Es una historia conocida en Guadalajara por cualquiera que haya sentido un mínimo de curiosidad por el patrimonio artístico de la provincia. Más aún: los alcarreños que saben de ese expolio no pueden dejar de recordarlo cuando ven las imágenes de «Ciudadano Kane» en las que se apilan cientos de cajas llegadas de Europa, con joyas históricas en su interior.
Este sábado, 19 de junio de 2021, un amplio reportaje de Vicente G. Olaya en el diario «El País» hará que sean muchos más los que por toda España conozcan la triste peripecia de todo un monasterio derruido, piedra a piedra, cerca de Trillo para enviarlo al otro lado del Atlántico y enriquecer así la colección del magnate de la prensa amarilla. Lo intentaron evitar algunos, como Layna Serrano, pero su éxito fue ninguno.
Los restos, en una finca privada
Se trataba de todo un monasterio, el de Santa María de Óvila, del que apenas quedan ruinas en el lugar que ocupó desde 1175 hasta su desmontaje, sillar a sillar, en 1931. Lo que quedó aquí, vedado al público al estar en una finca privada, era lo menos atractivo, porque el comprador americano quería las partes de estilo gótico: la sala capitular, el refectorio y la portada, esencialmente.
Para que la venta se produjera primero tuvo que ocurrir la Desamortización y, más tarde, una sucesión de componendas que esquivaran las leyes españolas de protección del patrimonio, que alguna ya había.
La información de «El País» retoma el asunto a partir de la reciente publicación en el Instituto Cervantes de un trabajo del historiador José Miguel Lorenzo Arribas sobre esta lamentable cuestión. Allí se ocupa por lo menudo ese autor de las fallidas gestiones de Layna y de la repercusión que tuvo entonces el caso en la prensa local y en la de Madrid.
Como se recuerda en la información, Hearst no lo aprovechó y terminó por vender todo lo rapiñado del monasterio alcarreño por 25.000 dólares. Así permaneció hasta el año 2000. Una comunidad de monjes de California también dedicada a la producción de vino redescubrió las cajas apiladas y, mediante una colecta, terminaron por reconstruirlo en este nuevo emplazamiento, también cenobio cisterciense.
En los últimos años, Óvila ha sido más noticia en Estados Unidos que en Guadalajara, como prueba la repercusión que tuvo en los medios de aquel país su recuperación, aunque fuera parcial y a miles de kilómetros de distancia de su centenario casi milenario origen.
Hoy, por unas horas, también vuelve a ser noticia en España.