No fue el fin del mundo, como los más melodramáticos se temían, pero sí que ha dejado huella en la ciudad de Guadalajara y en buena parte del centro de España, después de haber hecho lo propio desde el sur de la Península: la masa de aire africano, cargada de arena del desierto, ha descargado en forma de lluvia de barro con una intensidad desconocida.
Lo del fin del mundo se lo temió alguno al ver cómo, a media tarde, y lejos aún del atardecer, todo el cielo se teñía de un impresionante color naranja. El espectáculo era hermoso y, además, preludio de lo que estaba por llegar. Durante la noche, las gotas con tierra del lunes se convirtieron en los gruesos goterones cargados de barro de la madrugada. Las calles y, sobre todo, los coches son testigos de lo ocurrido.
Puede seguir cayendo
Previsiblemente, el fenómeno podrá repetirse entre hoy y mañana, porque el frente nuboso que ha entrada desde África y ha llegado hasta más allá de los Pirineos no ha desaparecido de nuestro cielo, que sigue cubierto con una espesa calima. Esa «boina» monumental hará, además, que los niveles de contaminación en Madrid y sus alrededores se intensifiquen durante las próximas horas.
La AEMET sostiene en su pronóstico que seguirá llegando polvo sahariano, por lo que las precipitaciones en la Península y Baleares podrán ir acompañadas de barro y la visibilidad quedará reducida.
¿A qué se debe la «lluvia de barro»
Cuando se cruzan a la altura adecuada gotas de agua con partículas de polvo suspendidas en la atmósfera, la consecuencia es la lluvia de barro. ¿Pero cómo puede llegar el polvo del desierto del Sahara hasta aquí? Viajando en las partes más altas de la atmósfera. De hecho, a esa altitud las partículas de polvo lo que hacen es convertirse en elemento para condensar el vapor de agua, formando gotas en suspensión hasta que tienen la entidad suficiente como para caer a tierra, con las consecuencias que hemos comprobado.
La ciencia sugiere que el fenómeno es más probable tras un periodo de sequía, ya que se acumula más cantidad de polvo en la atmósfera. Todo esto no es en sí mismo extraño y lo conocemos como calima. Lo más frecuente es que se dé en Canarias. Y si se trata de lluvia de barro, tienen más costumbre de verlo y padecerlo en la costa mediterránea y Baleares, sobre todo en verano.
Más raro es que se produzca en invierno… aunque dentro cinco días ya habrá llegado la primavera.
A primera hora de la mañana, los particulares ya se afanaban en algunas calles de Guadalajara para eliminar la capa de tierra. Los servicios municipales han contribuido también poco después, con sus vehículos cisterna.