El pavimento de la calzada de la calle Miguel Fluiters de Guadalajara, del que viene informando LA CRÓNICA y que ha generado una intensa semana política, se tiene que cambiar al completo, pues los técnicos ya han señalado que sus características no se ajustan al servicio que presta la calle y el volumen de tráfico de vehículos que tiene diariamente y que hacen que ahora esté impracticable, independientemente de otros defectos de obra.
Así lo ha anunciado este miércoles el concejal de Infraestructuras, Santiago López, quien ha señalado que es «compromiso de la alcaldesa, Ana Guarinos, que esta céntrica calle tenga una solución definitiva y que se pueda recuperar para los ciudadanos en las mejores condiciones».
López Pomeda ha explicado que los plazos no pueden ir más rápido pues el procedimiento administrativo para reclamar a la constructora todavía está en curso. El Ayuntamiento lo inició en el mes de marzo, mucho antes de que venciera la garantía de la obra que caducaba en agosto, pero la empresa ha presentado también sus alegaciones.
«En breve terminará el trabajo de los técnicos que estudian estas alegaciones de la constructora y habrá una resolución definitiva que marque la responsabilidad sobre las deficiencias encontradas, ya no sólo en la calzada, sino también en las aceras», ha señalado López Pomeda.
A partir de esa resolución se le puede exigir de forma definitiva a la empresa que ejecute y si no atiende, puede actuar de forma subsidiaria en Ayuntamiento, es decir hacer la obra y reclamar después a la empresa el coste que corresponda, ha informado el Ayuntamiento en nota de prensa.
«El equipo de Gobierno municipal se preocupó desde el primer momento por esta calle y no ha estado parado, ha estado ejerciendo todas las acciones que tenía a su disposición dentro del marco legal, donde la empresa también tiene sus derechos», ha declarado López Pomeda, quien ha recordado «que este era el proyecto estrella del anterior equipo de Gobierno, que había proyectado Alberto Rojo y su número dos Sara Simón, que ya nació estrellado, con unas obras que se alargaron más de un año, cuando tenían que durar cuatro meses, y que luego se acabaron mal y deprisa y corriendo, porque llegaban las elecciones».