Definitivamente, el Código Civil merecería una revisión para que en su articulado se incluyeran un buen número de conductas que aún no tienen condena tangible pero que son notoriamente molestas, además de frecuentes. Entre ellas cabría penalizar la tontería, la estupidez, la osadía, el afán de ocio irrefrenable y el «a mí qué me importa», que es un tipo merecedor de sanción en sus distintos grados, sobre todo en tiempos de pandemia.
A los dos jóvenes que han sido rescatados en plena noche por la Guardia Civil en un pueblo de Guadalajara no se les juzgará por nada de lo anterior ni por nada, pero sí estaría bien que prosperase la sanción administrativa derivada de haber sido denunciados por los mismo agentes que los rescataron.
Perdidos en la oscuridad
Alegaban los incautos que se habían desorientado en plena noche, cuando se dirigían con su coche a un hotel rural de la provincia, atascado el vehículo en el barro Y pidieron auxilio a la Guardia Civil.
El mayor inconveniente para un buen desenlace no fue ese, sino que los viajeros se habían desplazado desde más allá de Castilla-La Mancha, región que aún está limitada por un confinamiento perimetral, por causa del COVID-19.
El auxilio se lo llevaron, sí; la denuncia, también.