La Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC) ha lanzado una serie de recomendaciones para para mantener una conducción segura en las fases de transición tras el COVID-19. Entre sus propuestas, recogen medidas de higiene y desinfección en el vehículo, cuándo se puede reanudar la conducción tras haber pasado la enfermedad, con quién se puede compartir vehículo y en qué condiciones.
Aunque apenas se ha utilizado el vehículo durante las semanas de confinamiento, de cara a un nuevo viaje, conviene hacer un extra de limpieza e higiene en el mismo: «La más sencilla y que recomendamos, consiste en usar lejía en baja dilución, dilución alcohólica o gel alcohólico en las zonas que más se tocan habitualmente, es decir, volante, mandos, palanca de cambios, ventanillas, tiradores. Es muy importante porque los gérmenes pueden permanecer hasta nueve días y distintos estudios han demostrado que estas sustancias pueden eliminarlos». También se puede llevar a hacer un lavado industrial con ozono.
¿Mascarillas?
Así, indican que no es obligatorio el uso guantes y mascarilla si se viaja con convivientes, ya que «se aplican las mismas normas que dentro del domicilio». Otro caso bien distinto es el de compartir vehículo con personas con las que no se convive o no se conoce. «En este caso, hay que asegurarse de que todos los pasajeros usen mascarilla en el interior del vehículo, tal y como ordena la normativa vigente. Además, no deben viajar más de dos personas por hilera del vehículo».
Consecuencias de la enfermedad, ya superada
«Aunque no es fácil saber cómo nos afecta la situación de pandemia en la que nos encontramos, cómo hemos de viajar o qué medidas especiales hemos de hacer en el vehículo que vamos a utilizar, cabe analizar la necesidad de ampliar las recomendaciones para mantener una conducción más segura», explica Carlos Martín Cantera, médico de familia y miembro del Grupo Educación Sanitaria y Promoción de la Salud PAPPS.
Cuando se va a preparar un viaje en la era post COVID-19 tiene que ver con las posibilidades de que la enfermedad merme la capacidad para la conducción de quien lo ha padecido. En este sentido, Martín Cantera afirma que «si ya no se tienen síntomas, se puede conducir sin ninguna limitación». «Aunque, en el caso de padecer aún alguna secuela, es muy importante comentarlo con el médico de familia, ya que determinadas patologías tienen secuelas que no permiten la conducción, según la normativa vigente», señala.
Las secuelas de las patologías pueden ser muy variadas. El paciente podría presentar limitaciones por patología respiratoria, que según el grado podrían impedir la conducción; o patologías por lesiones neurológicas, que también desaconsejan ponerse al volante.
De hecho, en caso de estar tomando medicamentos para paliar la enfermedad, se recomienda mirar en los envases o prospectos de los mismo, ya que «actualmente los medicamentos disponen de un pictograma o señal que avisan de la dificultad o dudas sobre la conducción», afirma. Otrora es el caso de las interacciones que presentan los fármacos entre sí, también en el caso de estar tomando medicación para patologías crónicas.