Es una actividad económica consolidada, aunque no compute todavía para las cuentas del PIB español. El cultivo de marihuana dentro de la vivienda, con características industriales y una escala sólo limitada por las habitaciones disponibles, está cada vez más generalizada, también en Guadalajara.
En los últimos meses, se ha hecho cada vez más habitual que los agentes de la Guardia Civil se encuentren con lo que los burócratas de turno calificarían como un «núcleo familiar» dedicado, sin salir de casa, a esta actividad ilícita.
Allí, entre el fuerte olor del cannabis, es ya cosa corriente también toparse con niños que apenas han echado a andar, gateando en la cercanía de plantas y cogollos. De contar con un solitario pringao al frente de la plantación se ha pasado a que sean parejas, con niños, los que se ocupen con toda naturalidad del cultivo.
La última prueba de lo firme de esta tendencia ha llegado la pasada semana. Mientras el común de los guadalajareños se torraban en la playa o bajo las altas temperaturas sufridas en la provincia, un hombre de 40 años y su mujer, más un crío de corta edad, pasaban el día dentro de un chalet en El Casar.
Cabanillas y El Casar
La operación del pasado 10 de agosto de la Guardia Civil de Guadalajara contra el cultivo de marihuana se desdobló en dos diferentes, en El Casar y en Cabanillas del Campo. Se incautaron 1.500 plantas y hubo un detenido.
Esta vez no fue en la macrourbanización de El Coto sino en la de “Valdelosllanos” donde se accedió, orden judicial mediante, al interior de un chalet. Se encontraron 608 plantas de cannabis sativa, bien crecidas ya, que arrojaron un peso de 62 kilos.
El utillaje era tan sofisticado como de costumbre: 41 lámparas de alto voltaje con sus correspondientes reactancias, 4 aparatos de aire acondicionado, 11 ventiladores, 3 filtros de carbono, 2 extractores… El detenido tenía ocupadas tres habitaciones de la vivienda que, como también era previsible, se suministraba de electricidad mediante un enganche ilegal a la red. Se calcula que ya había esquilmado a la compañía suministradora del fluido eléctrico por valor de unos 30.000 euros.
Aun más relevante terminó siendo la entrada en otro chalet, ese mismo día, en Cabanillas del Campo. Allí se contaron hasta 869 plantas de marihuana. En este caso, la investigación continúa abierta, a falta de detener a los responsables y los detalles conocidos, por lo tanto, son mínimos.