Se empieza por renunciar al uso cotidiano de la corbata y se termina por defender al cliente sin toga. Al paso que va la burra, la burricie y el desmadre consuetudinario, lo usual habrá de ser la camiseta sin mangas para que luzcan mejor los tatuajes a brazo completo del personal, junto con la ferretería auricular y nasal pendulante, tanto en el banquillo como en los asientos de los abogados. Al tiempo.
El asunto ha sido tan evidente este 12 de abril en la sala de vistas de la Audiencia Provincial de Guadalajara que su presidenta se ha visto en la obligación de señalar tal carencia. Al borde del primer receso ha dedicado una amonestación, cordial y sonriente, a toda la concurrencia que atestaba el recinto para que los profesionales del derecho acudan los próximos dos meses con sus togas. Todos.
Lucir las puñetas, que están reservadas para los magistrados y los letrados de la Administración, se lucían este miércoles en la Audiencia, con el minucioso encaje de precepto de esos finos trabajos. Lo de las togas iba por barrios, al libre albedrío indumentario de cada abogado. Hasta que la presidenta lo advirtió… y se lo advirtió, aunque fuera sonriente.
¡Qué dos meses les quedan por delante a los periodistas que intenten seguir el juicio para contárselo a usted, también desde LA CRÓNICA!
¿Que aún no sabe de qué juicio hablamos? Pues del robo perpetrado a usted y al resto de los españoles de 30 millones de euros, por un fraude en el IVA.
Cosa menuda. Menudo juicio.
Con togas. O sin ella, si alguno tiene valor para olvidársela a partir de ahora…