Silenciadores, visores nocturnos o iluminación artificial son algunas de las propuestas de diferentes expertos y colectivos relacionados con la caza, con el objetivo controlar la sobreabundancia del jabalí en Castilla-La Mancha.
Esta ha sido una de las conclusiones alcanzadas en las jornadas ‘El Papel de la Caza en la Gestión de la Sobreabundancia de Especies Cinegéticas’, celebradas el pasado mes de noviembre.
Diferentes cargos de la Consejería de Desarrollo Sostenible, del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, del CSIC, de la Asociación de Jóvenes Agricultores (Asaja), de WWF, de la Asociación Nacional de Productores de Ganado Porcino (Anprogapor), entre otros, han aportado su visión a esta problemática, que afecta principalmente al conejo y al jabalí en la región.
Abogan por transmitir a los gestores y cazadores la importancia de controlar las poblaciones de jabalí, así como motivar, informar y formar específicamente en el control poblacional al sector cinegético a través de las federaciones de caza, valorando medidas extraordinarias como la caza de hembras y ejemplares jóvenes.
«La gestión cinegética debe ir mas allá de la caza deportiva y regirse por principios de eficiencia y efecto sobre la dinámica poblacional de la especie. Para ello, es clave la simplificación y agilidad jurídico-administrativa», reflejan estas conclusiones.
Por ello, proponen que cazadores formados supervisados por la autoridad cuenten con «autorizaciones excepcionales que aumenten la eficacia de las acciones cinegéticas dirigidas a la gestión y el control de la especie: silenciadores, visores nocturnos, iluminación artificial».
Gestionar la carne
Es importante, a juicio de estos expertos, la instalación de centros para gestionar carne y subproductos «para motivar a cazar y a sacar las piezas del monte» así como «mejorar la higiene y seguridad alimentaria y consolidar los canales de comercialización». «La promoción de la carne de caza como producto ecológico, sostenible y saludable puede aumentar su aceptación y demanda social hasta igualarla a la existente en países centroeuropeos, lo que redundaría en un aumento del interés en gestionar correctamente las poblaciones de jabalí».
Por otro lado, plantean que «la caza con perros es el conjunto de modalidades que más contribuye numéricamente al control de jabalí, aunque se ven amenazadas por una regulación cada vez más exigente», por lo que «parece necesario y urgente revisar la normativa existente para simplificarla».
El caso del conejo
En cuanto al conejo, apuestan por mejorar la capacidad de actuación para reducir localmente las poblaciones cuando sea necesario, utilizando, por ejemplo, «caza nocturna por cazadores especializados, incluso desde vehículo, modificando el tipo de arma (distintos calibres), actuando sobre las madrigueras, o implantando jaulas trampa homologadas». Actualmente existen limitaciones legales a muchas de estas alternativas de control poblacional.
En ese contexto, consideran «deseable fomentar la coordinación entre agricultores y cazadores tanto para prevenir daños como para actuar sobre las poblaciones de conejos en el momento más oportuno (en cuanto a la vulnerabilidad de los cultivos)».
«El ‘agricultor-cazador’ es un actor clave que tiene visiones multisectoriales y se debe involucrar más en las juntas directivas de sociedades de cazadores, cooperativas, sindicatos de riegos y ayuntamientos para procurar mejorar dicha coordinación y consenso».
Sería asimismo útil fomentar grupos de trabajo que permitan tomar decisiones coordinadas a escala local, que estén ajustadas a las condiciones específicas de cada caso. «Las comisiones municipales multisectoriales podrían ser una buena opción para la búsqueda de soluciones consensuadas que, inevitablemente, supondrán ciertos costes para las partes implicadas», explican en estas jornadas.
«Es importante transmitir a la sociedad que los daños de conejo a la agricultura pueden ser importantes por lo que deben ser gestionados, y que la caza es una parte importante y esencial de esa gestión», finalizan.