Se ha dicho todo, o casi todo, sobre la ya mítica Bahía de Halong en el norte de Vietnam, en el golfo de Tonkín, a 180 kilómetros de Hanoi, Patrimonio de la Humanidad y, sin duda, el destino más popular del país y probablemente la bahía más bella del mundo. Millones de turistas la visitan cada año y también millones de vietnamitas o habitantes de los países vecinos, la eligen como segunda residencia lo que está provocando una saturación de barcos en las aguas y de residencias de lujo, tiendas, restaurantes y hoteles en la costa.
A pocos kilómetros de Halong se encuentra Tam Coc, lo que algunos han llamado “Halong en tierra” porque, en efecto, el paisaje es muy similar, con los enormes peñascos forrados de vegetación, los paredes verticales y las formas deslumbrantes, pero sustituyendo las turquesas aguas del golfo de Tonkín por extensos arrozales en todas las gamas de verde y amarillo, solo interrumpidos por el tranquilo cauce del río Ngo Dong y las cientos de pequeñas barcas conducidas por remeros –y sobre todo remeras– que las surcan tranquilamente.
Pero vayamos por partes. Los entre 2.000 y 3.000 islotes (parece que nadie ha podido contarlos) que pueblan la bahía de Halong a lo largo de una costa de casi 120 kilómetros y una superficie de 1.500 kilómetros cuadrados, crean uno de los paisajes más hermosos que puedan imaginarse. La piedra calcárea entre gris y marrón, la vegetación que se cuela por cada grieta y el reflejo que crean en las generalmente turquesas aguas del mar forman un contraste extraordinario, a su belleza contribuye el que debido a su escarpado relieve, la mayoría de ellas no se ha visto nunca alterada por la presencia del hombre. Como reconoció la Unesco cuando lo declaró Patrimonio de la Humanidad en 1994, “además de su excepcional valor estético, este sitio presenta un gran interés en el plano biológico.” Halong es además, desde el 11 de noviembre de 2011 una de las siete maravillas naturales del mundo.
El espectáculo que se muestra ante los ojos tiene tanto de mágico que hace creer en la leyenda que dio nombre a la bahía, Ha Long significa «dragón descendente», y es que según se cuenta, hace mucho tiempo, cuando los vietnamitas luchaban contra los invasores chinos provenientes del mar, el Emperador de Jade envió una familia de dragones celestiales para ayudarles a defender su tierra. Estos dragones escupían joyas y jade en lugar de fuego. Las joyas se convirtieron en las islas e islotes de la bahía, uniéndose para formar una gran muralla frente a los invasores, y además lograron hundir los navíos enemigos. Tras proteger su tierra formaron el país conocido actualmente como Vietnam.
Aunque la vista desde tierra es fantástica, sin duda la mejor forma de apreciar los gigantescos peñascos y su perfecta armonía es navegando entre ellos. Lujosos juncos de velas rojas y barcos para turistas ofrecen travesías por las islas, donde familias enteras de pescadores viven sobre el agua en casas flotantes y barcas varadas al abrigo de paredes y cuevas. Algunos se limitan a excursiones de tres o cuatro horas por los islotes más próximos a la costa, pero un crucero con una noche a bordo permite explorar las islas más lejanas. Ver amanecer en la bahía, cuando la niebla va desvelando los pináculos calizos que emergen del mar como la cola de un dragón, es una experiencia deliciosamente mística.
En esos recorridos más amplios, como los que recomienda el turoperador especializado en Vietnam, Asiática Travel es posible visitar la boscosa isla de Cat Ba, la mayor de Halong, convertida en parque nacional y enmarcada por una cadena de hoteles de poca altura a lo largo de su antigua bahía, pero el resto de la isla está prácticamente intacta y tan salvaje como siempre. La mayor parte de la costa se compone de acantilados rocosos, pero hay algunas playas de arena y pequeños pueblos de pescadores escondidos en minúsculas calas. Además, desfilan ante la vista lagos, cascadas y grutas que salpican las espectaculares colinas de piedra caliza. En el parque nacional de Phong Nha-Ke Bang, se pueden visitar cuevas inmensas como la de Hang Son Doong, la mayor cueva del mundo, donde cabría un rascacielos de 40 pisos, y que solo un reducido grupo de afortunados puede visitar.
El único problema de los paseos turísticos por la bahía de Halong es que millones de turistas los quieren hacer (5,2 millones de visitantes extranjeros acudieron el pasado año). Por eso no es raro que lleguen e juntarse hasta 3.000 barcos de distinto tamaño y que decenas de ellos se reúnan durante la noche en el mismo lugar. La razón, según se dice, es la seguridad. Aunque no son frecuentes, de vez en cuando hay ataques piratas que desvalijan en cuestión de minutos a los confiados turistas, por eso tampoco es extraño ver que patrullas motoras de la guardia costera y la policía local escolten a los barcos durante su recorrido.
El frágil equilibrio de la bahía, naturalmente se ha visto afectado por la presencia masiva humana. Hace poco las autoridades de la Bahía de Halong, han iniciado un programa piloto para prohibir el uso de botellas y bolsas de plástico a los operadores turísticos. Cada día se usan 5.000 botellas de plástico y otras 5.000 toallitas húmedas con su correspondiente bolsa de plástico que con frecuencia terminan en el mar, lo que contribuye a aumentar las más de seis toneladas de basura que se recogen cada día de las aguas.
Del mar a los arrozales con un paisaje casi idéntico
No hay que alejarse mucho del golfo y sus pedruscos protagonistas para encontrar un paisaje casi idéntico, en el que el mar ha sido sustituido por extensos arrozales cruzados por un sinuoso río. Se trata de Tam Coc, un precioso paraje natural en la provincia de Ninh Binh que muchos definen como la Bahía de Halong en tierra y también reconocido como Patrimonio de la Humanidad. Otros lo han denominado “el sueño hecho realidad”. Las formaciones rocosas, las cuevas, el agua y el paisaje son el decorado adecuado a los inmensos arrozales que cuando están en su máximo esplendor, tienen un color verde brillante con tonos amarillos, que terminan en el comienzo de los acantilados de las formaciones rocosas. El paraje natural de Tam Coc se recorre en pequeñas barcas de remos para dos o tres pasajeros que surcan el río Ngo Dong, manejadas diestramente en su mayoría por mujeres que hacen una jornada de ocho o diez horas, en sucesivos viajes de un par de horas cada uno y cobran el equivalente a unos pocos dólares. Curiosamente, reman con los pies. Como hacen ellas, es aconsejable utilizar el típico gorrito vietnamita de caña y bambú, el Nón Lá, para protegerse del sol.
Durante el recorrido en sampan por este parque natural se contemplan formaciones rocosas similares en forma y tamaño a las de la bahía, se atraviesan cuevas estrechas en las que es necesario bajar la cabeza y que dan nombre al lugar: Tam Coc significa tres cuevas y durante el recorrido se atraviesan sin tener que bajar del bote y se visitan pagodas y restos de monumentos y edificaciones de tiempos del Vietnam de leyenda.
La principal diferencia de este recorrido con los que se hacen en la bahía de Halong es la sensación de intimidad, porque aunque haya decenas de barcas que siguen el mismo curso, uno siente la soledad, se percibe claramente el suave batir de los remos, el chapoteo del agua, el arrullo del viento… Todo parece que está ahí para que uno los disfrute, cada peñasco, cada extensión de arrozales, cada pájaro que nos sobrevuela, cada aleteo de los patos, cada Martín pescador que salta al paso de la barca. El placentero viaje solo se ve interrumpido, a veces, por algún vendedor ambulante que propone una fresca bebida… para el remero, aunque la paga el pasajero. Casi nunca la consumen y con frecuencia te la ofrecen a mitad de precio cuando avanza el recorrido.
Afortunadamente no hay que elegir, Halong o Tam Coc, porque ambos se complementan, están a apenas unos kilómetros entre ellos y hay muy buenas combinaciones y paquetes organizados que incluyen ambas maravillas. Acudiendo a un experto, como Asiática Travel, puede organizarse una visita que se puede completar con otros atractivos cercanos y concluir o empezar en Hanoi.
Mucho más que ver
Porque, en efecto, hay mucho más que ver en las proximidades. La provincia de Ninh Binh se ha convertido en un destino único y en un bonito ejemplo de una perfecta convergencia entre los valores históricos y el paisaje que regala la naturaleza. Una de las paradas más significativas en Ninh Binh es Hoa Lu, la capital de Vietnam desde 968 hasta 1.010. Aunque la entrada de la ciudadela es totalmente nueva, tanto el puente que cruza el río Ye Ngua, como el arco que te da la bienvenida conservan el aspecto original. El templo Dinh Tien Hoàng es uno de los pocos que queda en condiciones de la ciudadela. Este templo fue construido por los residentes locales cerca del centro de la antigua capital con el fin de honrar a Dinh Bo Linh, el primer emperador de Vietnam, y se encuentra en los terrenos del antiguo palacio principal de la ciudadela real.
Ninh Binh cuenta con el Parque Nacional de Cuc Phuong, el más grande y el primero de la historia de Vietnam. Es uno de los sitios más importantes para la biodiversidad del país. Es el hogar de cientos de especies de flora y fauna. Los animales del parque llegan a las 97 especies de mamíferos, los más extraordinarios son los langures en peligro de extinción; 300 especies de aves; 36 especies de reptiles; 17 especies de anfibios; 11 especies de peces y además más de 2.000 especies de plantas y miles de especies de insectos, la mayoría de los cuales no muerden, afortunadamente.
Allí se encuentra Mua Cave, por ejemplo, una de las numerosas cuevas de la zona, tal vez la más popular y aunque para acceder a ella hay que superar 500 peldaños, la vista desde arriba compensa el esfuerzo, ya que se contempla el paisaje de Tam Coc y los inmensos arrozales, las montañas kársticas y el río Ngo Dong. No es extraño que en 1428 dos monjes decidieran levantar la pagoda en este lugar, hechizados por las vistas del rio y las montañas, incluso el Rey Le Canh escribió un poema en honor a este precioso lugar.
No muy lejos está la pagoda de Chua Bai Dinh, que ostenta varios récords: es la pagoda más grande de Vietnam con una extensión de 700 hectáreas, en su interior se encuentra una de las estatuas de Buda de bronce más grandes de Asia, de 100 toneladas de peso, tiene la campana más grande de Vietnam de 36 toneladas y posee la colección más grande del mundo de estatuas Arhat con unas 500, dedicadas a aquellos que han logrado el entendimiento profundo sobre la verdadera naturaleza de la existencia, que han alcanzado el Nirvana y en consecuencia, no volverán a nacer de nuevo.
Cómo ir:
Este reportaje está centrado en una pequeña zona de Vietnam, tal vez la más espectacular, pero es solo una parte de un país lleno de sorpresas. Para viajar a Vietnam lo mejor es confiar en un especialista como Asiática Travel, http://www.asiatica-travel.es/ una agencia de viajes local en Vietnam, con 18 años de experiencia, que se ocupa de organizar viajes personalizados y privados para los viajeros hispanohablantes y les acompañan en su descubrimiento de Vietnam, Laos y Camboya. Con ellos se puede organizar el viaje a medida sin encarecer los precios.