Como explican Silvia Martínez Pérez y Eugenio Molina Navarro, profesores del departamento de Geología, Geografía y Medio Ambiente y miembros del grupo de investigación Agua, Clima y Medio Ambiente de la UAH, el Mar Menor es la mayor albufera de agua salada de Europa. Está situada en la región de Murcia y está separada del mar Mediterráneo por una lengua de tierra conocida como ‘La Manga’, pero comunicada con él a través de distintos canales. A pesar de ser una albufera, comúnmente recibe el apelativo de laguna de agua salada, cuya profundidad máxima es de unos 6 metros. En origen, se formó sobre una bahía que se extendía desde el Cabo de Palos hasta San Pedro del Pinatar, pero los sedimentos aportados por el río Segura fueron formando el cordón litoral que hoy conforma La Manga y que se cerró casi por completo hace unos 2000 años, dando lugar al actual Mar Menor.
Evolución
Noelia Guaita, doctoranda de la UAH, acaba de presentar su tesis titulada ‘Evaluación integrada de sostenibilidad en un sistema socio-ecológico complejo del litoral mediterráneo mediante un proceso de investigación inter y transdisciplinar. Aplicación al caso del Mar Menor (Región de Murcia, España)’. Dirigida por la Dra. Julia Martínez Fernández y el Dr. Carl Fitz, ha sido elaborada en el departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá en colaboración con la University of Florida (USA), con mención internacional. Como ella explica, hasta la década de 1970, el Mar Menor era una laguna oligotrófica pero durante los primeros años de la década de los 80, tras el ensanchamiento del canal del Estacio, llegó más agua del Mediterráneo y bajó la salinidad y la temperatura del agua, lo que permitió el asentamiento de especies mediterráneas pero también propició, hacia principios de la década de los 90, la invasión masiva de la macroalga Caulerpa prolifera, restringiendo el crecimiento de otras especies y la proliferación de medusas. Un factor clave para el importante crecimiento de esta alga y medusas, fue el aporte continuo de nutrientes, procedentes inicialmente de las aguas residuales urbanas en la década de los 60 y 70 y posteriormente y principalmente de la actividad agrícola de regadío intensivo, iniciada a finales de los años ochenta y que en las décadas siguientes y hasta la actualidad ha experimentado una gran expansión.
A partir de la segunda mitad del 2015, las aguas experimentaron un cambio drástico debido a una multiplicación masiva de fitoplancton. Esta fase del proceso se activó por el exceso de nutrientes unido a unas temperaturas invernales anormalmente elevadas, lo que indujo a un crecimiento explosivo de algas unicelulares. Esta situación fue bautizada popularmente con el nombre de ‘sopa verde’ en la primavera del 2016. La alta concentración celular impedía el paso de luz a las zonas con profundidades de más de tres metros, lo que provocó la muerte de la vegetación y el exceso de biomasa muerta dio lugar a la proliferación de microorganismos descomponedores, lo que a su vez prácticamente agotó el oxígeno disponible en el agua y la falta de oxígeno acabó con buena parte de las especies que viven tanto en la columna de agua como en los fondos. Tras el colapso del ecosistema en 2016, el ya deteriorado estado, se ha agravado por lo arrastrado durante la DANA, en 2019, que ocasionó la entrada en la laguna de un importante volumen de aguas de avenida, arrastrando grandes cantidades masivas de nutrientes. Con el fitoplancton en pleno crecimiento, estas entradas aceleraron el proceso eutrófico en superficie y la ausencia de oxígeno y la presencia de sulfuros muy tóxicos para la fauna, provocó la muerte de todos los organismos del fondo y la huida masiva a la superficie de todos los que tenían movilidad. Unas 9.000 hectáreas del fondo lagunar quedaron de nuevo arrasadas en 2020 y, de modo similar, en las últimas semanas de agosto de 2021 se ha experimentado un nuevo episodio de mortandad masiva de peces y crustáceos en las orillas.
Análisis de la situación actual
Alejandro Martínez Ruiz, centró su Trabajo de Fin de Grado en Ciencias Ambientales, dirigido por Eugenio Molina, en la problemática y los retos futuros del Mar Menor y afirma que ‘actualmente presenta un notable estado de degradación, pudiéndose decir que está en una situación límite, debido a múltiples causas entre ellas el incremento de la población, la actividad minería/industrial y a la agricultura intensiva de regadío’.
Como ya se ha citado, la más preocupante de todas estas actividades y el principal problema actual es la contaminación de origen agrícola, como afirman los profesores de la UAH, ‘ocasionada por la agricultura intensiva del Campo de Cartagena que ha ido creciendo desmesuradamente y que comenzó al albor de la llegada del agua del Trasvase Tajo-Segura en 1979, hoy día considerado insostenible por muchos expertos. Lo más problemático es la contaminación difusa por nutrientes (nitrógeno y fósforo) derivados del uso de fertilizantes, así como la aportada por las ramblas que llegan a él generalmente en momentos de crecida y que, debido a los intensivos regadíos del Campo de Cartagena, se configuran también como una importante vía de entrada de nutrientes; destaca entre éstas la Rambla del Albujón, que en las últimas décadas se ha convertido en un río casi permanente que aporta unos 500 l/s de aguas contaminadas. Esta entrada masiva de nutrientes a la laguna es, sin duda, el mayor problema ambiental actual del Mar Menor, puesto que da lugar a la proliferación de fitoplancton’. Ellos también añaden a la lista de degradantes el fondeo de embarcaciones que destruyen los fondos marinos de la laguna.
Tanto la comunidad local encuestada, como los actores y expertos entrevistados por Noelia Guaita para la realización de su investigación coinciden en que la agricultura es la causa principal del deterioro de la laguna del Mar Menor y también cabe destacar la construcción de puertos deportivos y playas artificiales.
Además, a todo esto, se añade la amenaza adicional que supone el cambio climático, que traerá consigo un mayor número de episodios de avenidas, con precipitaciones más intensas, lo que propiciará un mayor arrastre de todos estos contaminantes hacia la laguna. El cambio climático provocará a su vez episodios de olas de calor que favorecerán la estratificación de la laguna y aumentarán el riesgo de anoxia por estar ya cargada de nutrientes, con una afectación directa a especies como el caballito de mar y la nacra que están en peligro de extinción.
Una situación reversible
El Mar Menor ha evidenciado su capacidad de respuesta cuando se hacen esfuerzos por reducir el aporte de contaminación. De hecho, como comenta Alejandro Martínez, ‘a priori, en los meses de abril mayo y junio parecía que la laguna se estaba recuperando ligeramente porque había menor cantidad de nutrientes, menos clorofila y más transparencia en sus aguas, pero a mediados de agosto de este año, se ha producido una muerte masiva de peces en la cubeta sur del Mar Menor, más grave que la ocurrida en octubre de 2019, ya que entonces se recogieron 3 toneladas de peces muertos y en agosto de este año se han llegado a recoger hasta 5 toneladas de peces y crustáceos muertos en las orillas de la laguna’.
Solucionar el problema implica un compromiso férreo de todas las administraciones públicas de los gobiernos Central y Autonómico que deben colaborar entre sí evitando la guerra de competencias, actuando sobre las múltiples causas que están provocando el deterioro de la laguna.
‘Las investigaciones recientes sobre métodos para revertir la eutrofización como el uso de microalgas y plantas piloto de biorreactores de virutas de madera pueden ayudar a reducir la contaminación. Es urgente rebajar de forma drástica la entrada masiva de nutrientes de la actividad agrícola, fertilizantes y purines porque si no es así, el Mar Menor no se podrá recuperar. La ley del Mar Menor 3/2020 debe aplicarse de forma rigurosa y supervisada por especialistas y se debe sancionar a aquellos que la incumplen’ afirma Alejandro.
Noelia también advierte de que esta crisis, a su vez, acarrea impactos sociales y económicos importantes para la población de la zona, en cuanto a pérdida de calidad de vida y disminución progresiva de oportunidades socioeconómicas ligadas a la menor funcionalidad del propio sistema. Ella opina que ‘para hacer frente a la situación de degradación ambiental es necesario un enfoque más integrador que tenga en cuenta la complejidad del sistema, la pluralidad del conocimiento y la participación de la ciudadanía, como ella propone en su trabajo’.
Condición de persona jurídica
Recientemente, un grupo de trabajo de la Universidad de Murcia ha lanzado ILP MAR MENOR, una iniciativa legislativa popular para dotar a la laguna de personalidad jurídica con derechos propios, como las personas o las empresas, de modo que cualquier representante podría ir a un juzgado a reclamar sus derechos sin tener que depender de las administraciones y así se podría salvar este ecosistema acuático como ya ha sucedido en otros espacios naturales de Colombia o Nueva Zelanda.
Para solicitar esta condición ante el Congreso de los Diputados, deben recoger al menos 500.000 firmas antes del 27 de octubre y para ello están recorriendo España y Europa. En la Universidad de Alcalá, gracias a la propuesta de los profesores Silvia Martínez y Eugenio Molina, se pondrá en marcha la recogida de firmas de todo aquel que quiera apoyar la ILP.