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17 noviembre 2024
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MADRID-PERPIÑÁN EN AVE: Un cómodo viaje al centro del mundo (y alrededores)

La gente de orden tenemos la empecinada costumbre de vestirnos por los pies y andar sobre el suelo, cuando hay ocasiones en que sería mejor recorrer el mundo mirando hacia lo alto. O, al menos, hacia el frente. Eso es lo más recomendable cuando nos plantamos en Perpiñán, el centro del mundo, según Dalí.

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Con aquella voz engolada que tanto le caracterizaba, Salvador Dalí se puso incluso más solemne que de costumbre y sentenció un día: “La estación es el lugar de todas mis alucinaciones. Allí veo todo de nuevo claro. Y he descubierto el porqué: dentro de la deriva de los continentes, la estación es un momento telúrico de permanencia. Para mí es como un exorcismo”. Se refería a la de Perpiñán, que es por donde hoy entramos a esta ciudad del sur de Francia.


Texto y fotos: Augusto González Pradillo y María Alonso


Renfe inauguraba este verano su línea internacional de alta velocidad sobre suelo francés. Los destinos desde Madrid son numerosos y de lo más sugerentes y Perpiñán es uno de ellos. El viaje desde la capital (o desde Guadalajara o Zaragoza, también) es cómodo y acercarse a Perpiñán en este medio de transporte es casi irresistible.

El sur de Francia pasa a ser una inteligente tentación para fines de semana, puentes y escapadas, solo o en pareja. Las frecuentes ofertas que Renfe pone en circulación ayudan, además, a decidirse.

Llegados hasta aquí, los que no hemos sabido forjarnos como genios al estilo de Dalí debemos conformarnos con mirar a nuestro alrededor y disfrutar el momento, porque el AVE nos acaba de dejar en un lugar bien ordenado, aun dentro de la incansable actividad, como de colmena, que el tránsito de viajeros concede a cualquier estación ferroviaria que se precie.

La de Perpiñán/Perpignan/Perpinyà es muy colorida en su exterior y no renuncia a considerarse El centro del mundo, con un gran rótulo que recorre, en catalán, su fachada. Para nosotros va a ser eso y no otra cosa la ciudad entera durante el tiempo en el que prolonguemos la visita. Motivos no faltan.

A continuación te daremos muchos argumentos para tu recorrido y te hurtaremos dos, que no te desvelaremos hasta el final. Y no, no nos referimos a los cines con películas eróticas, que tanto encandilaron a nuestros abuelos cuando estaban prohibidas en España. Eso sí que es historia, ya pasada.

Comencemos…


Alégrate: el fin del mundo aún no llega

Que el lector no tema, porque más adelante recorreremos los lugares de obligado cumplimiento, con o sin selfie, de Perpiñán. Pero para empezar, quizá sea bueno hacerlo con la fortaleza de ánimo que da el saber que nos queda un trecho por delante hasta que el mundo se acabe y llegue el fin de los tiempos. Es lo que se deduce de la imagen del Dévot-Christ, que nos aguarda silenciosa y paciente en una capilla, bastante anodina, junto a la catedral.

Aquí no hay turistas que estorben la contemplación, pero el mensaje y su Protagonista tienen la fuerza que dan los siglos y la rareza del estilo de esta escultura. El Cristo que nos ocupa es una talla de finales del siglo XIII y se aleja de la estética de cualquier otra. Casi se diría que es un antecedente, lejano pero directo, del expresionismo alemán.

Si sugerente es la apariencia aún más lo es la leyenda que rodea a este Crucificado: dice la tradición que la cabeza del Redentor va cayendo cada año un poco más, aunque sea de forma imperceptible y que cuando la barbilla toque el pecho, será el momento del Apocalipsis. Confiados en la fortaleza de la madera de hace ocho siglos, nos echamos a andar a la búsqueda de más hallazgos insólitos por Perpiñán. Tendremos tiempo de culminar la visita, sin duda.


Lo que da de sí el papel de fumar

Quien pasa con prisas y sin buena información por Perpiñán suele dejarse sin ver un palacete modernista como hay pocos y que tiene su fundamento en la ligereza del papel de fumar… que es como se labró la gran fortuna del que financió el edificio y lo que contiene.

Hablamos de Pierre Bardou, el creador del papel de fumar JOB, toda una institución en el país vecino desde el siglo XIX. Con lo que le iba quedando para sus gastos, que no eran pocos, a partir de 1852 fue comprando casas en la calle de San Salvador. En una de ellas hizo hueco para la propia fábrica, cuya estructura metálica aún se mantiene. Pero quien más aprovechó la fortuna no fue el que la forjó sino el que la heredó por la vía conyugal: Jules Pams. A este político (y consorte de hija millonaria) debemos el palacete que hoy nos impresiona, proyecto ejecutado por Léopold Carlier, en una estética a caballo entre el fin de siècle y el Modernismo más desatado. Como curiosidad añadida, JOB recurrió para su publicidad al genio praguense del diseño que era Alfons Mucha (léase Muja). Alguno de esos carteles de hace un siglo los puede comprar ahora… por 4.500 euros, si le molesta tal cantidad de dinero en el bolsillo. Si no es así, disfruten gratis del Palacio Pams antes de ir a verlo, con estas imágenes:


Castillet: el Perpiñán más tópico, típico y reconfortante

Después de todo lo anterior, que hemos ido desgranando para no entrar a saco en lo más evidente de la ciudad, ya podemos plantarnos ante el Castillet. Es, según las guías más ordenadas, donde debe comenzar cualquier visita. Su aspecto fortificado no engaña, puesto que desde finales del siglo XIV era una de las puertas de entrada a intramuros.

Hay 142 escalones, contados, hasta lo alto, después de lo cual puede disfrutarse de una vista de 360 grados sobre la ciudad.

Como todo derecho tiene su envés, nuestro consejo es mirar al frente, localizar los almacenes Lafayette, al otro lado de la gran avenida y subir hasta la terraza de la última planta. Allí, mientras se toma alguna bebida, la vista es buena. Y la subida resulta, además, mucho más cómoda, con escaleras mecánicas. Aviso: si le piden que consuma algo sólido junto con su bebida alcohólica no le están engañando, simplemente están ajustándose a la licencia que tiene el bar del rooftop.


Gótico para deslumbrarte

Perpiñán no solo perteneció en su momento al Reino de Mallorca sino que fue su capital continental, alternativa de la insular Palma. No cuesta creérselo a la vista del gótico civil que ha quedado desperdigado por el centro de la ciudad antigua. Espectacular.

Estamos en la Place de la Loge, el auténtico centro desde la Edad Media, y se nota. Ya por entonces sabían convivir el poder del dinero (véase la Loge de Mer) con el poder político del Ayuntamiento (con entrada libre) y la Diputación (que no se visita), con sus respectivos palacios.

Como en la Loge de Mer se encuentra la oficina de turismo, nada mejor que perderte por allí para encontrarlo todo más fácilmente, con la información que te facilitan.


Calles para andar y admirar

Ahora que estamos en el Perpiñán medieval, dejémonos llevar. Sorprende, de entrada, cómo se ha conservado la trama de callejuelas estrechas, que arropan al paseante. Los edificios han ido evolucionando con la natural renovación que marcan los siglos, porque aquí estamos en un entorno con más vida que en otros centros urbanos.


Un centro con comercios vivos

Al hilo de lo anterior, reseñar algo que no se valora lo suficiente en la literatura turística sobre Perpiñán: la pujante presencia comercial, con innovadoras propuestas junto a otras de un clasicismo insuperable. Para ilustrarlo dejamos sólo dos apuntes: el escaparate de una zapatería que se diría obra de un epígono del surrealismo y, junto a él, uno de esos patios llenos de verdor que, además, son galería comercial. Una delicia total que anima el paseo.


Para estar y pasear

Perpiñán está cerca de Cataluña. A veces, quizá demasiado. La reticencia no se refiere a la herencia cultural ni a los aires de Catalunya Nord que algunos respiran (o inspiran) sino a las visitas de fin de semana de los meridionales, que pueden llenarlo todo o casi todo. Mejor organizar el viaje para aterrizar en la semana laboral, con total tranquilidad.

Así, el barrio des Fabriques que antes hemos recorrido es un itinerario absolutamente plácido, del mismo modo que podemos saludar a Aragó en su estatua sin empujones inesperados. Podremos, en fin, sorprendernos a nosotros mismos jugando a contemplar lo variado del actual vecindario y lo silencioso que puede llegar a ser el cauce del Quai Saint Vauban en medio de la circulación, que pasa como de puntillas.

La terraza del Café Viena es un buen observatorio para mirar sin reparos a todo lo que se mueva. Luego, podemos volver a cruzar el Castillet y buscar la Plaza de República, insospechadamente diáfana, cuyas terrazas custodian un parking muy útil para el que llega en coche. Y también acercarnos a un último tesoro en rue du Figuier, la calle de la Higuera que esconde/ofrece un restaurante que es un bálsamo contra el estrés con solo mirarlo. Es la última fotografía de este bloque:


Perpiñán se sube a las paredes

La gente de orden tenemos la empecinada costumbre de vestirnos por los pies y andar sobre el suelo, cuando hay ocasiones en que sería mejor recorrer el mundo mirando hacia lo alto. O, al menos, hacia el frente.

Si lo hacemos en Perpiñán podemos encontrar un variado repertorio de imágenes interesantes. No solo por la doble rotulación de las calles sino también por las variadas estampas, grafiteadas o no, que nos miran o nos llenan de reflejos. Quien no asomó a nuestro paso fue el «Comissaire de Quartier», aunque sabemos donde vive, porque la placa nos lo indicaba.


Una catedral que se sale de sus muros de cantos rodados

Una única nave… ¡pero qué nave! Con 72 metros de larga y 26 de alta, es un buen ejemplar del estilo gótico meridional. Está abierta hasta las seis y media de la tarde, gratis (ojo, que el Camposanto cierra una hora antes de octubre a mayo).

La Catedral de San Juan Bautista se fue construyendo entre 1324 y 1509, cuando Perpiñán era capital del Reino de Mallorca. Merece recorrer el interior y detenerse en sus capillas, escapando del anodino aspecto de su exterior que si por algo sorprende es por los dibujos que hacen los cantos rodados.

A su lado, el Camposanto, un enorme cementerio dentro de un inmenso claustro de los que no se encuentra ningún otro ejemplo semejante en toda Francia y si acaso, tiene equivalente en el de la ciudad italiana de Pisa.

En verano, la inmensa superficie se aprovecha para la celebración de conciertos al aire libre.


Casa Xanxo, del gótico a nuestros días

Las telas han sido durante siglos fuente de riqueza no sólo para Perpiñán sino para toda la región. De aquellos tiempos nos llega, directamente desde el siglo XVI, la casa construida a cuenta de la fortuna de Bernat Xanxo, un rico comerciante local.

Te la encontrarás en la calle de la Mano de Hierro y es en sí misma una lección de historia, no sólo por el continente sino por el contenido: los numerosos paneles que llenan las distintas salas ilustran bien sobre los encuentros (y desencuentros) de españoles y franceses sobre este territorio. Su última reforma ha convertido el edificio en sede del Centro de Interpretación de la Arquitectura y del Patrimonio.

Antes de entrar, o antes de seguir tu camino echa un vistazo a las figuras del friso de la fachada. Te sorprenderán.


Dónde comer, qué comer

¿Has localizado el pecado de la gula en el exterior de la Casa Xanxo, como recomendábamos un poco más arriba? Quítate cualquier cargo de conciencia y disponte a disfrutar, con mesa y mantel o de un modo más informal, de los buenos alimentos de esta comarca y de la forma en que los preparan.

En Perpiñán no falta un mercado, esos halles franceses que tanto atraen, digno de ser recorrido en cualquier de sus horas de apertura. Este de Vauban está tan céntrico que no lo podrías evitar, aunque por error quisieras.

Y a lo largo de la ciudad vieja te irás topando con bares y tiendas de lo más variopinto.

Puestos a aconsejar, desbrozando el camino, aconsejaríamos reservar para una agradabilísima velada en Casa Sansa, bien en su abigarrado salón si la noche está fresca o en la calle, si el tiempo acompaña. Buenos platos rematados con unos postres a prueba de los comensales más exigentes. Y un entorno muy, muy agradable que los propios perpiñaneses disfrutan a la que pueden. Las caras de satisfacción son una garantía.

Para llevarte el buen sabor a casa, te sugerimos no dejar de visitar Au Crémier Gourmand (mira la foto más abajo, para identificar el local) en el 16 de rue Cloche d’Or: tener más de un centenar de quesos diferentes a tu alcance, artesanos todos, es un reclamo irresistible.


Buena tierra, buenos vinos

Como no hay comida memorable que no esté bien regada con los caldos adecuados, estar en Perpiñán y no degustar (y comprar) alguno de sus vinos es pecado de lesa ignorancia. En tu camino por el casco antiguo encontrarás buena oferta.


… y muy cerca, Canet (el Mar con mayúsculas)

Al comienzo del reportaje ya te anunciábamos que te íbamos a «ocultar» dos de las perlas más conocidas de Perpiñán. Una de ellas es notoria, porque se encuentra en todo lo alto y todo lo preside: es el Palacio de los Reyes de Mallorca. Conocido como el Castillo de Perpiñán, nos remonta a Jaime II, rey de Mallorca. El segundo es el Canigó, el pico de los Pirineos que nos vigila desde la distancia y que para los habitantes de esta región, Pyrénées-Orientales, es casi omnipresente.

Para compensar el juego con el lector y la confianza, aportaremos una clave que muchos ignoran cuando pasan por aquí: el mar.

Está cerca, a apenas de 12 kilómetros de la ciudad y con 9 kilómetros de fina arena en una playa inmensa si elegimos Canet-En-Rousillon para abrir los ojos y los pulmones a la brisa del Mediterráneo. El pueblo es un encanto. Todo lo que se asoma al mar, también.

Es esta una buena forma de acabar nuestra visita a Perpiñán y de encontrar motivos, ¡uno más!, para volver aquí, en cualquier época del año.


Más información:

• Sobre Perpiñán:

Oficina de Turismo de Perpiñán

• Sobre Occitania:

Web oficial de Turismo de Occitania (en español)

• Sobre Pirineos Orientales:

Web oficial de Turismo de Pirineos Orientales

Viajar en tren desde España:

Billetes de AVE

Viajes interiores en tren

Uno de los atractivos de llegar a Occitania en tren es poder seguir recorriendo toda la región con este mismo sistema de transporte y a un precio insuperable. El Occitanie Rail Tour Pass te permite viajes ilimitados por sólo 10 euros al día, entre 2 y 6 días consecutivos. La trama ferroviaria te lleva prácticamente a cualquier lugar que elijas, como se puede comprobar en el mapa adjunto:



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