que surge así un nuevo motivo de enfrentamiento entre el ayuntamiento de la capital y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, a la que desde la Plaza Mayor piden que actúe para «desatascar un problema histórico, que ya cumple una década» de un inmueble «que puede derrumbarse». La noticia llega cuando aún no se ha desmontado el cimborrio de la torre del Ayuntamiento, un proceso iniciado el pasado verano también bajo amenaza de posible colapso de la estructura.
La historia de la capilla de Luis de Lucena es singular, en su nacimiento y a lo largo de los siglos. Lo que ha llegado a nosotros es importante por su belleza arquitectónica, tanto en el exterior como en el interior, así como por sus insólitas características; llegó a ubicarse en la parte superior de este edificio religioso una biblioteca impulsada por su creador, atendiendo a los cánones del humanismo renacentista. Luis de Lucena fue un reputadísimo médico en la Roma del siglo XVI. Además, guarda frescos de Rómulo Cincinato a pesar de que durante el siglo XIX fue utilizada como corral de ganado, en un estado de deterioro nunca totalmente erradicado.
«Riesgo inminente», dice Alfonso Esteban
El pasado viernes, 4 de octubre, el concejal de Urbanismo, Alfonso Esteban, decretó la suspensión de la apertura del monumento de la capilla Luis de Lucena en base a los informes de los servicios técnicos municipales, en los que se afirma que en el acceso a la capilla desde la Cuesta de San Miguel existe un «riesgo inminente» para las personas, por el mal estado de la parte trasera del edificio colindante, que es la antigua gasolinera.
Así lo ha anunciado este miércoles el concejal de Urbanismo, Alfonso Esteban, acompañado de la jefa de área de Urbanismo en el Ayuntamiento, Blanca Causapié, quien ha señalado que debido a esta situación se ha suspendido la venta de entradas y las visitas guiadas que corren por cuenta del Ayuntamiento de la capital, pidiendo al Gobierno regional una actuación inmediata.
Para Esteban, la solución no puede ser que la capilla esté «eternamente cerrada» por la «inacción» de otra administración pública, como es en este caso la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, que es la que «incumple», ha dicho, insistiendo en que «esto no es una pataleta política» sino que la Administración regional tiene la responsabilidad por no exigir a los propietarios el cumplimiento de sus obligaciones o no actuar ella subsidiariamente.
Otro choque administrativo
En la resolución, el Ayuntamiento ha acordado remitir el expediente a la Consejería de Educación, Cultura y Deportes para que determinen las medidas que deben adoptarse en relación a los trabajos a realizar para eliminar ese riesgo y ordenar a los propietarios su ejecución.
Y en caso de que no lo hagan, reclaman a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se actúe subsidiariamente.
«No queda otra que suspender la actividad porque lo más importante para el Ayuntamiento es salvaguardar la seguridad para los visitantes», ha afirmado Esteban.
En cuanto a su remisión a la Consejería, ha explicado que responde a que, en su momento, esta emitió una resolución de acuerdo a la cual se declaró que el edificio colindante con la capilla -antigua gasolinera de Diges- era «un bien integrante del patrimonio cultural de Castilla-La Mancha·, de ahí que, según Esteban, tenga ahora que asumir las competencias en materia de protección de dicho edificio.
En el año 2014, los propietarios solicitaron al Ayuntamiento la declaración de ruina de esta antigua gasolinera y el Consistorio la declaró.
Como el edificio no estaba catalogado en el Plan General del Ayuntamiento, sus dueños pidieron la demolición, que fue autorizada.
Sin embargo, dicho expediente fue remitido a la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha por encontrase el edificio en el entorno de varios Bienes de Interés Cultural (la capilla Luis de Lucena y la concatedral de Santa María y estar también por debajo de la propia gasolinera lo que queda de la antigua iglesia de San Miguel).
La Junta en ese momento ya había declarado la edificación de la antigua gasolinera un bien integrante del patrimonio de la región y por eso dijo que solo se podía demoler parcialmente el edificio con la obligación de mantener las fachadas y la marquesina.
Sin embargo, han pasado ya diez años y los propietarios no han ejecutado la demolición parcial que había ordenado la Junta de Castilla-La Mancha, pero esta tampoco ha actuado subsidiariamente, entendiendo Esteban que ahora estas son las consecuencias: el riesgo de de desprendimiento de la parte trasera, insistiendo en la necesidad de que la Junta de Comunidades «actúe» en base a las resoluciones que ha emitido y diga al Consistorio qué es lo que tiene que hacer.
«Tiene que ser la Junta la que mueva ficha y actuar subsidiariamente y hacer que sus resoluciones se cumplan», insiste Esteban.