Las cabinas telefónicas están ahí. Por ahora sí, pero no por mucho tiempo. Según ha podido confirmar LA CRÓNICA, en la provincia de Guadalajara todavía sobreviven 46 de estos artefactos callejeros en trance de extinción. De ese total, 23 se encuentran aún por las calles de la capital.
¿Son muchas 46 cabinas? Obviamente, no. Sobre todo cuando en toda España, a finales de 2020, todavía resistían 14.824 de estos elementos, con su pretendido e imposible aire de modernidad cuando estaban condenados a la decrepitud más absoluta.
Su caída en desgracia no fue por decisión de Telefónica, que se ha gastado su buen dinero en mantenerlas hasta que ha vencido la obligación que tenía de prestar ese servicio. Fue el 1 de enero de 2022 cuando la compañía dejó de estar obligada por ley a tener en uso la red de cabinas.
Desde entonces, y sin grandes aspavientos, han ido retirándose en pueblos y capitales. Como han confirmado desde Telefónica a este diario «actualmente se está llevando a cabo un plan ordenado de desmantelamiento». «Dicho plan cuenta con la colaboración de los diferentes ayuntamientos para minimizar cualquier impacto sobre la ciudadanía. Pero no tenemos previsión de cuando se van a retirar en Guadalajara», apostilla un portavoz.
Años de anuncios y de prórrogas
No se cumplió la previsión de este periódico, que daba por cierto que desaparecerían físicamente en 2022, pero el proceso está en marcha. Para el que lo dude, le basta con repasar la prensa local de otras partes de España y comprobar el continuo goteo de noticias que relatan el final de estos teléfonos. Con todo, otros diarios llevan esperando desde 2016 que esto se produzca en su ciudad. El último indulto general se produjo en 2019, justo antes de la pandemia. Pero ya no habrá más.
Por de pronto, quien quiera utilizarlas mientras pueda verlas no debería guardar muchas esperanzas. Cuando un redactor de LA CRÓNICA lo ha intentado en alguna de las que aún perviven con su teclado y su auricular indemne, que no son todas, sólo ha servido para comprobar que no hay línea.
Casi nadie las echará de menos, tras tantos años de auge y mantenimiento de la telefonía móvil, que ha sido su auténtico verdugo. La cosa llegó a uno de sus puntos más bajos en 2020. Alguien se tomó la molestia entonces de echar cuentas del uso que tenían estos teléfonos a la intemperie y el resultado fue radicalmente desolador: se utilizaban 0,17 veces al día, una fracción imposible. Planteado de otro modo: un solo usuario a la semana, una sola llamada.
La muerte en España de las cabinas está en línea con lo que ha venido ocurriendo en otros países europeos, como Francia, Bélgica, Dinamarca y Estonia. En todos ellos se dejó de prestar el servicio de manera obligatoria hace años.