Treinta cajeros automáticos va a instalar la Diputación de Guadalajara en otros tantos municipios de la provincia. La Junta de Gobierno de la Diputación de Guadalajara acaba de dar luz verde a la memoria valorada para ejecutar su instalación.
Como ya informó LA CRÓNICA, hace meses se dedicaron 295.000 euros para la puesta en marcha de este servicio. Ahora se le suman otros 163.814 euros para el acondicionamiento de los locales.
¿En qué pueblos habrá cajero de la Diputación?
Los 30 municipios de Guadalajara a los que, de acuerdo con los criterios establecidos se les asignó un cajero automático durante este ejercicio son los siguientes: Alcocer, Espinosa de Henares, Fuentenovilla, Yebra, Fuentelencina, Mandayona, Mazuecos, Budia, Torremocha del Campo, Viñuelas, Alhóndiga, Anguita, Alustante, Peñalver, Hiendelaencina, Galve de Sorbe, Loranca de Tajuña, Trijueque, Valdeaveruelo, Pareja, Aranzueque, Driebes, Corduente, Hontoba, Tendilla, Hita, Valdenuño Fernández, Lupiana, Heras de Ayuso y Armuña de Tajuña.
«Uno de los primeros problemas que encontramos al llegar al gobierno fue la brecha financiera y el cierre de oficinas bancarias en muchos pueblos que nos obligó a atajar de raíz el problema con esta solución de implantar máquinas expendedoras de dinero», ha explicado el diputado encargado del proyecto Ramiro Adrián Magro.
Un problema de gran alcance
El fenómeno de la falta de efectivo en el medio rural no es ninguna broma: es importante y no afecta solo a Guadalajara, como ya informó este diario días pasados.
Según un estudio, en la provincia de Guadalajara existen 336 puntos de acceso al efectivo. Mirado de otro modo, hay 31.953 personas que de forma habitual carecen de ese servicio, porque viven en alguno de los 246 municipios sin acceso a su dinero en metálico, frente a los 42 que sí lo tienen.
Dada la peculiar distribución demográfica de Guadalajara, la precaria situación sólo afecta al 12,2 por ciento de la población total. En estos meses estivales, obviamente a mucho más… al ser cuando los pueblos cuadruplican o decuplican el número de sus vecinos y los veraneantes comprueban que no todo es comodidad en la «España vaciada».
