Las restricciones a las actividades cotidianas siguen vigentes en Castilla-La Mancha por culpa del COVID, por más que de tan acostumbrados como estamos ya casi no caigamos en la cuenta de que están ahí. Un ejemplo es el Concierto de Navidad celebrado este sábado en Cabanillas del Campo, ante poco más de 80 espectadores. El patio de butacas estaba a un tercio de su aforo no por falta de interés o porque no merecieran los artistas más audiencia, sino porque ese es el límite que marcan las autoridades sanitarias en estos tiempos.
Lo vivido en la Casa de la Cultura de Cabanillas del Campo fue un concierto muy emotivo, no en vano era la primera muestra de música en directo en ese recinto desde el inicio de la crisis sanitaria. A ello se refirió la presidenta de la Asociación, Julia Moratilla, en su discurso de bienvenida, en el que señaló que el recital se celebraba en memoria de las víctimas del coronavirus. El concierto tuvo también carácter benéfico, ya que se vendió lotería y se recaudaron fondos para la Asociación Española contra el Cáncer, con la que colabora de modo muy habitual la Asociación de Mujeres de Cabanillas.
Clásicos del género lírico
Sobre el escenario actuaba una formación de instrumentistas y cantantes que ya repiten en este concierto por tercer año consecutivo. Era una pequeña orquesta compuesta por los instrumentistas Juan Carlos Felipe (clarinete). Ezequiel Cortabarría (flauta), Nelly Sabrova (violín), Sergei Sabrov (viola), Ramón Romero (chelo), Mateo Dascanio. (piano) y Salvador Aguado (percusión), bajo la dirección musical de Enrique García Requena. En las voces, cuatro cantantes líricos: las sopranos Akemi Alfonso y Chantal García; el tenor Luis Enrique Jimeno; y un barítono, Vicente Lacárcel.
Se interpretaron de modo muy aplaudido piezas populares del género lírico; clasicos de zarzuelas como «La del manojo de rosas», «La rosa del azafrán, «Luisa Fernánda» o «La tabernera del puerto», y también piezas muy conocidas de óperas como La Habanera de «Carmen» o el Dúo de las Flores de «Lakmé»; o la sutilísima O mio babbino caro, de la ópera «Gianni Schicchi»; adeás de otras canciones muy conocidas, como la napolitana «Funiculá», entre otras.