La directora de la Fundación Jorge Marín aboga por que Toledo explote el arte en espacios públicos para ratificarse como destino de turismo cultural
TOLEDO, 8 (EUROPA PRESS)
La buena conexión que la obra del escultor mexicano Jorge Marín ‘Alas de México’ está teniendo con los toledanos y los mermados visitantes que a causa del COVID-19 está acogiendo en los últimos meses la ciudad podría propiciar que la escultura, en lugar de levantar el vuelo en abril como estaba previsto, prolongue su estancia.
«Toledo ha hecho muy suyas estas alas, se ha apropiado de ellas», ha indicado la directora de la Fundación Jorge Marín, Elena Catalán, que en conversación con Europa Press, ha destacado que esta obra, desde el pasado 14 de octubre, ha hecho un «maridaje perfecto» con la Puerta de Bisagra, aportándola «alegría y visitantes».
Y es que, pese a no tener un conteo exacto de las visitas ni de las fotos que ya han protagonizado las alas, la directora de la Fundación ensalza tanto el movimiento que en las redes sociales de la ciudad están generando, como las diferentes formas de acercarse a ellas. «Ha habido hasta una mujer que las ha usado para pedir a Dios que se termine la pandemia», ha detallado.
«A veces el diálogo entre el presente y el pasado da miedo. Estamos en una puerta histórica, la entrada noble de la ciudad en donde se ha ubicado una obra de arte contemporáneo. Además de maridar a la perfección, la gente usa las alas», ha resaltado Catalán, que ha reparado en como esta obra itinerante tiene un significado cambiante en función del contexto en el que se ubique.
Dada la buena acogida que ha tenido la obra, que ha acrecentado el acercamiento entre México y Toledo, la Fundación se muestra dispuesta a trabajar con la administración local para alargar su estancia en la ciudad, con la intención, además, de poder articular acciones que permitan ir más allá de la «mera apreciación estética» de la escultura.
Por ello, y si la pandemia da tregua, la Fundación Jorge Marín pretende organizar talleres en las escuelas, un concurso de fotografía, microconciertos con artistas locales, crear puentes de comunicación con las otras 13 alas que de forma permanente el artista exhibe en diferentes continentes, así como alumbrar mesas de diálogo y reflexión que, entre otras cuestiones, permitan bucear en las posibilidades que brinda la fusión del arte y el espacio público, una combinación que «democratiza el arte».
«Puedo tener un Van Gogh en un almacén pero si nadie lo ve es como si no existiera. Hay que jugar con las obras, que el público las haga suyas, si no, es como si estuvieran muertas», ha aseverado Catalán, que considera que Toledo ha de poner en valor las piezas de arte urbano que alberga, como las tres esculturas de Cristina Iglesias, la de Eduardo Chillida, así como las obras de los artistas toledanos.
«Es fundamental señalizarlas, aumentar su difusión y ayudar a la gente a entender las obras de estos artistas, que son referentes a nivel mundial», ha afirmado Catalán, que idea un encuentro entre los estudios del propio Marín, Iglesias y Chillida para hacer una puesta en común de la relación que surge entre los habitantes de una ciudad y una obra de arte cuando ésta conquista el espacio público.
De igual modo, Catalán asegura de que la ciudad está lista para albergar una bienal de arte contemporáneo, que la convierta en un referente a nivel internacional. «Ojalá las autoridades diseñen planes en este sentido para que Toledo acoja a más artistas contemporáneos que con nuevas propuestas enriquezcan la oferta cultura de la ciudad, que tenga una ebullición y se potencie así su innegable atractivo como destino cultural».
ARTE PARA GENERAR REFLEXIÓN
Con más de tres décadas de trayectoria en las artes plásticas en su haber, Jorge Marín, uno de los mayores artífices del arte figurativo mexicano, en una búsqueda constante del desafío y lejos de la apuesta conceptual que caracteriza el arte contemporáneo, se especializó en la figura humana, seres alados, máscaras, esferas y cuerpos que constantemente desafían a la gravedad y al equilibrio. Sus trabajos en bronce pasan por distintas dimensiones desde las miniaturas hasta su incursión en la monumentalidad, ha explicado Elena Catalán.
«En 2010 realizó una exposición que se ubicó en el Paseo de la Reforma de Ciudad de México, frente al Museo de Antropología, una de las arterias más importantes de la ciudad, que fue un parteaguas para su carrera. Decidió que la muestra la protagonizaran unas alas que estaban colocadas en el suelo de su taller de fundición y así surgieron las ‘Alas de México’, que han llegado para quedarse. Pocos fenómenos en la historia del arte podemos encontrar en los que no puedes quitar una obra temporal porque la gente y el espacio en el que se ubica la hicieron suya».
«Ahí empezamos a trabajar en exposiciones con carácter monumental que itineran por el mundo, que han recorrido Europa, Asia y parte de África, además de cruzar la frontera y conquistar el territorio de EEUU», ha explicado la directora de su Fundación, quien resalta el poder de la obra de arte en el espacio público a la hora de regenerar tejido social y transformar una sociedad.
De ahí que, tras constatar el impacto que las ‘Alas de México’ tenían entre la población mexicana de EEUU y con el deseo de no quedarse sólo en un proyecto estético, el artista decidió dotarse de una Fundación que tiene como objetivo contribuir, como relata su directora, a difundir el arte contemporáneo mexicano por el mundo, además de hacer del arte un instrumento capaz de estar al servicio de la sociedad y de generar vínculos entre culturas.
«Nos interesa mostrar el México creativo más allá de los problemas que enfrenta nuestro país, la difusión de nuestra cultura a través de las manifestaciones plásticas que están ocurriendo y que permiten ver una realidad artística y humana que no se detiene», ha afirmado.
Por ello, en la actualidad, el artista trabaja junto a su equipo en proyectos sociales en los que las obras funcionan como herramientas para ayudar a grupos y comunidades vulnerables. Como embajador de la Unicef, ha trabajado con los niños de caravana migrante, con campos de refugiados en Beirut y en los distintos talleres que realizan en cada sede donde se presentan las exposiciones.
«Instalar obras de arte en un lugares con diversos problemas sociales nos ha permitido ayudar a la regeneración del tejido social porque la gente se apropia de la obras y las toma como referencia», ha acentuado Catalán.
De igual modo, y con la inmigración por bandera, la Fundación Jorge Marín pretende recorrer distintas costas europeas con un cuerpo escultórico que representa una balsa rota con cuatro tripulantes, para emular el trayecto que hacen los migrantes cuando quieren llegar a Europa.