Antes de que a las 11 de la mañana apóstoles, niños de primera comunión, madres, padres y (sobre todo) abuelas se pongan en procesión por las calles de la ciudad, las distintas cofradías de Guadalajara ya pueden estar satisfechas por el esfuerzo de la víspera.
Ni el viento de la tarde y de la madrugada ha descompuesto, aunque sí enturbiado un poco en algunos casos, el resultado de las alfombras de serrín.
Ahí están, para quien las quiera ver y a la espera de que la pueda pisar el paso de la Custodia, que es o debiera ser el auténtico protagonista de los jornada. Al menos, para los creyentes.
Desde primera hora de la mañana y con la fresca –que realmente era muy fresca este 2 de junio– se han empezado a montar los altares y a cubrir el recorrido con cantueso. También se ha flanqueado, por parte de operarios municipales, con tiestos y plantones la peatonal Calle Mayor, con la esperanza vana de que quienes no son los auténticos protagonistas se queden en las aceras.
La procesión del Corpus de Guadalajara no falta a su cita más que cinco veces centenaria. Con otros niños, de orígenes diversos pero con el denominador común de estar creciendo en la capital alcarreña. Esa que, todavía, es fiel a algunas de sus costumbres.