¡Victoriano! ¡Cariño! Así le llamaban todas las enfermeras y todas las auxiliares que le atendieron hasta su último día en el Hospital Universitario de Guadalajara.
Allí estaban ellas, siempre con una sonrisa en el rostro, capaces de las palabras más tiernas y dulces, aunque llevaran toda la noche de guardia.
«Venían para cambiarle el pañal, limpiarle o darle el tratamiento o el cuidado que necesitara». Quien lo recuerda ahora, cuando queda muy poco para la Nochebuena y toda Guadalajara es un hervidero de gente feliz que bebe por las calles, es su familia.
«Él fue un hombre rudo, poco simpático. Jamás habría consentido que le hicieran muchas de las cosas que le han hecho durante este tiempo y, sin embargo, ellas consiguieron no sólo que se dejara hacer, sino que siempre le arrancaban una sonrisa e incluso una caricia de agradecimiento», cuentan para LA CRÓNICA.
«Después de casi dos meses conviviendo con ellas, las palabras se quedan muy cortas para expresar el agradecimiento de toda la familia por cómo han cuidado de Victoriano Valero, la humanidad y el cariño que le han transmitido y la profesionalidad con la que le han atendido. En los momentos tan difíciles que hemos pasado, ellas, las enfermeras y las auxiliares, han sido las personas que más nos han ayudado a sobrellevarlo y a vivir junto a él hasta su último minuto de vida», rememoran.
El mayor agradecimiento posible
Llegó un momento para esos familiares en que la enfermedad de Victoriano les abocó hacia un punto sin retorno posible. La enfermedad dejaba a su ser más querido abocado, ya de forma inevitable, a ser totalmente dependiente para lo más básico de la vida. Llegaba el turno de tramitar su Declaración de Voluntades Anticipadas, de la mano del departamento de humanización del Hospital.
Frente a lo farragoso de la Ley –con sus requisitos, trámites, plazos, informes, como cualquier acto administrativo en el que uno asume que puede verse inmerso en un sinfín de formularios y ventanillas– de nuevo triunfaba el factor humano, con la misma carga de empatía y profesionalidad: «No os preocupéis por nada, vamos a gestionar la voluntad de vuestro padre y cumplir todo lo dispuesto en la Ley lo más rápido que ésta nos permita. Sabemos que esta situación es difícil para toda la familia. Estamos a vuestra disposición, día y noche», recuerda en esta día de Nochebuena uno de sus hijos.
«Muchas veces, palabras gratuitas y muchas veces muletillas de cortesía, pero estas fueron dichas de verdad, totalmente». De ahí que insistan en que a través de estas líneas quede claro y reiterado el agradecimiento, el de toda la familia, por el trato y la profesionalidad en el Hospital de Guadalajara.
Eso y, también, una reflexión final: «Victoriano ha fallecido, duele mucho su pérdida, pero nos dejó escrito su regalo de Navidad, un remedio que ha convertido gran parte de ese dolor en dos sentimientos: admiración por su generosidad y alegría por las personas que han recibido su soplo de vida. Donar sus órganos, algo tan sencillo y tan necesario, nos hace estar orgullosos de él y felices por las familias de quien haya recibido sus órganos».
Y a este periódico, estar satisfecho por poder contarlo y compartirlo.