El próximo 14 de marzo, a las siete y media de la tarde, se impartirá una conferencia por parte de Emilio Gamo y Javier Fernández en el Museo de Guadalajara (Palacio del Infantado) titulada "Las termas públicas de la ciudad romana de Caraca". En ella se expondrán los resultados de las últimas investigaciones en esta ciudad romana, ubicada en los alrededores de la localidad alcarreña de Driebes. El acto se incluye dentro del IV ciclo de conferencias “Arqueología en Guadalajara. Trabajos inéditos”, organizado por el citado Museo.
Durante el verano de 2018 se excavó un área al noroeste de la ciudad, permitiendo descubrir parte de un edificio monumental. Este edificio eran las termas públicas de la ciudad para las que se calcula una superficie total superior a los 1000 metros cuadrados, que por sus similitudes con las termas de Segóbriga, que también se observaron en la disposición del acueducto, es posible que fueran realizadas por los mismos especialistas, o al menos con el mismo modelo.
En la citada campaña de excavación de las termas se localizaron distintos espacios de gran interés. En primer lugar, una palestra porticada que servía de espacio para el ejercicio físico, además se encontró una estancia interpretada como frigidarium (Piscina de agua fría) que estaba pavimentada con un suelo de opus reticulatum (Realizado a base de piezas cerámicas romboidales), muy bien conservado. También se localizó una piscina con revoco impermeabilizante de opus signinum, que se ha interpretado como el tepidarium (Piscina de agua templada), la piscina estaba rematada por un ábside y se accedía a la misma por una escalera realizada a base de grandes sillares de piedra.
El edificio fue construido en la segunda mitad del siglo I d. C. coincidiendo con un proceso de monumentalización de la ciudad que se ha constatado en el foro, el acueducto, así como en la modificación urbanística de la ciudad en torno a dos ejes: el cardo y el decumano.
A mediados del siglo II d. C. las termas fueron destruidas por un violento incendio cuyo origen es todavía desconocido. Entre mediados del siglo II d. C. y las primeras décadas del siglo III d. C. las termas fueron reocupadas en precario, esta vez como espacio de habitación.
La existencia de estas termas públicas confirma la importancia de la ciudad de Caraca entre los siglos I y II d. C., de modo que este edificio era un centro de encuentro social de gran relevancia para la vida ciudadana.
Además, con el fin de analizar el territorio dependiente de la antigua ciudad, los especialistas del IGME llevaron a cabo estudios geológicos que aportaron información valiosa en relación a la explotación del entorno.
Tanto en el valle del Tajo como en la zona elevada del valle del Tajuña se han encontrado evidencias paleosísmicas durante el Pleistoceno-Holoceno, por lo que no sería descartable que Caraca se hubiese visto afectada también por esta actividad sísmica. De este modo se realizó un estudio arqueosismológico, geológico y geomorfológico del yacimiento y su entorno, con objeto de discriminar si estos condicionantes pudieron influir en algún momento en el desarrollo de la ciudad, y también de la evolución geomorfológica del Tajo que ayuda a entender el desarrollo de los asentamientos humanos en esta zona.
La existencia de inscripciones latinas, tan importantes para profundizar en la sociedad romana, fue supervisada por el Centro CIL II de la Universidad de Alcalá.
Por otra parte, Daniel Méndez (Revives) ha realizado posteriormente un intenso trabajo de interpretación de los resultados con el fin de realizar una reconstrucción virtual de las termas públicas de Caraca.
En definitiva, esta campaña de excavación ha cumplido con el objetivo de evaluar el yacimiento, sus características y encuadre histórico.
Por otra parte, la realización de las mencionadas excavaciones permite aproximarnos a la fecha en la que la ciudad fue promocionada jurídicamente, una verificación que implica la mejora de la comprensión del período histórico de la romanización en la provincia de Guadalajara.
Evidencias desde 1945
Los arqueólogos eran conocedores de las posibilidades que aportaba la investigación en el lugar puesto que en 1945 durante la construcción del canal de Estremera, fue localizado a los pies de este cerro un tesorillo de plata, con un peso total de 13,8 Kg. distribuidos en 1480 fragmentos que incluía: tortas de pesos, recipientes, lingotes, sortijas, torques, fíbulas, y monedas. El tesoro está datado a finales del siglo III a.C. y se expone actualmente en el Museo Arqueológico Nacional. En este lugar se habían realizado prospecciones en la década de los años 80 del pasado siglo por parte de los profesores Jorge Sánchez-Lafuente y Juan Manuel Abascal, que ya indicaron que se trataba de un importante yacimiento romano y que posiblemente fuera la antigua Caraca.
En otoño del año 2016 un equipo de arqueólogos dirigido por Emilio Gamo Pazos y Javier Fernández Ortea desarrolló una prospección arqueológica intensiva y geotécnica del cerro de la Virgen de la Muela, ubicado en la localidad de Driebes, en la comarca de la Alcarria Baja. Para este propósito se configuró un equipo multidisciplinar formado por los doctores Jerónimo Sánchez Velasco, David Álvarez Jiménez y Saúl Martín González y los profesionales del CAI de Arqueometría y Análisis Arqueológico en colaboración con el Departamento de Física de la Tierra, Astronomía y Astrofísica I (Sección departamental de Astronomía y Geodesia), de la Facultad de Matemáticas de la UCM. Las prospecciones fueron financiadas por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, así como por el Ayuntamiento de Driebes y la Asociación de amigos del Museo de Guadalajara, destacando la amabilidad de los dueños del terreno que permitieron el desarrollo de esta investigación.
La metodología de trabajo comenzó con la consulta de bibliografía, cartografía y fotografía histórica, así como un rastreo de la toponimia. Los trabajos de campo, se desarrollaron en dos fases. En la primera, el equipo de arqueólogos posicionados a intervalos regulares recogió materiales arqueológicos en la superficie y los georreferenciaron (fundamentalmente cerámica, pero también fragmentos de estuco con restos de pinturas murales).
En la segunda fase se utilizó un georradar 3D con antena multicanal con una frecuencia de 600 MHz, para llegar a una profundidad de entre 0 m y 1/1,5 metros en una superficie de 1 hectárea. También se realizó un vuelo de dron con el fin de realizar la topografía del terreno. Las dos fases fueron complementarias, pues una daba sentido a la información aportada por la otra. Se esperaba un buen resultado, aunque lo obtenido con estas técnicas no invasivas superó las expectativas tal y como se advierte en las publicaciones científicas que han redactado y se encuentran en prensa.
Los resultados no pudieron ser más esclarecedores pues se pudo confirmar en el plano la presencia de una ciudad romana con su urbanismo propio. A través del georradar se observa con claridad una ciudad romana, con sus espacios públicos, incluido un foro porticado, su Cardo y Decumano, es decir, sus avenidas principales, posiblemente un macellum o mercado y unas termas además de una tupida malla de manzanas de viviendas que, además, parecen solaparse en diversas fases cronológicas de un yacimiento. Por otro lado es posible que la ermita de la Virgen de la Muela, patrona de Driebes, erigida en el siglo XVI y que aún pervive en estado ruinoso, se superponga a un antiguo templo en el centro del yacimiento. Los arqueólogos señalan que el nombre de la ciudad fue Caraca, que aparece citada en las fuentes clásicas.
Los materiales cerámicos recuperados por los arqueólogos, permiten saber cuánto tiempo permaneció ocupado el cerro. Los restos más antiguos son del Final de la Edad de Bronce, es decir de los comienzos del primer milenio antes de Cristo, posteriormente el yacimiento continuó ocupado y los carpetanos lo convirtieron en un poblado de grandes dimensiones que controlaba la fértil vega del Tajo. Tras la conquista romana el lugar continuó habitado y llegó a convertirse en una ciudad que alcanzaría, a la vista de los recientes descubrimientos, la categoría de Municipio que continuó habitado hasta el siglo II d.C.
Otro elemento que ratifica la existencia de un municipio romano es la presencia de un acueducto inédito que medía 3 km, del que los arqueólogos localizaron 112 metros de canalización de opus caementicium (el hormigón romano) conservada. El acueducto, tiene idénticas características al de Segobriga, y tuvo su cabecera en el manantial de Lucos, también situado en Driebes, un nombre que deriva de latín Lucus y que significa “bosque sagrado”. La construcción de este tipo de obras iba en consonancia con la monumentalización de las urbes con estatus municipal. Para cerrar el círculo, también fueron identificados sillares de grandes dimensiones con decoración almohadillada, pertenecientes sin lugar a dudas a edificios públicos y restos de la vía romana que uniría esta ciudad con Segobriga y Complutum, la llamada vía Complutum-Carthago Nova.
Así, este equipo de investigación ha constatado la existencia de un núcleo urbano: Caraca, una ciudad sobre cuya localización ha corrido mucha tinta desde los tiempos de los grandes eruditos del humanismo hasta nuestros días.
Aunque algunos autores han considerado que este yacimiento antiguo se corresponde con otras poblaciones como Taracena o Carabaña, la situación geográfica de este cerro encaja perfectamente con la información ofrecida por Ptolomeo y, en especial, el itinerario tardorromano del Anónimo de Rávena que localizaba a Caraca entre las ciudades de Segóbriga (Saelices, Cuenca) y Complutum (Alcalá de Henares) en una calzada que conectaba esta última urbe con Carthago Nova (Cartagena), uno de los puertos más importantes de Hispania. Esta vía parece haberse fundamentado principalmente en la explotación y transporte de una de las principales exportaciones que el interior peninsular ofrecía al Imperio Romano, el espejuelo o lapis specularis, un mineral transparente emparentado con el yeso usado en las ventanas romanas que, finalmente entró en crisis con la difusión del vidrio en el siglo II d.C., lo cual está posiblemente en relación con el final de la ciudad.
También fue importante en este núcleo urbano la explotación de la fértil vega del Tajo y el esparto, planta herbácea que tuvo múltiples usos en la Antigüedad.
Entre los meses de julio y agosto se desarrollaron excavaciones arqueológicas en el Cerro de la Virgen de la Muela (Driebes), un yacimiento que ha sido identificado con la antigua ciudad romana de Caraca. Las excavaciones arqueológicas fueron financiadas por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Driebes con el apoyo de sus vecinos, la Asociación de Mujeres de Brea de Tajo y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara. Asimismo se ha de destacar la amabilidad de los dueños del terreno que permitieron el desarrollo de esta investigación.
Las excavaciones fueron desarrolladas por un equipo interdisciplinar dirigido por los arqueólogos Emilio Gamo Pazos y Javier Fernández Ortea, contando el equipo con la profesora María Luisa Cerdeño (Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Prehistoria), Saúl Martin González y David Álvarez Jiménez. Asimismo, se contó con la inestimable ayuda del Centro CIL II de la Universidad de Alcalá que supervisó la aparición de grafitos latinos. La presencia de especialistas en el ámbito de la gestión del patrimonio histórico fue una herramienta valiosa para conocer los procesos de percepción del gran público en relación a la investigación científica. Así, la doctora Alicia Castillo (Grupo de Investigación: “Gestión del Patrimonio Cultural”-Universidad Complutense de Madrid) realizó una aproximación al estudio de la percepción social sobre el yacimiento arqueológico y de la investigación en curso en relación con la comunidad local. Por otra parte, los especialistas del IGME -Instituto Geológico y Minero de España- (Miguel Ángel Rodríguez y María Ángeles Perucha) analizaron la posición de la caída de los derrumbes para determinar si existió algún fenómeno sísmico dados los antecedentes de la cercana ciudad romana de Complutum afectada por un terremoto en el s. IV d.C. También para completar la documentación del yacimiento Daniel Méndez (Revives) realizó fotografías de las estructuras exhumadas para posibilitar su posterior virtualización, mejorando de este modo la comprensión de las mismas.
Los objetivos alcanzados en la presente intervención suponen la verificación de los resultados del georradar 3D del CAI de Arqueometría de la Universidad Complutense en el proyecto previo de Prospección arqueológica intensiva y geotécnica del cerro de la Virgen de la Muela, Driebes. En este sentido, los resultados proyectados arrojaron la presencia de una planta urbanística plenamente establecida en las dos calles principales de una ciudad romana (cardo y decumano) y el foro. Por lo tanto, este proyecto de investigación efectuó una evaluación mediante excavación arqueológica de la importancia del enclave con el objeto de mejorar su comprensión y facilitar su protección como conjunto patrimonial. La presente intervención registró la estratigrafía de la ciudad y permitió conocer las diferentes fases cronológicas del desarrollo urbanístico del enclave.
La existencia de un espacio diáfano, rodeado al sur por una columnata a modo de pórtico, al NE una sucesión de estancias orientadas de NO a SE y al norte por dos habitáculos de grandes dimensiones, al sur de la actual ermita, confirmó que se trata del foro de la ciudad, es decir, el área pública y administrativa del núcleo urbano. Las excavaciones se centraron en el foro. La confirmación de la existencia de un foro permite constatar que los restos identificados se corresponden con un municipio en el Cerro de la Virgen de la Muela. Este dato supone un hito de primer orden científico puesto que avala la identificación de la primera ciudad romana de la que se tiene constancia fehaciente en la actual provincia de Guadalajara.
Las excavaciones arqueológicas en el Foro han permitido documentar un pórtico en su parte meridional y en su parte oriental un edificio de dos alturas, cuyo piso inferior estaba destinado a una taberna y su piso superior, a juzgar por los restos constructivos, tuvo probablemente una función pública. Se intervino, asimismo, en una parte del decumano, en base a la interpretación previa del georradar, que apuntaba la presencia de un empedrado.
En el verano de 2018 se realizó la segunda campaña de excavaciones arqueológicas en el Cerro de la Virgen de la Muela en Driebes, gracias a la subvención concedida por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, con la cofinanciación del Ayuntamiento de Driebes, el Ayuntamiento de Brea de Tajo y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara.
El proyecto de investigación denominado “Urbanismo y territorio: excavación arqueológica del sector noroeste de Caraca (Cerro de la Virgen de la Muela, Driebes, Guadalajara)”, contó con un equipo multidisciplinar de investigadores, siendo los directores del mismo los arqueólogos Javier Fernández y Emilio Gamo, formaron parte del equipo: Saúl Martín, David Álvarez, Antonio Alvar y Helena Gimeno (Centro CIL II de Alcalá de Henares, Universidad de Alcalá), Alicia Castillo (Grupo de Investigación Gestión del Patrimonio Cultural, Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Prehistoria, Historia Antigua y Arqueología), María Ángeles Perucha, José Francisco Mediato y Miguel Ángel Rodríguez (IGME).