Poco han durado en pie algunos de los sustitutos de las antiguas jardineras de hierro forjado, esas que tantas críticas despertaban por su estado de abandono.
El relevo llegaba este jueves, con una pequeña grúa que retiraba los recipientes antiguos, mucho más pesados que los nuevos… como fácilmente han comprobado los gamberros.
Los tiestos que se han repartido por las calles de Guadalajara abultan menos y pesan mucho menos. El mayor problema, a la vista de la experiencia inicial, no es tanto la sensación de vacío que dejan en sus emplazamientos sino la tentación que supone para los peatones más inquietos y menos cívicos: con un empujón se tira por tierra, fácilmente, la inversión.
La instalación de estos etéreos recipientes forma parte de una partida de bancos y otros elementos callejeros, contratada meses atrás por el Ayuntamiento y que llega en los días previos a la cita con las urnas del 28M. De ese expediente ha venido informando este periódico en las últimas semanas, como se comprueba en los enlaces que se acompañan.
