El cantante madrileño Pancho Varona, que estará este sábado en el Café Teatro Monkey Man de Guadalajara, lamenta que el sector de la cultura, que «se ha volcado» en los balcones durante el confinamiento, haya sido «el último mono» entre los damnificados.
Pancho Varona ha estado en varias ocasiones en la Sala Monkey Man de Guadalajara donde ha llenado, y ahora vuelve con un recopilatorio de todas sus canciones y anécdotas y en dos pases, en horario de mañana y tarde para evitar aglomeraciones y que nadie se pierda el espectáculo ya que el aforo es limitado.
Serán dos conciertos en un formato más pequeño, inmersos en Ruta 52, en los que el artista hace un repaso de canciones muy distintas de su amplia carrera de 38 años, gran parte de ella junto Joaquín Sabina, pero incorporando también las historias que hay detrás de cada una de esta canciones.
«No me voy a limitar a cantarlas sino que contaré la anécdota correspondiente a cada canción, que es lo que la gente no sabe y así se enteran de curiosidades que no conocían», ha afirmado.
Varona conoce al público de Guadalajara y considera que es «muy agradecido. Son muy fans y corean todo porque es gente maravillosa que se sabe todas las canciones», ha aseverado tras reiterar que vuelve con un «sabor de boca exquisito».
En una entrevista a Europa Press para LA CRÓNICA apenas unas horas antes de ofrecer esos dos conciertos en pequeño formato en Guadalajara, ha lamentado que se haya dejado a los artistas «bastante atrás» en cuanto a las ayudas. «Es triste pero cuando hay necesidad, por lo último que se paga es por la cultura», se ha quejado.
«Queremos que se nos garantice el derecho al trabajo, no que nos den limosnas», ha subrayado tras ver un futuro muy incierto que necesitará del invento de «locuras» como las que él mismo junto a su mánager, Esther Segarra, han emprendido con éxito por ahora.
Conciertos a domicilio
Así, aunque en el confinamiento no ha compuesto, no ha tenido tiempo para aburrirse ya que ha dado clases de guitarra por YouTube, con «fortuna» porque han tenido «mucho éxito». También ha apostado ahora por formatos más pequeños o los conciertos privados en los domicilios, que ha bautizado como ‘Pancho va’ y ha asegurado que se va de cada casa con nuevos amigos y gente muy contenta.
«En el confinamiento me han salido pocas canciones aunque sí ideas y sensaciones y unos cocidos muy ricos», ha dicho entre risas y con una visión del futuro que prefiere afrontar con optimismo y esperanza y que cuando concluya «este terremoto» de la COVID-19 pueda empezar a «escupir notas y acordes sin saber la razón», como asegura que ya le ha pasado ya en alguna ocasión, concretamente tras un viaje realizado junto al cantautor Joaquín Sabina.
En su caso ha salido más reforzado que otros artistas porque enseguida se inventó una vida nueva pero sostiene que el 95% de sus compañeros de profesión «lo están pasando fatal». Les muestra su solidaridad porque «es un momento terrible para músicos, técnicos de sonido, de iluminación, conductores furgonetas, mánager y todos los colectivos asociados al mundo del espectáculo».
Más musas en la desgracia
Tiene muy claro Varona como artista que «la estabilidad no es buena aliada a la hora de componer» sino que «vienen más las musas cuando hay un disgusto», recordando precisamente el dicho de Sabina de que «la felicidad doméstica es una mierda para escribir canciones». «No hay nada como un buen desamor o desgracia para que te salga una buena letra», ha ironizado.
Aunque sabe que la pandemia «se ha cargado gran parte de la música en directo», espera que también esté sirviendo para «estrujar el cerebro y el corazón» de muchos artistas y que de aquí surjan «buenos discos y buenas canciones».
En cuanto a los nuevos programas musicales y la nueva música, el madrileño ha apuntado que, en muchos casos, la fama de estos nuevos músicos es «efímera y ficticia. Realmente tienes un minuto de gloria y al minuto siguiente vuelven al anonimato», con la excepción –dice– de algunos de los concursantes de la primera promoción de Operación Triunfo.
«Soy un abuelo Cebolleta»
Músico, compositor, contador de historias, ha admitido también que ahora se hace una música que a él «no le interesa tanto» y aunque, a veces le viene a la cabeza que pensar así se puede deber a que es «un abuelo Cebolleta», pronto lo descarta e insiste en que la de antes «es mucho mejor que la que se hace ahora», aun sin negar que todos los días «escarba» en Internet para ver lo que hacen ahora los jóvenes.
Tampoco es partidario de programas musicales con niños «vestidos con trajes de persona mayor y cantando canciones de persona mayor», pero ha reconocido que, «siempre que sea música y ayude a promocionarla, hay que celebrarlo».
«A ver si me llaman a mí como jurado de este tipo de concursos», ha bromeado, convencido de que aunque le gustaría la experiencia, posiblemente sería «el jurado más odiado de todos» porque «no se callaría» ya que la mayoría de lo que ve no le gusta «nada».
«Creo que tiene que haber siempre policía malo y bueno e intentaría ser policía malo pero lo mismo no me salía porque los niños y los concursantes me dan mucha ternura e incluso lástima», ha apostillado convencido de que le apetecería tener esta experiencia.
Música de autor
A su juicio, «hay grupos muy interesantes» en la escena española pero «la música de autor no pasa un momento tan brillante. Estamos un poco escasos de talentos tipo Aute, Víctor Manuel, Sabina, Cecilia….», una época que para él fue «maravillosa» y de la que «no hay un relevo a la altura.
Sobre la Ley Celaá, no se muestra ni a favor ni en contra, pero pide «sensatez», considerando lógico que en cada comunidad coexistan y se aprendan las dos lenguas porque «hay sitio» para ambas, aunque se hable dependiendo de las necesidad de cada pueblo. «A mi me encantaría ser bilingüe pero soy de Madrid y solo se habla castellano, soy un perjudicado», ha subrayado.