Un calor agobiante en casi todo el país y sin escapatoria posible, con Puigdemont haciendo una butifarra a todos los españoles y la política contribuyendo al bochorno general… para que encima haya quien nos quiera robar a Lorena García, uno de los tesoros patrios de la pequeña patria alcarreña.
Ha ocurrido hace unas horas y, como ha confirmado a LA CRÓNICA la propia afectada, han sido muchos los que la han alertado de lo que habían leído en «El Español», el diario digital de Pedro J. Ramírez. Sobre ella, que es una de la caras más conocidas de Antena 3 y, por extensión, de la televisión en España.
En una larga entrevista, donde responde con amabilidad a innumerables preguntas de carácter personal, una sola frase termina por ser la causa del espanto y de la risa, a partes iguales: aquella en la que la firmante de la información alude a la periodista alcarreña como «esta vallisoletana». El medio ya ha corregido el error, pero la huella permanece.
Años y más años de ejercicio militante para que no se confunda en los medios a Guadalajara con La Mancha (en un empeño de miles que no consigue ilustrar a los más iletrados) y ahora van y nos dejan sin parte de nuestro patrimonio. Y no del patrimonio inmaterial que tanto premia la UNESCO sino del muy tangible y apreciado patrimonio afectivo, por lo muy querida que es entre sus paisanos.
La entrevista-río que ha convertido en vallisoletana por un momento y por un error a Lorena García nos permite también y entre otras muchas curiosidades conocer su edad, si es que eso significa algo.
En conversación con LA CRÓNICA, la periodista alcarreña ha mostrado su perplejidad y su malestar por lo ocurrido, máxime cuando ella no pierde ocasión de hacer alarde de su lugar de nacimiento, esa Guadalajara en la que han vivido al menos cuatro de las generaciones que la han precedido.
A pesar del calor que todo lo derrite, Guadalajara (aún) existe, con toda su buena gente. Como Lorena García, ejemplo de periodista criada y formada a cuatro pasos de la plaza de Santo Domingo, en su ciudad, a la que no renuncia.
Aunque alguna, inesperadamente, se confunda.