Ha sido Emiliano García-Page, presidente de Castilla-La Mancha el que este jueves ha confirmado que se encuentran en una fase muy avanzada las negociaciones con un grupo inversor para la puesta en funcionamiento de la Fábrica de Paños de Brihuega como hospedería, dentro de la nueva red regional que la Junta de Comunidades está gestando desde hace algún tiempo.
Según ha podido confirmar LA CRÓNICA, el grupo interesado tiene una reconocida presencia en el negocio turístico y hotelero, aspecto que es fundamental para que su inversión, que rondaría los 12 millones de euros, tenga perspectivas de éxito comercial. La titularidad del edificio está a punto de pasar a la Administración regional después de que el Ayuntamiento brihuego se la cediera por 25 años para este fin. Para que se materialice ese acuerdo de la Corporación briocense tendrán que terminar antes las obras del 1,5 por ciento cultural y que todavía se están acometiendo para la "reparación de sótano, acceso y patio central del edificio principal en la Real Fábrica de Paños", conocido por propio y extraños por su peculiar forma redonda.
El propósito de la Junta de Comunidades es crear una red regional de hospederías en edificios monumentales de Castilla-La Mancha, todas ellas con titularidad e inversión pública aunque con gestión privada. Así ocurrirá también en Villanueva de los Infantes, donde se trabaja ya para la recuperación de un inmueble destinado a esos mismos usos turísticos.
Todas las fuentes consultadas por LA CRÓNICA coinciden en señalar tanto la conveniencia de no interferir en esta fase final de la negociación "para que no se venga abajo" como en la teórica viabilidad del proyecto planteado, cuyos detalles se desconocen.
La experiencia, fallida, de Rayet
Quien lo intentó en su día y no lo consiguió, fue Félix Abánades desde Rayet, a través de su división de hoteles de lujo, denominada "Selenza". En aquellos años, poco antes del estallido de la burbuja inmobiliaria, el empresario alcarreño consiguió disponer de la Fábrica de Paños y también contó con la colaboración y contactos de Pau Guardans, empresario catalán bien conocido y con el que el intento no llegó a buen puerto, como detalló en su día este diario.
Después, le costó varios años al Ayuntamiento de Brihuega reconducir todo el asunto hasta llegar al punto actual.