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26 septiembre 2024
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Los primeros alcarreños ya vivían aquí hace 36.000 años

Durante milenios, a pesar de la adversa climatología, hubo humanos que cazaron desde hace 36.000 años en lo que hoy es Tamajón.

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Los primeros ‘Homo sapiens’ poblaron el centro de la Península ibérica en el Paleolítico superior. Lo que hoy es el norte de Guadalajara constituía un rico territorio de caza durante la última gran glaciación, miles de años en los que se creyó que esta amplia comarca era inhabitable. Incluso han acreditado un cambio en el clima en ese largo período. Son algunas de las conclusiones más relevantes de un estudio de lo descubierto en Tamajón, en el yacimiento de La Malia, del que los lectores de LA CRÓNICA ya han tenido ocasión de conocer detalles con anterioridad.

Lo analizado en la provincia de Guadalajara ha trascendido ya a la comunidad científica internacional, a través de un artículo publicado en la revista ‘Science Advances’. En este documento se da especial realce a así queda acreditada la capacidad de los primeros pobladores de nuestra especie para colonizar regiones hasta ahora consideradas inhabitables. Aunque a los alcarreños de hoy les pueda interesar el origen de los primeros pobladores de esta tierra, para la ciencia es más importante el debate sobre la dinámica poblacional del Paleolítico superior inicial en el suroeste de Europa, que adquiere nuevos matices con esta investigación.

Excavación en el abrigo de La Malia, en Tamajón. (Foto: JAVIER TRUEBA-MADRID SCIENTIFIC FILMS)

Los hallazgos empezaron en 2017

El estudio ha sido liderado por Nohemi Sala y Adrián Pablos del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana y la Universidad Complutense de Madrid respectivamente y se ha centrado en el yacimiento de La Malia, un abrigo rocoso localizado en Tamajón descubierto en 2017 durante una prospección. Desde que comenzaron las excavaciones en 2018, se han recuperado año tras año numerosas evidencias de presencia humana.

Según detalla el CSIC, el análisis de los conjuntos líticos del nivel inferior, el más antiguo, y la datación directa de restos óseos con marcas de corte, han proporcionado una edad comprendida entre los 36.000 y los 31.000 años, correspondiente al Auriñaciense. El nivel superior ha arrojado una edad más moderna, comprendida principalmente entre los 27.000 y 25.000 años de antigüedad, lo que sugiere repetidos asentamientos en este territorio a lo largo del Paleolítico superior.

El hallazgo de este yacimiento «no sólo ha llenado un vacío en el registro arqueológico de la región, sino que además ha permitido rastrear cómo fueron las condiciones climáticas en ese momento y lugar». Así, explica que la cantidad y calidad de los datos arqueológicos extraídos del yacimiento indican que, durante la peor glaciación en milenios, la supuesta «tierra de nadie» del interior peninsular fue en realidad el territorio de caza de grupos de cultura auriñaciense.

En el texto, señalan que los resultados obtenidos a partir del estudio de los sedimentos, la asociación de microvertebrados, el análisis paleobotánico a través los granos de polen y los carbones y el estudio de los isótopos estables en fósiles de ungulados, coinciden en detectar un cambio en el clima entre las dos unidades.

Este cambio viene marcado por una tendencia hacia condiciones más frías y áridas, que produjo que los ambientes fuesen cada vez más abiertos, es decir, con menos bosques, y con menor disponibilidad de agua. Sin embargo, no parece haber afectado las estrategias de subsistencia de los humanos que ocuparon este abrigo rocoso, ya que se observa el mismo tipo de consumo de presas en ambos niveles.

La investigadora del INCIPIT, CSIC María Martín Seijo, ha indicado que esto se observa también en las estrategias de recolección de leña, que no varían mucho a nivel taxonómico a lo largo del tiempo, aunque sí varían sus porcentajes. Los taxones leñosos identificados de forma recurrente coinciden con los identificados en el análisis palinológico, sugiriendo que la leña se recogía en los alrededores del abrigo rocoso, aportando una información especialmente valiosa para la reconstrucción de las estrategias de subsistencia de estas comunidades.

«Los nuevos datos del abrigo de La Malia refutan la vieja hipótesis del desierto interior. Pese a las duras condiciones ecológicas, los humanos modernos transitaron y ocuparon el corazón de la península ibérica durante el Paleolítico superior antiguo», ha insistido.


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