Para los argentinos, mencionarles el corralito es mentarles la bicha, ya que es como se recuerda esa aviesa decisión de dejarles sin ahorros en una de tantas crisis financieras en el país austral.
En Toledo, «El corralito» es un bar y ha sido, más concretamente, el elegido por Emiliano García-Page para cumplir con una de las tradiciones navideñas de la capital regional: la migas del día de Nochebuena.
Allí, en el Corral de Don Diego (que es una plaza y no otra cosa), a corta distancia de Zocodover y fuera del resguardo del Palacio de Fuensalida, el presidente de Castilla-La Mancha ha ejercido de toledano con vaqueros y entre amigos, que en esta ocasión eran algunos de sus más cercanos colaboradores y personal transeúnte por el lugar.
No consta que Pedro Sánchez estuviera invitado para la ocasión. Ni por obra ni en pensamiento.
Las polémicas, eso es seguro, volverán antes que las golondrinas, después de Navidad.
