Este será un artículo breve, tirando a lo concreto. Sin florituras.
Guadalajara está llena de meadas. Más que mierdas, que también abundan. Convengamos que causadas, unas y otras, mayormente, por perros. Aunque también hay humanos que colaboran.
Las meadas se mantienen en exposición durante semanas y semanas, hasta cumplir meses completos. Nadie las limpia: ni su responsable ni la municipalidad.
Esto es un asco. Más exactamente, un puto asco.
Guadalajara nunca ha estado tan sucia. Se mire por donde se mire.
La suciedad de las aceras es el logro más democrático del actual Ayuntamiento: vivas donde vivas, lo padeces igual. Tanto si el tuyo es barrio obrero como si te mueves por zona facha.
Andar por Guadalajara da vergüenza. Y el que no la sufre es porque no la tiene. O anda escaso de vista o de pituitaria, como únicos eximentes posibles.
No cabe una meada más.
Los perros, «seres sintientes», las dejan. Otros, muy sentidos ellos sólo cuando les critican, las mantienen.
Para que las veamos todos y solo alguno escriba sobre ellas. Su seguro servidor, el arriba firmante.