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22 noviembre 2024
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Noche de arrebatos en Alcalá con Ferrera, Morante y el «checano» Juan Ortega

Morante pudo salir a hombros, pero no quiso. Sí lo hizo Ferrera, en estado de ebullición en el cuarto toro. Y quien rezó para conseguirlo antes de que el último burel saliera por la puerta de toriles no lo consiguió.

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Este domingo, los olés más profundos en la plaza de toros de Alcalá los escuchó Juan Ortega, el torero sevillano formado en Córdoba y oriundo de Checa que está destinado a ser referencia del toreo en el siglo XXI. Lo ratificó en pequeñas dosis, aunque el triunfo fuera para Antonio Ferrera y para Morante de la Puebla, el mayor tesoro de la tauromaquia de las dos últimas décadas.

Ver al de la Puebla bajar de la furgoneta con el mismo terno purísima y oro de la fallida encerrona del Puerto de Santamaría daba yuyu a los más supersticiosos. Entre la fe y la superstición, Morante marcó con su pie una cruz sobre la arena, al inicio del paseíllo. El símbolo cristiano se quedó allí toda la tarde y toda la noche. Y el festejo fue un clamor.

Cruz marcada en la arena del ruedo por Morante, al inicio del paseíllo el 29 de agosto de 2021. (Foto: La Crónic@)
Cruz marcada en la arena del ruedo por Morante, al inicio del paseíllo el 29 de agosto de 2021. (Foto: La Crónic@)

Al final, Morante pudo salir a hombros, pero no quiso. Sí lo hizo Ferrera, en estado de ebullición en el cuarto toro. Y quien rezó para conseguirlo antes de que el último burel saliera por la puerta de toriles no lo consiguió, en buena medida por culpa de su lote, dos marmolillos. Pero Juan, ese chico que pasaba los veranos en Checa con los suyos, alienta las esperanzas de cualquier buen aficionado cuando hace el toreo de hace un siglo en los azarosos tiempos de hoy. En Alcalá volvió a hacerlo.

Tan sin oponentes anduvo Ortega que la jaculatoria con la que esperó a «Tomatito», que hacía sexto, no tuvo el efecto deseado. Tardó en acoplarse de capa, hasta el punto de que sólo dejó una media verónica. Y con la muleta, las dos tandas consecutivas que dejaron ronco al personal lo fueron de cinco derechazos llenos de esencia… y en las dos, con imposibilidad total de dar el pase de pecho, con el toro perdido en Babia.

Juan Ortega, con los ojos al cielo y bisbiseando una oración antes de que el último toro pisara el ruedo. (Foto: La Crónic@)
Juan Ortega, con los ojos al cielo y bisbiseando una oración antes de que el último toro pisara el ruedo. (Foto: La Crónic@)

En su primero, Juan Ortega había enamorado incluso a los espectadores más despistados con alguna verónica de ensueño y una media para enmarcar. En banderillas, qué dos magníficos pares de Revuelta.

Pronto se vio, en cambio, que si le bajaba la muleta como mandan los cánones, el toro se hincaba de morros. Era infumable por los dos pitones, pura desesperación. El premio que se ganó el sevillano de Checa fue el de la santa paciencia y, gracias al estoconazo que le aplicó, una oreja rotunda.

Ferrera: más que bullidor, en permanente estado de ebullición

Antonio Ferrera había puesto alta de revoluciones la tarde antes del ocaso en su primero, aunque pinchara. En la faena desplegó una de sus variantes: la parsimonia para crear en el público tensión dramática. La tauromaquia convertida en dramaturgia, incluso cuando no hay enemigo digno de tal nombre. Después de algún buen derechazo y de conseguir una apreciable tanda de naturales, un bajonazo tras el citado pinchazo no fue obstáculo para que cayera la primera oreja.

Antonio Ferrera, triunfador en Alcalá. (Foto: La Crónic@)
Antonio Ferrera, triunfador en Alcalá. (Foto: La Crónic@)

En su segundo llegó el Ferrera más teatral, que tanto gusta en los tendidos por lo que tiene de catarata de espectáculo para los ojos del que lo ve, la mayoría de las veces poco acostumbrado a tal despliegue: llevarse al toro entre verónicas hasta los medios y más allá, el quite de oro, los pares de banderillas a la velocidad del sonido, el inicio de faena rodilla en tierra con una larga tanda de derechazos cerrada con dos pases de pecho antes de volver a la verticalidad, la muleta al hombro izquierdo antes del pase…

El extremeño tuvo en esta ocasión la ayuda inestimable de un toro bueno, que habría merecido la vuelta al ruedo en el arrastre por más que apuntara ganas de rajarse en algún momento. «Míralo, bonito», le gritaba el diestro, antes del natural. Mató y cayeron las dos orejas, bien merecidas para quien sabe conservar la frescura de un novillero después de tantos años de alternativa y entre amargas tormentas personales.

Morante sin verónicas

Al que concitaba más interés, José Antonio Morante, hubo que esperarle hasta el quinto, que no fue malo, sin ser una joya. El segundo enlotado fue devuelto, por su invalidez manifiesta, un despojo abrochado de pitones. Por una confusión con los portones del callejón, resultó cogido el torilero José Luis Ruiz, que sufrió un corte en la ceja izquierda que necesitó dos puntos de sutura.

Momentos de máxima tensión los vividos en el callejón para devolver al segundo de la tarde. (Foto: La Crónic@)
Momentos de máxima tensión los vividos en el callejón para devolver al segundo de la tarde. (Foto: La Crónic@)

«Sembrador», que hizo de segundo bis, permitió paladear sobre todo los naturales del de La Puebla. Tras una estocada fulminante, oreja.

«Alsaciano» estaba llamado a ser el toro del triunfo para Morante, bien metida ya la noche alcalaína. El personal intentaba jalear verónicas excelsas dónde no las había, porque la joya de su toreo inigualable llegó en una tanda inmensa de seis naturales. Estocada entera desprendida, para dos orejas más que previsibles.

La montera de Morante no desmerece de las más añejas del Cossío. ¡Y algunos se preocupaban porque cayó boca arriba tras el brindis! (Foto: La Crónic@)
La montera de Morante no desmerece de las más añejas del Cossío. ¡Y algunos se preocupaban porque cayó boca arriba tras el brindis! (Foto: La Crónic@)

FICHA:

Plaza de toros de Alcalá de Henares.

Domingo 29 de agosto. Tres cuartos del aforo permitido.

6 Toros de Antonio Bañuelos, segundo como sobrero. 

Antonio Ferrera (verde bandera y oro): Oreja y dos orejas. Salió a hombros.

Morante de la Puebla (celeste y oro): Oreja y dos orejas. Salió por su propio pie.

Juan Ortega (marfil y azabache): Oreja y ovación.

Incidencias: Javier Valdeoro y Fernando Sánchez saludaron una ovación tras banderillear al primero. Al igual que Andrés Revuelta en el tercero.